SI OBSERVAS CON ATENCIÓN

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 Lo primero que siento es el frío que recorre mi cuerpo. Me muevo con pesar entre mis sabanas, buscando una poción más cómoda y cálida en mi cama. Los rayos de luz se cuelan en la ventana, perturbando más mi sueño. El sol reclama que es hora de levantarse.

Aún flotan en mis pensamientos las palabras de lo que conversamos la noche anterior. No es como si hubiera averiguado muchas cosas de ella. Cuando le hacia una pregunta acerca de cómo había llegado a ese árbol, solo la ignoraba y comentaba algo más. Lo único que sé es que llama Freya, tiene 15 años y no es de aquí. Vaya avance...

Volteo mi cuerpo hacia el techo, pero sin abrir los ojos. Un aroma a café recién hecho y a pan me obliga a levantarme. Bajo en silencio las escaleras, cuando me topo con un par de ojos verdes que me miran con alegría.

—¡Buenos días! —Freya me mira sonriente— Ven a desayunar.

Sobre la pequeña mesa que pretende ser el comedor, se encuentran dos platos con pescado asado, pan recién horneado y café. Es extraño... ¿Café?

—Me atreví a tomar la comida de tu cocina...Espero que no te moleste...—me dice.

—N-no hay problema... no debiste molestarte

— ¡No es molestia! Es la única forma con la que puedo agradecerte. Además, me encanta cocinar, no te preocupes... ¡Vamos a comer! — dice con esa radiante sonrisa que la caracteriza.

Tomo asiento, y pruebo lentamente el pescado. Sabe exquisito, con un sabor que nunca había probado.

—¡Sabe delicioso!

—Muchas gracias... me alegro de que te gustara—dice al mismo tiempo que toma un bocado de pan, y sus mejillas se sonrojan.

Tomo un sorbo de café de aquella taza. El aroma se impregna muy profundo de mi ser, y el sabor inconfundible inunda mis sentidos. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tome una taza de café, sin que me sintiera triste? Ahora que lo pienso, hace mucho tiempo que no comía con alguien...

—¿Dónde aprendiste a hacer café? —le pregunto intrigado

Ella levanta la vista ligeramente sorprendida.

—Eh... en un libro de la biblioteca...

—¿De un libro? ¿No te enseño a cocinar tu madre?

Su sonrisa desaparece.

—Veras...mi madre no...

Comprendo entonces que no debí haber preguntado nada.

—Lo siento...no fue mi intensión incomodarte

Ella solo sonríe débilmente.

—No hay problema—su mirada se pierde en algún punto del lugar. Después de unos instantes, regresa a mirarme. —El día esta hermoso, ¿No lo crees?

—Si...es lindo...

El resto del desayuno transcurre en silencio. Recogemos los platos y me ofrezco a lavarlos. Para cuando me doy cuenta, Freya ya no está en la cocina. Busco por la casa, pero no hay señales de ella. Mi corazón se agita, preso de la preocupación.

Cuando me asomo por la ventana, puedo verla acariciando a Noche. Un suspiro de paz sale de mis labios. Puedo verla sonreír otra vez, como usualmente lo hace. Es gratificante saber que se ha olvidado del incidente de la mañana. Salgo con pasos lentos, mientras ambos voltean para mirarme.

—Veo que ambos se llevan muy bien

—Por supuesto—dice ella mientras se abraza al cuello de Noche

Un Nuevo AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora