la temperatura afuera es inferior a la que alcanza tu corazón cuando estás junto a mi,
pero esa no es la razón por la que mis manos tiemblantiemblan por miedo,
miedo a que veas que tengo miedo, y me ataques para ocultar tu propio temoroculto ambas manos en mis bolsillos, y mi rostro en una sonrisa, para evitar que mi colección de susurros aumente.
porque eso lo único que obtengo; una mirada de compasión, un suave «pobre chica» y, cuando todo termine, una simple nota en el diario.
me convierto en un número que no para de crecer. una sombra más dando vueltas por la ciudad.
cada día, cada minuto, una menos, y lo único que nos queda al resto, es desear seguir perteneciendo al resto.