Matías

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Mi imagen es un poco femenina y no es que me vista de rosado y me pinté los labios simplemente soy un poco masculino, no me gusta eructar enfrente de alguien, ni mucho menos lanzarme gases en cualquier parte y sobre todo no veo a una mujer como un juguete sexual para solo una noche, pero a la hora de los problemas mi fuerzas aumentan a tal grado de estar dispuesto a todo, incluso recuerdo cuando golpee a mi padrastro con una llave Stillson en la espalda, el maldito se fue directo al hospital y estuvo casi un mes entero recuperándose, la verdad no lo hice con maldad simplemente lo hice por enojo, lo había  visto besándose con una chica y no era cualquier chica, era una amiga de mi novia la cual tiene como unos 19 o 20 años y no era solo eso, estaba engañando a mi madre. Así que se lo merecía.

La mecánica no me encanta pero si la profeso, el auto últimamente a tenido problemas con el ventilador así que lo reviso mientras escucho una banda que ni siquiera sé cómo se llama, el calor es demasiado fuerte a estas horas del día, el portón de garage se encuentra en par en par. Jóvenes con los cuales me gustaría jugar al basketball pero siempre pasan por aquí haciendo demasiado ruido y desconcentrandome, pero lastimosamente no podría jugar con ellos tienen entre 13 y 17, yo tengo 18 el problema es que pronto me mudaré a mi propia casa o apartamento. No sé, que sienta vivir sólo, nunca lo he experimentado pero imagino que es relajante y hermoso. Ah! Cierto también soy un poco femenino al hablar utilizo palabras extrañas, pero no importa.

—Joven Matías Asturias...- escucho desde abajo del auto, salgo de ahí y veo a ocho hombres que me rodean. El que me habla lleva una placa rectangular en el pecho al lado izquierdo.

—¿Sí?- digo confundido. Sus trajes tan limpios me hacen pensar que son modelos de ropa fina, pero no lo creo, su físico parece el de un soldado o algo parecido.

—Debes de acompañarnos.- explica el hombre de la placa.

—No soy Matías Asturias... Lo conozco, pero no soy él, es mi hermano...

—¿Donde está? Debe de acompañarnos.

—Ya no está aquí, esa es más que suficiente información.

—No lo trates de esconder. - dice el hombre de la placa mientras empieza a sacar una arma de su cinturón.

Sé que esto no es nada bueno, nadie llega de la nada acompañado de siete hombres en busca de tú hermano, el cual ya está muerto desde dos años atrás.  Sin pensarlo dos veces me dirijo a la puerta que se conecta del garage al corredor que lleva a la cocina. Los hombres me empiezan a seguir a un paso leve. Cómo si estuvieran caminado. Al percatarme intento correr en busca de mi madre pero es muy tarde, los ocho hombres ya me tienen rodeado, me tienen acorralado en la cocina donde no hay mucho con que defenderse, los cuchillos están bajo llave, mi madre toma esa medida para que no mate a mi padrastro.

—No huyas hijo. Si no está tú hermano te llevaremos a ti entonces, lo suplantaras. - otro de los hombres empieza a sacar un tipo de cargador inalámbrico, es esa porquería que utiliza la policía para electrocutar gente.- solo debes de acompañarnos.

No tengo otra alternativa, me tengo que entregar para lo que sea que quieran hacer conmigo.  Aunque... Cerca de mí hay un insecticida ¿Que hace cosas como está aquí? Lo podría usar como gas pimienta. Lo tomó lo más rápido que puedo, el hombre dispara esa cosa eléctrica, la intento esquivar y lo logro, no tengo otra alternativa. Corro en hacía al hombre de la pistola eléctrica y le rocío los ojos con el insecticida, empieza gritar. Salgo de la cocina, subo las escaleras que me dirigirán a las habitaciones; en la primera se puede encontrar mi padrastro tal vez tenga una idea de que hacer o algo así. Uno de los hombres empieza a disparar sin cordura mientras subo las escaleras. Entró a la habitación y no hay nadie ¡Donde carajos está ese hombre cuando se necesita! La puerta cae por una gran patada que uno de los hombres le lanza. Tomo un encendedor de la mesa de noche de mi padrastro fumador y una fuerte... E inflamable idea nace en mi  cabeza. Los hombres nuevamente me tiene acorralado. Respiro, intento tranquilizarme y hablo.

— Ya, ya. Tranquilos, basta... - digo mientras tomo aire. - me rindo, no me hagan daño, sólo no le hagan daño a mi familia- levanto las manos a la altura de mis hombros, en la mano derecha el insecticida y en la izquierda el encendedor.

—Sigue nuestras órdenes y no te haremos daño- explica un hombre.

—Sólo déjame hacer algo- me acercó a la única ventana que hay en la habitación de aproximadamente dos metros.

—No intentes escapar.

—No lo haré... - digo mientras estoy apunto de presionar el click del insecticida. Uno de los hombres se acerca a mi. - Estoy preparado- murmuro.

Presiono el click, el aroma tóxica a insecticida vuela por toda la habitación muy rápido, y sin parpadear hago que el encendedor empiece con el fuego, lanzó la botella de insecticida y el encendedor hacia los hombres, me lanzó de espaldas hacia el cristal de la ventana. Se rompe el cristal, después de un momento mientras caigo veo una pequeña llamarada que sale de la ventana y una pequeña explosión se eacucha. Caigo al duro suelo adolorido por la caída y por los pequeños pedazos de cristal que se han incrustado en la piel de mi espalda. Intento levantarme pero me duele la parte baja de mi espalda. Escucho un fuerte cierre de una puerta de auto, veo a los lados y un hombre se dirige hacía mí, el cual seguramente ha bajado de la camioneta negra polarizada.

—Eres un maldito parásito - grita mientras corre hacia mi con tanta rapidez y escucho un grito de mujer, seguidamente veo la suela de un zapato que está apunto de golpearme la cabeza. De un instante al otro todo es como un cielo sin estrellas.

Simplemente desconocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora