Las cortinas oliváceas que cubrían los grandes ventanales de mi habitación, no permitían que se filtrara la luz de la mañana.
De una nueva mañana.
De un nuevo comienzo.
Abrí los ojos de manera apremiante. Estaba sofocada e hiperventilaba sonoramente.
Las cobijas de mi cama estaban revueltas a mis pies y las sábanas estaban algo húmedas debido a mi transpiración.
Me pasé una mano por la frente para quitar el exceso de sudor.
Yo casi nunca soñaba y por esa misma razón había quedado traspuesta luego de despertar de aquel sueño. Tan vívido que parecía mentira el no haber estado allí. Tan real que todavía sentía los labios hinchados por el beso que me había dado aquel chico.
Mi cabeza daba vueltas conforme me orientaba y tomaba más lucidez.
Me vi rodeada de muebles y accesorios, los que conformaban mi pieza, ahora casi a oscuras, debido a aquellas cortinas.
Tomé la colcha de plumas y me la puse sobre la cabeza. No quería despertar. Quería volver a aquel lugar tan extraño… ¿Cuál era su nombre? Ana, Ania, Anea… Algo así.
Pronto, demasiado para mi gusto, fui olvidando lugares, caras, sucesos y nombres… Todas aquellas imágenes se volvieran borrosas e inexactas a excepción de una sola cosa.
Esos ojos verdes seguían acechando mi mente. Hermosas esmeraldas rodeadas de un sin fin de gruesas pestañas oscuras, casi negras. Mi corazón latió enérgico al recordarlo.
Los pájaros cantaban y trinaban dándome los buenos días. Por un momento pensé que no deberían estar allí. Añoraba un lugar mucho más silencioso. ¿Siempre cantaban así, siempre hacían tanto ruido?
Me pareció extraño oírles cantar, como si no lo hubieran hecho en mucho tiempo. Sin embargo estábamos comenzando la primavera… Era obvio que cantaran.
Escuché abrir la puerta de mi pieza y di un suspiro. Era mi nana que venía a despertarme como todas las mañanas..
Los pasos, rápidos y sigilosos, se dirigieron a la ventana. ¡Qué extraño! No recordaba que mi nana fuera tan discreta. El clásico sonido del movimiento de la tela me dio a entender que ella había abierto las cortinas para permitir pasar la luz del nuevo día.
- Dama Sofía – dijo – es hora de levantarse. - No me gustó la forma en que me llamó. Me traía un vago recuerdo de alguien… ¿De quién?
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El Legado de A-Nea - A-Nea II
FantasíaNo ha sido fácil pero Sofía ya ha dominado los seis dones... ¿Pero y si no recuerda nada?, ¿Y si sus amigos no están a su lado? ¿Y si se avecina una batalla y ni siquiera sabe contra qué pelea? Las aventuras no han terminado pero esta vez Sofía ya n...