I. Prólogo

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- Por favor chicos, un minuto de silencio al menos! Vamos, vamos. Así es, manos en la cabeza por favor! Nadie toca el material aún, hasta que todos sus compañeros tengan el suyo. Excelente chicos, muy pero muy bien.

Mi nombre es Frank Iero y soy profesor en un jardín de infantes. Tengo un salón con 33 pequeñas criaturas enviadas del señor- no aclaró cual señor, a veces parecen criaturitas salidas del averno- a los cuales tengo que educar y amar incondicionalmente o al menos, eso es lo que jure cuando recibí mi título en la universidad. Trabajo con dos personas más en el aula y nos llevamos de maravilla. Rosa y Ana son mi mano derecha y mi mano izquierda y sin ellas estaría colgando en alguna viga.

- Frank, después de la actividad vamos al patio ¿cierto?- Rosa me mira con la duda tatuada en su rostro, ya que hace un frío que cala huesos.

Miro a mis demonios, los cuales están terminando de rellenar una imagen de nuestra bandera con papelitos de colores. Están cansados y con frío, pero aún así necesitan sacar energía y que mejor que corriendo y jugando por el patio.

- Consideró que es prudente salir Frank, están con las revoluciones a mil y sabemos que cuando eso pasa, termina más de alguno con mordiscos o chichones.

Ana ha hablado y no me queda más que darle la razón. Está chica lleva tiempo en su trabajo, más que yo, eso está claro.

Terminamos la actividad y luego de cantar la canción de finalización y abrigarlos más, salimos al patio.

Mis pequeños tienen solo 3 años, algunos a portas de cumplir los 4 y este es el último año que los tengo conmigo. Ya el próximo parten a colegios o escuelas.

En el patio los veo correr y jugar, saltar y reír y son tan inocentes, tan puros.

No puedo evitar amarlos, se han convertido en mi vida y es que es imposible no encariñarse con ellos, después de todos estoy aquí de lunes a viernes de las 8 de la mañana a las 5 de la tarde. Soy casi como un segundo padre o madre para ellos.

- Profesor Frank, Profesor Frank!!- Lucian se acerca con sus mejillas sonrosadas y el cabello alborotado- juegue con nosotros por favor! Juguemos al jurbol

Y me pasa la pelota.

Ana está trenzando el cabello de una de las chicas, mientras otras dos le trenzan el cabello a ella.

Rosa está haciendo jardinería con un grupo y hay otros ubicados en la biblioteca exterior. Gritan y corren y sus risas me llenan el alma.

- Vamos a jugar al Fútbol chicos, pero yo voy al arco.

Los escucho gritar un "siii" emocionado. Me dispongo frente al arco y de pronto veo a la directora que me hace señas desde la puerta de su oficina.

Me excuso con los pequeños y me encamino hacia ella.

- ¿Qué ocurrió ahora? ¿algún papá reclamando nuevamente por mis tatuajes?- me siento en la silla frente a su escritorio y la escucho bufar.

- Gracias al cielo este año no hemos recibido reclamos de este tipo de tus apoderados, supongo que se acostumbraron. Te llamo por otra situación. Sé que en tu salón tienes un sobre cupo y eso está jodido, pero llego una orden judicial y debemos aceptar a esta niñita.

- No, por favor! No sé cuál sea la situación, ni siquiera quiero saberla, pero mi respuesta es no. Por favor directora McCraken, mi sala no da abasto, tengo mobiliario solo para 32 y están viniendo los 33. No tengo camas para los 33, agradezco al cielo todos los días de que 5 chicos se vayan después de almuerzo, eso sin contar que todos tienen sus diferentes personalidades y necesidades. Lo siento, pero me niego.

Por una bodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora