Te despiertas. Miras el reloj de la mesilla con inmensa pereza y torpeza. Tanta, que casi lo tiras al suelo. Las 9:13. Uhm. Entrecierras los ojos y ronroneas. De repente una idea te viene a la cabeza.
Mueves lentamente el pie. Te levantas de la cama de un pequeño salto. Gruñes. No, no era un sueño. Y sí, si estás lesionado.
Cojeando vas a desayunar. Examinas todas y cada una de las cosas que podrías comer, pero no tienes hambre. Bueno, tienes que mantener el peso para la próxima competición...
Es domingo y no sabes que hacer. Los deberes, claro, y estudiar. No, sabes que no lo harás. Solo separas todas y cada una de las medallas en sus resprectivas categorías: oro, plata y bronce. Las contemplas. Hay más de plata que de las demás. Y en ese momento te das cuenta de lo que te dijo el entrenador antes de que entrases ayer al tatami, aquello que no estabas escuchando: "Siempre va a haber alguien mejor que tú, en todo, pero tienes que buscar ser el mejor, en todo". Y las medallas dan fe de ello.
Recoges todas las fotos que tienes de judo y las vas colocando en tu tablón, el que utilizabas para colgar cosas importantes, como el boletín informativo de la competición de ayer... Lo arrancas, lo rompes y lo tiras. Terminas de colocar las fotos y sobra un pequeño espacio. Coges un pedazo de papel y escribes esa frase que te dijo el entrenador. Perfecto.
Oh, dios mío. ¿Cómo vas a estar dos semanas sin entrenar? ¡El judo es tu vida! ¡Llevas desde los tres años en él! Vale que los primeros cinco años te los tomabas como un juego pero... Esto ya no es un juego. Es tu vida, que por las mañanas te levantes y digas "Joder, exámen", pero te acuerdes de que después hay entrenamiento y te corra un cosquilleo por la tripa y una dulce sonrisa aparezca en tu cara.
Te has sacado el cinturón marrón. Las katas que tanto miedo te daban, te han encantado. Y han supuesto mucho, mucho esfuerzo.Tu uke y tú estábais asustados. Os habéis ido acomodando, acostumbrando, y lo más importante, aprendiendo. Has visto el puntito de cada llave, eso que la hace preciosa, a esa llave en concreto, y a todas.
Porque el judo es bello señores, el judo es un arte.
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La adrenalina del judo.
AcakEstás en tu propia dimensión. Tu mente completamente desconectada de lo que pasa a tu alrededor, de los gritos que hasta hace un segundo, antes de que el árbitro gritara "¡Hajime!", oías animarte desde las gradas.