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"Tú haces que parezca magia

Porque no veo a nadie más que a ti.

Así que cuidaré de ti.

Voy a cuidar de ti.

Porque bebé, eres perfecto.

Sabes que nuestro amor será trágico,

Vivimos sin mentiras.

Tú eres mi tipo de noche favorita"

(The Weeknd - Earned it)


Después de dos años, Luhan decidió ponerle fin a su relación cuando supo que su novio le había estado siendo infiel con su secretario durante los últimos seis meses. 

Y aunque insistió fervientemente que sólo era por cuestiones laborales y para el bien de la editorial, aceptó viajar a Barcelona para ocupar el puesto de Jefe Directo de Fen, una de las editoriales chinas con más prestigio y poder en el mundo. 

LuHan se dijo que no era tiempo de ponerse a llorar y menos por una relación a la que ya veía fracasar desde hacía tiempo. 

No es que el chico fuese quisquilloso, pero no cualquier cosa le satisfacía y por supuesto, era de los que no esperaba absolutamente nada de alguien. 

Por lo tanto, el joven empresario de 27 años, puso su cabeza fría para pensar con claridad y tomar las mejores decisiones que pudieran beneficiar a la empresa después de la muerte de Ricardo Alcázar. 

Ricardo Alcázar era uno de los mejores socios que Fen pudo haberse conseguido desde que se fundó. No obstante, a veces la salud y el cuerpo no juegan del mismo lado que tú y terminan traicionándote. Por eso, antes de morir, dijo que la única persona que era capaz de mantener el equilibrio e incluso, hacerla crecer aún más, era ese chico, LuHan. 

A pesar de que venía de una familia de clase media y ahora su patrimonio alcanzaba una cifra tan jugosa como para ser considerado candidato a la revista Forbes; el chico de cabellos oscuros siempre se había conservado humilde. 

Llegaba dos horas antes de cada vuelo para hacer fila y poder documentar él mismo su equipaje. 

Usaba el transporte público.

Comía esa rica comida casera en los puestitos de la calle. Eso sí, siempre se encargaba de dejar una muy buena propina a cada restaurante que iba, por lo que, los empleados le estaban eternamente agradecidos. 

Incluso, hacía un mes, había costeado un largo viaje a sus padres alrededor del mundo que duraría por lo menos 5 meses más. Ellos habían hecho tanto por él que estaba seguro de que ahora que podía, debía devolverles un poquito de lo mucho que ellos hicieron desde que fue concebido. 

Era agradecido con las personas que habían sido buenas con él, daba la mano sin pedir nada a cambio cuando se presentaba la oportunidad y ayudaba a los ancianitos a cruzar la calle. 


No pudo decir que se sentía plenamente seguro de que haría un buen papel en aquel lugar. Simplemente las costumbres, la cultura y la manera de trabajar de los empleados era totalmente distinta de donde él provenía. 

Afortunadamente, y gracias a su talento para aprender idiomas de manera rápida, LuHan pudo adaptarse en pocas semanas a su nuevo lugar de trabajo. 

Decir que por las noches lloraba el recuerdo de su ex novio sería una burda mentira. 

A decir verdad, desde que había llegado ahí, no había pensando ni un segundo en YiFan. A esas alturas, se podría atrever a decir que incluso, no le guardaba ningún tipo de resentimiento y que de verdad, esperaba que las cosas con Tao funcionaran y no sólo se tratase de una aventura. 

Pasaron los días, las semanas, los meses y aquel muchacho de ojitos avellanados y bonita sonrisa había logrado que más socios de diversos países, aceptaran invertir en la Editorial, por lo que, el Director General de Fen, decidió celebrar una fiesta en la azotea de un edificio de un lujo mórbido.

 Dijo que no todos los días, el 95% de las sucursales incrementaban casi el triple de sus ingresos en tan sólo unos cuantos meses. 

LuHan no gustaba mucho de fiestas. El bullicio, el alcohol, las sonrisas fingidas no eran exactamente su estilo, pero debido a la insistencia de su jefe y su "No me puedes desairar, LuHan, esta fiesta es por y para ti" terminó por aceptar de manera cortés invitación.

Esa noche desprendía lujo y vanidad. Las mujeres usaban vestidos largos y costosos. No dudaba en que hubiera por lo menos 100 cajas de la mejor y más costosa Champagne en aquel espectáculo. 

Eran alrededor de las 12 de la noche. El chico sólo esperaba a que su jefe estuviera lo suficientemente borracho como para poder escaparse. 

Se había dicho que estaría ahí sólo un par de minutos, pero pasaron por lo menos tres horas escuchando absurdas bromas y ridículos chistes en el que todos reían y él, incómodamente, se daba pellizcos mentales para fingir que le causaban algún cierto de gracia también. 

-Señor- Habló por fin el chico, sintiéndose sofocado, dirigiéndose a su superior, quien ya se encontraba pasado de copas.  -Creo que es hora de retirarme, no me siento bien y...

-¡Joven Oh!- Exclamó el viejo ignorando las palabras de LuHan. El chico cerró los ojos e inhaló un poco de aire, rogando por encontrar un poquito más de paciencia. 

-Mira Lu- Se dirigió el viejo hacia el chico nuevamente. -Él es Oh Sehun, un inversionista coreano que está de paso por la ciudad. 

Decir que aquel hombre se le metió por los ojos esa noche, en ese preciso momento, fue poco. 

LuHan apenas recordó cómo se respiraba cuando se dio cuenta de que le faltaba el aire. 

¿Cómo se detiene el tiempo?

El joven empresario hubiera dado lo que fuera por congelar ese momento y observar durante horas a aquel joven de cabellos rubios. 

Era alto, fornido. Su traje estaba ceñido a su cuerpo y hacía resaltar la celestial figura que tenía.

¿Aquel hombre era algo real? Porque le parecía imposible ver a un hombre tan hermoso como él frente a él.

Una resequedad se albergó en su garganta y le fue imposible hablar. 

-Hola, LuHan- Extendió la mano con una grata sonrisa. 

-Soy Oh, Sehun, es un placer conocerte. 






POR FAVOR NO TE VAYAS [HUNHAN MPREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora