Tepe Qupuipieperopo Mapatipiapas

255 34 10
                                    

Capítulo IV: Junio, "Nada rinde sus frutos"

Comienza un nuevo mes y con él llega el frio y húmedo invierno, comenzaron las frías temperaturas, todos en la escuela debemos usar más capas de ropa y la incómoda chaqueta institucional, que es roja y azul, con el logo del colegio. Al principio me costó acostumbrarme a ella pero luego ya no podía separarme de mi querida chaqueta, incluso le hice una mejora para darle un toque más original, le realicé un corte a uno de los bolsillos, dejándome libre para usar todo el forro que cubría está como un gran bolsillo. Una de las razones de porque no me gustaban las chaquetas al inicio del invierno era que me impedían verle el trasero a mis compañeros, en especial a Matías, que nunca se sacaba esta prenda.

En una oportunidad Matías se agachó bastante y yo... simplemente no pude evitar la tentación de mirarlo, pero fue una estupidez, Luis estaba al lado mío y se dio cuenta:

— ¿Qué le estas mirando? —Me preguntó riéndose.

— Nada —le dije yo, tratando de salir del apuro— Solo sus zapatillas.

— Mmm, ¿seguro? —mostrándose poco convencido y divertido a la vez.

Y en medio de esta embarazosa situación apareció Raúl, quien quiso saber que sucedía:

— ¿Qué pasa aquí?, ¿Mauro?

— N-nada, cosas sin importancia —repliqué, pegándole un codazo por lo bajo a mi amigo— ¿Cierto Lucho?

— Si, nada importante, solo que el Mauro le estaba mirando perdidamente el culo al Arenas —respondió este.

— ¿Q-qué?, yo n-no, ¡mentira! —Traté de negarlo.

— Ah, vale entonces ya le contaste a Luis que tu... —no le deje terminar, sino que lo acallé aplastándole el pie lo más fuerte que pude por debajo de la mesa y lanzándole una mirada asesina.

Raúl, no sé si lo hizo de vengativo o simplemente por molestarme pero fue a decirle a Matías que le estábamos mirando el trasero, yo y Luis, al final yo estaba coloradisimo, muerto de vergüenza. La cosa es que Matías se acercó a nosotros y nos dijo:

— ¿Qué me andan mirando, par de wequitos? —y agregó una alegre carcajada.

— Nada, es el Mauro el que hacía cosas raras, yo no —le respondió Luis, ya que yo estaba muy sonrojado y tampoco me atrevía a hablarle.

— Jajaja, no se preocupen —respondió y sin más, se retiró.

— Luis, cállate, no lo molestes, recuerda, líder -le dije, recordándole nuestro "experimento".

Esta situación me trastornó mucho, ya que puso al alcance de Luis mi gran secreto, solo si se hubiera esforzado un poco más, se habría dado cuenta. Luego de esta conversación me preguntó qué a que se refería Raúl con lo que había dicho, yo lo negué todo, diciendo que ni idea de a qué se refería, al parecer quedó un tanto dudoso, ya que lo note un poco taciturno todo el resto de aquel día. Y por otro lado Matías también lo podría haber deducido fácilmente, pero afortunadamente para mí, creyó que oro estábamos bromeando y no le dio más importancia al asunto.

Bueno, creo que ya es hora de contarles un poco más sobre mí, ya que prácticamente he permanecido en el anonimato, ahora podrán comparar la ideas que se abran echo de mí, con lo que soy en realidad. Me presento, mis nombres son Mauro Matías (sí, Matías, al igual que él), soy un muchacho de 14 años, pequeño de estatura, que como ya les he dicho mido poco más de metro y medio, soy delgado y nada atlético, zurdo, de piel un poco morena. Mi rostro es normal, con una nariz respingada, ojos un tanto saltones y una boca pequeña. Psicológicamente... no sé cómo describirme, diría que soy bastante introvertido, un tanto misantrópico, ya que en particular no me gusta relacionarme con personas, solitario en pocas palabras, aparentemente feliz, ya que por dentro en realidad soy bastante infeliz. Mis pasatiempos son tocar el piano, aunque ya me estoy rindiendo en ello, cocinar, cuidar las plantas de mi jardín y el más importante y mi favorito, leer.

El Amante de la SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora