La jardinería me fascina a tal grado de ser una compulsiva en mantener muy bien cuidado el jardín de mi casa y la de mi madre, ya lo he tomado como un pasa tiempo que me distrae de todo y todos.
—Señorita Andiana Landivar- dice una voz bastante gruesa a mis espaldas. Realmente ya no me considero una señorita tengo 21 años y algunos amigos aun se burlan de mi por vivir con mi madre y no lo hago por que quiera ser mantenida, simplemente vivo con ella y le ayudo económicamente pero que se vayan al diablo los que digan algo.
—Sí, soy yo. - respondo confundida, mientras me doy la vuelta en busca del rostro de esa gruesa voz; pero me llevo una gran sorpresa, el dueño de esa voz es un hombre bastante alto y musculoso vestido con traje negro acompañado de otros cinco hombres vestidos igual y de las casi mismas características, si no fuese por la diferencia de rostros, al parecer son guardaespaldas.
—Que bonito jardín... pero necesita acompañarnos, su madre ya a autorizado y firmado todo, su jardín tendrá que esperar.- explica mientras me señala con los cinco dedos una camioneta negra polarizada que se acaba de parquear cerca de la acera.
—¿De que habla?- pregunto en tono serio, intentando aclarar todo, mientras empiezo a examinar los rostros de los otros hombres.
—No pregunté señorita Landivar, solo debe de acompañarnos. - me toma del brazo uno de los hombres.
—¡Déjeme en paz maldito bastardo!- grito, mientras salgo corriendo hacia el interior de la casa, en busca del teléfono y ayuda de la policía. Nada de lo que hablan cuadra con lo que ha pasado, mi madre ha estado de viaje durante dos semanas atrás así que... ¿como esos hombre pudieron contactar a mi madre?
Tomo el teléfono de la cocina y marco el primer número. Un cristal se rompe, el ruido proviene de la puerta trasera de la casa. Veo que es uno de los hombres. Marco otro y otro número hasta completar el número telefónico pero ya es demasiado tarde. Otro hombre que ni siquiera sé por donde entró me toma por la espalda y tapa mi boca con su mano con una gran fuerza. Tomo lo que sea que haya tomado y lo golpeó con eso en su muslo derecho, era un cubierto y no logra nada, solo más enojo en aquel hombre. No sé cómo me deshago de esa mano en mi boca y salgo hacia la habitación de mi madre en busca del arma, busco debajo de los cajones de la cama, tomo el arma y de la nada se rompen las ventanas de la habitación y de un momento al otro me encuentro rodeada de seis hombres, le disparo a uno en el pecho, cae al suelo y se vuelve a levantar mientras veo que se quita un chaleco antibalas balas; Mi furia y confusión aumentan, jamás imaginé dispararle a una persona pero tampoco llegaría a cederle cualquier oportunidad para que me hiciese daño. Uno de los hombre saca una arma, lo veo directamente a ese rostro lleno de odio, y sin compasión alguna hala el gatillo y la bala se inserta en mi muslo, no sé en cual de los dos pero el dolor empieza apoderarse de mi cuerpo; caigo al suelo de manera pasmada. Estoy indefensa, soy una presa fácil, las lágrimas empiezan a salir, mis pulmones ya no tienen aire, me estoy ahogando. Veo la sangre en mi muslo ¿izquierdo? Los hombres se acercan a mi con una lentitud como si estuviesen disfrutando mi dolor. Solo pienso en algo... En salir de todo esto. El hombre del arma se acerca a mi rostro y sin pensarlo lo golpeó con las pocas fuerzas que me quedan. El hombre me mira directo a los ojos con un gran odio y me golpea con el mango del arma... Mi vista se nubla... Y lo que empiezo a pensar es que seré violada por todos estos hombres o seré asesinada de una forma brutal solo para su placer... El aire de mis pulmones desaparecen por completo y todo se oscurece.
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Simplemente desconocidos
De Todo-Sólo se volverán unos simples desconocidos para ustedes mismos. Será mejor que se preparen, esto se va a poner peor