—¡No me lo creo, dios, Nico! —tiras la mochila al piso y vas hacia él para abrazarlo con todas tus fuerzas. No tardó en corresponderte y alzarte como una niña.
— ¡Has crecido mucho, ratona!
— ¡No me digas ratona, lagartija presumida! —dijiste entre risas.
Cuando te coloca de nuevo en el suelo, se abrazan otra vez porque es necesario. Han pasado tantos años sin verse, y a su vez parecía como si no hubiera pasado ni un segundo más.
—Es que en serio, creo que estoy soñando. —dijiste todavía con el corazón a mil, por la emoción.
— Oye, oye, sé que estoy más guapo de lo esperado, pero no es para tanto.
— ¡Presumido! No cambias. —le das un leve empujón.
— ¿Ya van a volver con sus discusiones infantiles? —dijo mamá trayendo dos vasos con limonada.
—Oh my good, mamá, lemonade. Gracias. —coge uno de los vasos para tomar un sorbo.
— Oh my good —lo imitas— genial, ahora te haces el bilingüe.
— Perdona, es que ya es la costumbre. De todas formas la limonada de tu madre no se compara con la de ningún otro lugar. It's perfect —toma otro sorbo y emite un sonido de placer.
—Me alagas mucho, Nico. Gracias, y también por volver. No sabes lo mucho que te ha extrañado ___.
— Gracias mamá, pero eso se lo podría haber dicho yo misma.
Tu madre solo sonríe y te guiña el ojo.
— Bueno... Ya podremos hablar mejor, Nicolás, iré a ver mi novela y quizás me quedo dormida. En serio me alegra que hayas vuelto. —se despiden con un corto abrazo.— Tú no te duermas tan tarde, eh.—te señala con el dedo.
Rodeas los ojos y asientes.
— Sí, sí. Entendido.
— Por cierto, hijo, ¿dónde te quedarás?
— Aún no he ido a buscar un hotel.
— ¿Ah no? Pero no es necesario, te puedes quedar aquí. Usa el colchón de invitados.
— Muchas gracias mamá, de verdad. Que descanses.
Al quedarse solos Nicolás deja su vaso en la pequeña mesita. Tú recién empezaste a beber de la limonada.
— Ahora voy a volver a contarte mis historias de terror para que no puedas dormir.
— Ay no, por favor. No lo hagas. Es tu culpa si mañana no voy a la escuela.
— Yo sé que es lo que quieres.
— Sí, pero mamá me mata. Y a ti también por ser causante.
Se ríen y llevan los vasos a la cocina para lavarlos y guardarlos.
— ¿Quieres que salgamos a pasear?
— ¿Ahora?
— No, mañana.
— Mañana está bien.
— Sí me refería a hoy, pero si no puedes está bien.
Te ríes y haces una mueca.
— Mhm, bueno... ¿Y si mejor me ayudas a pintar unos dibujos y hacer mi tarea de matemáticas?
— ¿Tengo cara de saber todo eso?
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El chico de la Plaza
FanfictionHay desconocidos, que simplemente dan muchas ganas de conocer.