HOLA MADRE No sabes lo difícil que ha sido para mí escribir estas palabras... ¿Sabes por qué?... Porque en mi vida también existieron cosas buenas y tú te cuentas entre la mejor de todas Hubo momentos difíciles, lo sé. Nos dijimos palabras hirientes y tomamos decisiones apresuradas. Pero al hacer un recuento de mis momentos felices, tú apareces en todos ellos. Tú fuiste la cara contraria al mundo capitalista que hemos creado los seres humanos: siempre fuiste amorosa, amable, preocupada, adecuadamente celosa... Dicen que cada persona tiene al menos otras cinco personas que darían la vida por él o ella... creo que tú eres la única en mi caso... Quería decirte que nunca fui la rata que te hicieron creer... solo fui un inmaduro chico adolescente tratado como un delincuente de cuarenta. Fui inmaduro, irresponsable, fui una carga... un vago. Pero nunca fui una mala persona. Trataba de hacer las cosas bien, solo que en la mayoría de veces me salían mal Desperdicié mi vida en cosas sin sentido... sobre todo por la presión de los demás, pero también porque nunca tuve la valentía de parar a tiempo. Aprendí mucho de cálculo, mucho de finanzas... pero nunca supe decirle a nadie lo mucho que lo quería... mi vida fue una constante tristeza. Tal vez este sea un momento difícil. Tal vez nunca logren entender los motivos que me llevaron a semejante decisión. Creo que es momento de explicarlos y aunque pedí muy pocas cosas en mi vida, ahora debo pedir que alguien se ponga en mis zapatos: Ya no sentía pasión por lo que hacía...Ya no tengo sueños. Ni siquiera de los que tenemos al dormir. Las cosas en la Universidad iban cada vez peor: odiaba lo que me enseñaban, odiaba a esa gente con una mirada de "Yo soy superior que tú", me estaban enseñando a ser quien no era, a odiar a los pobres, a ser ateo, a adorar al dios dinero. Bendito sea JAH que jamás lo consiguieron. El único remanso de paz en este extraño lugar era aquella sala de internet en la que unos audífonos me hacían olvidar mis penas. Fallaba constantemente y no me valía nada de interés las clases. Era como un Zombie: hacía las cosas pero no me nacían. Todo era una rutina No tenía amigos. Y no porque no pudiera hacerlos. Sino porque odiaba estar rodeado de personas presumiendo quién tenía el carro más lujoso, quién llevaba el mejor perfume o quién se había ennoviado con la mejor compañera. No quería que fueran como yo... solo quería que me aceptaran con mis gustos. Pero no... ellos querían transformarme y luego destruirme. Esa es la forma en la que actúa el mundo de hoy: crees que eres parte de él y luego llega la fama y la vida buena. Pero de repente te ves en el suelo y tus "amigos" pasándote por encima. Las cosas con mi familia las conoces de sobra: llegar a casa era pasar de un infierno a otro. Por eso me encerraba siempre en mi cuarto: este era un lugar de paz donde me alejaba de lo que más odiaba: a los seres humanos. Sí, me siento como Kurt Cobain (cantante de NIRVANA): Odio y Amo a la gente. Las personas somos la peor escoria, deberíamos ser destruidos pronto, pero al mismo tiempo gente como tú o como mis hermanos me hacen sentir lo contrario. Sé que la mayoría no entenderán eso de Odiar y Amar a la gente, pero en mí cobra un sentido inexplicable. Por otro lado, lo que veía a mí alrededor me deprimía cada vez más. Nunca logré entender por qué la mujer es inferior al hombre, o por qué los hombres no deben llorar, o por qué un afro descendiente es inferior a un caucásico. No sé si todo el mundo está loco o yo soy el que no cuadra... Pero en cualquier caso me siento orgulloso de nunca escuchar reggaetón, o de nunca haber humillado a nadie o de poner el sentido espiritual por encima de cualquier cosa. Y aquí es donde seguramente estarás preocupada: en mi vida espiritual Dios siempre fue mi apoyo. El Rastafari fue el soporte que no encontré en los humanos. Tal vez piensen en la cobardía que representa mi decisión, pero piensa hacía donde iría mi rumbo: He estudiado el 70% de mi vida solo para conseguir un cupo en la U y allí seguir estudiando el resto de mi vida... Luego trabajar como un esclavo para siquiera comer y al tener 70 años, caminar con mi respirador artificial para cobrar la pensión. No estoy exagerando, tú más que nadie debe saber que es cierto lo que digo. Ahora dime, ¿Aquel que conoce ese triste destino y aún así continúa, es un valiente? A mí me parece más bien un estúpido. Sé que mis penas no son comparables con las que vive un inocente en la cárcel o con las que viven a diario chicos africanos. Muchos me criticarán por eso. Pero yo no puedo agachar la cabeza ante los crímenes de la vida, estoy cansado de poner la otra mejilla... Creo que me harté de lo que dicen los demás. Es algo que debí hacerlo hace mucho. ¿Qué importa que los demás me digan cobarde, si yo me siento bien? Por pensar en lo que dicen los demás, siempre vivimos infelices... Y acabar con mis penas, hace parte de mi felicidad