Capítulo 8: El monje, la ladrona y el arquero

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Tiempo después de lo acontecido en el reino de las bombas, Androxus se reunió con el dios Ptereo, buscando saber si los preparativos para el torneo del poder estaban por terminarse y para su sorpresa, Ptereo se encontraba allí en su solitario trono, contemplando un cristal poderoso, como si estuviese viendo un programa de televisión, al darse cuenta de la presencia de Androxus, el dios le pidió acercarse a mirar también.

En el cristal se encontraba la vida de aquellos que el dios Ptereo había elegido para participar en su prueba del campeón, guerreros fuertes y habilidosos que darían un gran espectáculo y determinarían a su sucesor al trono como guardianes oscuros de aquel temible y malévolo dios.

Hasta ahora había logrado ver grandes hazañas y calamidades, pero entre todo el caos, una de las situaciones que más le llamaron la atención, fue la de un par peculiar de personas, que se protegían el uno al otro a muerte, debido a su fuerte conexión y a sus vidas entrelazadas, que los habían unido.

Androxus se encontraba confundido, ya que en esas figuras no se reflejaba habilidad o tenacidad alguna, no parecían ser guerreros habilidosos, si al caso, la fuerza bruta de uno de los dos era rescatable, pero aun así no disponía de características particulares que lo hicieran destacar entre todos lo demás guerreros que Ptereo había elegido para el torneo.

Pero Androxus estaba equivocado y apenas juzgaba al libro por su portada, sin leer lo que había realmente contenido entre las páginas de este particular dúo. Antes de proceder con su historia, Ptereo le informó a Androxus que comenzaría a transportar a los guerreros a la gran arena, tan pronto como consiguiera terminar de construirla, ya que sus sirvientes eran unos incompetentes y se habían tardado más de lo habitual, seguido esto, continuó con la historia que le explicaba a Androxus por qué eligió a estos dos para la prueba del campeón.

Androxus se sentó en la mesa a degustar un gran filete con su antiguo maestro, llevaba meses sin probar tal delicia, ya que había estado viajando por todo Crosswind Hold para encontrar nuevos guerreros, pero solo había encontrado un rival digno para él, al recordar sobre este individuo, inmediatamente le pidió a Ptereo posponer la historia que estaba por contarle para que pudiera hablarle sobre este gran adversario que sería perfecto para la prueba del campeón, los ojos grandes y vacíos de Ptereo se abrieron con gran curiosidad y exigió inmediatamente a Androxus que contara todo sobre esta persona con la que había luchado para reclutarla inmediatamente así fuera contra su voluntad o no.

Androxus inmediatamente asintió y empezó a contarle sobre este gran adversario. Cuenta que mientras vagaba por uno valle de las planicies desiertas al este de la gran capital, se encontró con un campamento pequeño, donde parecía haber bastante comida para satisfacer a unas 5 personas, pero solo una tienda de campaña se encontraba allí. Por lo que su curiosidad inmediatamente se despertó, empezó a buscar en la tienda, pero solamente encontró una bufanda de tela de escarabajo que yacía tendida como almohada dentro de la tienda y un frasco bastante grande cuyos contenidos era un misterio para él.

Después de su breve búsqueda, Androxus se dispuso a degustar la comida que yacía en el campamento, debido a que en sus viajes no había comido más que frutos de los árboles dormidos y solamente había tomado agua de unos riachuelos que había encontrado. Esto lo hacía claramente por elección, ya que deseaba probarse a sí mismo que podía con las condiciones más extremas de calor y hambruna, además de probar el potencial de su cuerpo y alma nueva, que le habían sido otorgados por el dios Ptereo.

Pero cuando se disponía a comer un gran trozo de carne de jabalí, ya cocinado, una flecha a toda velocidad se aproximó hacia él, arrebatándole su comida de las manos y clavándola en un tronco cerca de él.

Paladins: Los campeones del reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora