Capítulo 1

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Miraba al horizonte, de nuevo mi mente divagaba quien sabe donde, mi guitarra a un lado, había dejado de tocarla hacía ya un rato, la inspiración simplemente no golpeaba a mi puerta esta mañana. Ni esta, ni muchas otras.

Había conseguido en poco tiempo convertirme en una cantante muy respetada en el país, y era muy feliz, estaba logrando lo que tanto trabajo me había costado, mis canciones sonaban en las radios en todo momento y la sensación era increíble.

Sin embargo, había algo, algo que no lograba entender, un vacío que no conseguía llenar. Mis canciones eran amadas por multitudes, se identificaban con ellas, pero a veces no las sentía mías, eran historias que se me pasaban por la cabeza y tantas veces deseaba que fueran mías.

-De nuevo liada en tu mundo malagueña.- Nali llegaba con su guitarra al hombro y se sentaba a mi lado en el sofá.

Era una chica alta, de cabello castaño, ojos marrones, muy maja, algo alborotada y divertida, siempre de buen humor, a veces me desesperaba tanto optimismo y otras tantas me sacaba de mis malos ratos. Nos conocimos en un viaje a Argentina, me echó el cable en un problema y al instante nos entendimos muy bien, se auto contrató como mi corista entre bromas y bromas, y al final la invité a venir a España conmigo, nos hicimos muy buenas amigas en poco tiempo. Tenía un gran talento, que aunque no lo quería mostrar al mundo, yo estaba empecinada en que lo haga, me decía que sus temas eran solo para ella y sus amigos, aunque sabía que no era así, que deseaba que sean conocidos, pero le faltaba ese empujón que yo estaba buscando darle.

-Ya sabes, no tengo tus ideas.- Dije achicando los ojos y haciéndole mala cara.

-Es que, ¿sabés que te falta malagueña?... ¡enamorarte!- Gritó al decir esto último. -De verdad que cupido se las trae con vos ¿eh?- Reía a carcajadas.

-Uy, habló la experta.- Dije en tono de burla.

Ella seguía riendo a carcajadas.

Cuanta razón tenía, aunque yo era una amante de la vida y era muy feliz así, la verdad es que nunca me había enamorado y tal vez ese era el vacío que no lograba llenar.

-Ya, ya, ya, no molestes argentina, suenas como la chilena, que me tiene loca con que me va a presentar a sus amigas. De verdad tía, que me satura.- Comencé a reír después de decir aquello.

-Yo nada mas te quiero hacer un favor, pero tú que te empecinas en que estas mejor sola.- Decía Gabriela que se asomaba por la puerta.

Era una periodista chilena de mediana estatura, cabello castaño y ojos verdes que se había mudado hace unos años a España. Conocía a Nali por whatsapp y apenas esta última llegó conmigo, la buscó, se querían como hermanas, llevaban muchos años hablando así y habían creado un vínculo muy lindo a través del móvil, algo que aun no entendía, pero en fin, se volvieron parte de mi grupo de amigas, y hasta se convirtieron en mis confidentes y cómplices.

-¿Lista niñas?- Dijo Ana, mi amiga de toda la vida y manager, mientras entraba por la puerta. -¡Nali! Ni te has cambiado tía.- Gritó.

-Pero si ya estoy lista.- Rodeó los ojos al decir aquello.

-Ni te gastes Ana- Recalcó Gabriela. -Es una batalla perdida con la moda.-

-Ya, ya, ya, salgamos. ¡Que se entere Madrid que hoy nos vamos de fiesta!- Dije bailando.

Salimos las cuatro por la puerta y Gabriela se acercó colocando un brazo sobre mi hombro.

-Amiga, esta noche tengo una amiga para presentarte...-

A veces la vida improvisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora