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Al otro día cuando Iris se miro al espejo, se sintió la chica más horrible del mundo.

Su cara estaba hinchada, los granos parecían no desaparecer nunca, su pelo no se quedaba quieto y su cuerpo estaba cambiando para peor. No era nada comparada con Eva.

Samantha no tardo en notar la mirada devastada en su hija.

Si Iris tan solo supiera lo hermosa que era para su madre. Ella era dulce y buena, hermosa para los ojos de las personas, menos para los suyos propios.

Si Iris tan solo supiera que en alguna parte de la ciudad, Stannley suspiraba por lo hermosa que se veía copiando apuntes, comiendo galletas o leyendo.

Si Iris tal solo supiera que Oliver no valía la pena.

Pero ahí estaban, en la mesa del living de su casa mientras un lento jazz sonaba de fondo con una taza de té en la mano. Enfrente de ella Oliver la observaba con sus ojos brillantes y sonrisa fácil.

—El martes veré a Eva.

Iris fingió una sonrisa y apretó la taza más fuerte.

—Debes estar nervioso.

Él se encogió de hombros; —La dejare rendida a mis pies.

—Mientras que no la dejes embarazada, déjala como quieras.

—¡Tú también! —se quejo —tuve charlas de educación sexual con todo el mundo. No va a pasar nada.

¿Con todo el mundo?, se pregunto ella. Le daba rabia saber que "todo el mundo" sabía sobre Eva mientras que Oliver siempre mantenía a Iris escondida como si fuera un secreto. Iris se preguntaba si alguna vez habría hablado con sus amigos sobre ella, por qué Oliver nunca había subido ni una sola foto a sus redes sociales con ella o la había abrazado en público.

Le daba tanta rabia.

—¿Sabes? Te voy a decir algo que no le dije nunca a nadie.

Entonces hacia eso. Depositaba su confianza en ella e Iris se sentía la dueña de su afección, más especial que alguna de esas chicas que tenían sus besos una sola noche.

—Pues dime, no siempre me cuentas un secreto.

—Mi fantasía sexual siempre fue tener relaciones en la encimera de una cocina.

Iris sonrió sonrojada, sin saber porqué. Cuando Oliver volvió la vista a su té, ella miro de reojo la encimera de su cocina mientras sus pensamientos se tornaban pecaminosos.

Vamos que más de una vez de había imaginado besar a Oliver. Lo había imaginado dulce, pausado, con los labios fríos y un poco húmedos. Él la sostendría de la parte trasera de su cuello y ella se pondría en puntas de pie.

Pero... ¿relaciones sexuales? Ni loca. No se sentía ni la mitad de preparada para ese paso. ¿Y si quedaba embarazada, y si dolía mucho?

Entonces pensaba, cómo alguien (Eva, en este caso) podía entregarse a alguien que no amaba, tan fácilmente. Ella era libre de hacer lo que quisiera, pero no sentir ni una pizca de amor... Aun mas sabiendo cómo era Oliver. De seguro él obtendría lo que quería para luego no hablarle nunca más.

Iris negó con la cabeza, no era quien para juzgar. ¿Acaso no era más cobarde quedarse mirando desde la lejanía a su amor secreto que entregarse con total libertad?

—¡Iris! — Oliver zarandeo su mano frente a los ojos de su amiga quien se había quedado metida en sus pensamientos—¿Vemos una peli?

Los mejores amigos movieron las cosas para el sofá de la sala. Iris apoyo su cabeza en el hombro de Oliver, lo más que se arriesgaba a hacer sin sentir rechazo. Para su sorpresa, Oliver pasó el brazo por su hombro y la atrajo hacia sí.

La película comenzó e Iris sin darse cuenta fue poco a poco quedándose dormida en los brazos de su amor imposible.

Luego de eso tenía un recuerdo borroso de Oliver sonriéndole con dulzura y besándole la frente para luego arroparla y volver a su casa.

🌵🌵🌵


El martes Oliver parecía bastante contento para el malhumor matutino de Iris.

Normalmente tomaban asientos juntos en clase y recién luego de una hora se dirigían la palabra.

Esta vez, el castaño parecía no poder cerrar el pico y la paciencia de Iris se iba acabando.

Lo odiaba. Lo odiaba por estar de buen humor. Lo odiaba por hacerla sentir mal. Lo odiaba porque sabía la razón de su buen humor.

Hoy era martes... el famoso día. El día donde las esperanzas de Iris se iban a romper como un cristal impactado por una piedra.

Eva le sonreía coquetamente a su amigo desde los primeros bancos. Ella rodó los ojos, ignorando a las estupideces de Eva y Oliver y se giro hacia Stan y Cielo.

—¿Qué hay, chicos?

—Acá, cortando la tensión sexual con cuchillos— bromeo Stan pasando su mano por el aire.

—Basta ya— dijo Cielo extrañamente seria— Si vuelves a decir sexual comenzaran a quitarse la ropa a mordiscones aquí mismo.

Si, era muy serio para ser verdad.

Iris volvió a rodar los ojos, sin encontrar la distracción necesaria en Stan y Cielo.

Entonces hizo algo muy característico de ella, tomo los auriculares, los desenredo, los puso sobre sus oidos y eligió al cantante mas histérico y desgarrador que tenía en una lista especial para momentos en lo que quería que la música matara sus pensamientos y sus oídos.

Oliver la miro extraño, escuchando el murmullo de la música al volumen más fuerte. Decidió que luego le preguntaría que le pasaba, aunque sabía que era en vano porque Iris nunca se abriría con él tan profundamente, ni con nadie. A los minutos de volver a conectar miradas con Eva, Oliver recupero el buen humor y se olvido del aura gris que tenía a su lado

Y así transcurrió el día, con la cabeza del castaño centrada en una cosa que quedaba entre las piernas femeninas. Tan centrado en otra cosa que cuando se despidió de su amiga para ir a la casa de Eva nunca se dio cuenta de las lágrimas que comenzaron a salir a penas doblo la esquina.





Holaaaaa, volví. Gracias por la espera.

Quiero decir que me encanta que comenten, pocas veces entro a Wattpad y al encontrarme tanto apoyo estoy empezando a creer que debería entrar mas seguido. Prometo no olvidarme mas de ustedes!

Si llegamos a los 100 vistas subiré otro capitulo! Sino, hasta la próxima semana

Besos, Cookie.

Cactus. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora