CAPÍTULO 2

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CAPÍTULO 2

Desperté como cualquier otro día, deseando no despertar, mire a mi alrededor esperanzada de que ese día fuera diferente, pero no, todo estaba en el mismo lugar del día anterior, mi cama en medio de mi dormitorio, enfrente mi diminuta televisión que mi madre había conseguido con tanto esfuerzo, estaba apagada pero la vi fijamente por un instante como si por arte de magia esta fuera a encender; mire al lado izquierdo de mi televisión, ahí se encontraba mi pequeño pez Betta al cuál le había puesto mango . Mi dormitorio no era grande ni mucho menos, y estaba muy desordenado, no le veía el sentido de arreglarlo, nunca iban a visitarme.

-buenos días- dijo mi madre sirviéndome el desayuno como de costumbre.

-hola- le sonreí.

Me senté en la mesa y desayune, mientras mi madre entraba en su cuarto a cambiarse, la misma rutina de todos los días.

Nuestra vida había cambiado hace un año atrás, ahora vivíamos con su pareja, mi madre salía con el desde hace tres años pero apenas llevábamos un año viviendo juntos, un año de la misma mierda, de la misma rutina diaria. Mi madre no era una mujer que tuviera parejas así que realmente fue raro para mi ir a vivir con el, además me llevaba muy mal con su pareja, había días en los que nos ignorábamos por completo y otros en los que nos pelábamos día y noche.

-¿Estas lista?- dijo mi madre entrando a mi dormitorio.

-si, supongo que si- la mire y me sonrió.

Camine a la puerta del edificio y salí caminando a la dirección de siempre, a la escuela.

-¿Enserio tengo que ir?- la mire

-Si, ya es segundo de secundaria, es importante, en dos años entrarás a la preparatoria- su mirada se perdió.-yo no tuve esta oportunidad y quiero que tu la tengas- sus ojos brillaban y de ellos cayeron pequeñas lágrimas.

Sonreí y seguí caminando, la verdad no quería ir a esa escuela, me gustaba estudiar pero esa escuela era una mierda. Mi madre tenía razón, yo ya estaba entrando a segundo de secundaria, ya tenía 12 años y a pesar de ser la más chica de mi salón era inteligente y tenía que aprovecharlo al máximo, esta vez no tenía tanto miedo como cuando entré a primero de secundaria, pues conocía a todos, no me llevaba bien con ellos, pero al menos me conocían.

Aprendiendo a sonreir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora