Recuerdos de una Alfa y un Omega.

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Freak on a leash -Korn
Era tiempos de invierno, donde la naturaleza moría para renacer en primavera.

Pero ahora los tiempos eran diferentes, todo se había descontrolado, ya nadie estaba a salvo. Está vez la llegada de la primavera parecía imposible.

A lo lejos en un pequeño Orfanato alejado de la cuidad, se encontraban dos hermanos junto con un grupo de niños.

- Sara, deberíamos buscar un mejor lugar para refugiarnos. Aquí no hay nada, la única arma que teníamos la utilizamos con el director del instituto y casi morimos en el intento, si no fuera por las nanas, que dieron su vida.
- Lo sé... pero por ahora sería mejor estar juntos unos días aquí, por lo menos hasta que me mejore.

Michel se quedo mirando al piso. Sabía que había cometido un error al atender al llamado del director muy confiadamente, cuando sabía las terribles cosas que les había hecho a otros Omegas del orfanato.

No creía que se volvería en un estado tan salvaje como para matarlo. Si no fuera por Sara, él estaría muerto. Pero por su culpa ahora su hermana sufría con un rasguño en la espalda.

Está al notar la tristeza en su hermano, decido cambiar de tema.

- Ven, ahora que la cocina está libre, vayamos a comer nuestros platillos favoritos.
- Si .- Dijo con entusiasmo.
- Pero primero avisa a los otros, yo en un momento los alcanzo.

Sin más Michel salió corriendo como si fuera un niño de 10 años, cuando este ya tenía 18.

Asegurándose de que su hermano no volviera, cerró la habitación y saco un botiquín para tratar sus heridas. Sabía que Michel tenía razón el estar aquí no sería seguro para siempre. En algún momento la comida se terminaría o llegaría una de esos locos Alfas que atacan sin piedad, de los cuales habían leído noticias en el periódico.

Y por las pocas noticias de la que se a enterado había un lugar al que ellos podrían ir para protegerse, aunque el camino allí sería muy largo y peligroso, ese lugar era...

El Sherezade.

Sara se apresuró, no quería preocupar a su hermano.

Ya todos estaban atacando el almacén a diestra y siniestra, como si estuvieran en el edén de la comida. Mientras Michel luchaba por controlar a los niños para que estos no acabaron con todo; sabía que morían de hambre porque la comida siempre fue limitada en el orfanato, pero eso no justificara el hecho de acabar con el almacén completo, ahora tenían que sobrevivir y la comida tenía que ser cuidada como un tesoro.

Al llegar Sara y ver tal alboroto decidió tomar su papel de Alfa mayor proclamando orden ante los demás niños.

- Es increíble que nadie aquí tenga un poco de razón común. Antes de que se pongan a devorar todo como muertos de hambre les sugiero que dejen o guarden lo que han tomado, hagan una fila y con orden tome una de sus comidas favoritas, solo UNA ¿Entendieron?
- Siii.- dijeron todos, como si los hubieran despertado de sus instintos, a excepción de tres pequeños Alfas.
- Así ¿y con que derechos tienes a decirnos eso? Nosotros ya somos libres, podemos hacer lo que queremos.- dijo el mayor, un chico delgado de unos 16 años
Sara no dijo nada, sólo se limitó a dirigirles una mirada de amenaza.

Al ver respuesta nula los pequeños Alfas con desesperación intentaron golpearla con fuerza; su intentos fueron en vano al ser esquivados con agilidad, seguido por un contraataque por parte de la chica piel canela, quien con movimientos ligeros venció a los revoltosos, tomando a uno de ellos con una llave, atrapando entre sus piernas el cuello del chico y sosteniendo con fuerza uno de los brazos, dejándolo completa mente inmóvil.

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