La gripe

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Hace dos días que había comenzado a sentirme mal, era como si tuviera peso extra sobre los hombros, me dolía el cuello y sentía una presión en la cabeza típica del invierno. Y ahora estoy aquí, tirado sobre la cama sin poder levantarme.


"Ya son las 10, el jefe se va a enfadar" pensé.

En medio de la inconsciencia y el sueño, sentí la puerta de la habitación abrirse de golpe, una luz dolorosa entró e iluminó insatisfactoriamente parte del cuarto oscuro.

-¡Flug! ¿Qué haces descansando? ¡Levántate ya! -

- ¿Jefecito? E- estoy un... poco enfermo - dije como pude, la voz se resistía a salir y soné más penoso de lo que hubiese querido.

Él guardó silencio en el umbral de la puerta, yo podía distinguir su sombra enmarcada por la luz entrante, pero no podía ver bien su rostro, el brillo de su monóculo me hacía sentir temor. Con solo una palabra más de Black Hat, me vería obligado a levantarme y a trabajar, sin importar lo enfermo que estuviera.

- ¿Qué tienes? - dijo de pronto. Me sorprendí, no había esperado tanta preocupación de su parte en toda mi vida.

- Creo... que tengo gripe - susurré.

Se quedó ahí unos segundos, dio media vuelta y cerró la puerta sin decir nada más. Yo me alegré, porque podría descansar al menos hasta las 12 y porque él jamás había demostrado consideración conmigo.

Y entonces recordé que hace algún tiempo, un hombre de negocios llamado Castro había venido a visitarnos, al comienzo se había mostrado muy interesado en los artefactos que Black Hat había presentado en sus vídeos, pedía demostraciones y preguntaba por valores y stock. Pero, apenas el jefe se distrajo, el hombre se acercó a mí y me entregó una tarjeta de color gris con borde rojo.

- Mi superior está muy interesada en su trabajo Dr. Flug, si siente curiosidad, llámela, estará feliz de hablar con usted - dijo en voz baja, luego, siguió en su actuación de futuro comprador.

No compró nada, el jefe estaba molesto.

-¡Creí que ya lo tenía! ¡Gordo odioso! - dijo él, con la furia de siempre.

Yo miré la tarjeta largo rato en el laboratorio, no sabía si decidirme a llamar, solo por curiosidad. En ese momento, sentí que si lo hacía, estaría traicionando de algún modo a nuestra compañía y que, de alguna u otra forma, Black Hat se enteraría y yo tendría que pagar mis culpas.

Finalmente, llamé, después de tres horas de estarlo meditando. Cuando el tono comenzó a sonar, se hizo un nudo en mi estómago; tuve la idea de que en realidad Black Hat me estaba probando y, al responder el teléfono, me encontraría con su voz diciéndome "traidor, te atrapé".

Colgué e intenté dormir, fue una noche terrible.

Al otro día, la tarjeta estaba ahí, invitándome a hacer uso de ella, provocándome. Por la tarde de ese día, no lo soporté más y llamé otra vez. Si era una trampa, estaba preparado para afrontar las consecuencias del caso, cerré los ojos con fuerza mientras el teléfono sonaba.

-¿Hola? - dijo la voz de una mujer, su tono era invitador.

- Ho- hola, soy... soy Dr. Flug de la agencia Vill-

-¡Ah! ¡Doctor! - me interrumpió - Qué placer hablar con usted - la forma en la que pronunció "placer" me dio un escalofrío.

- Ah, sí, mire yo quería... - dije tartamudeando.

- No diga nada doctor, solo escuche, tengo una propuesta para usted - pronunciaba "doctor" y "propuesta" como si estuviese intentando seducirme y, aunque eso era imposible, no podía evitar notarlo - Mi nombre es Quirim y soy una importante empresaria del rubro de los villanos, me interesa su trabajo, usted es un nombre muy talentoso, pero... - hizo una pausa - pero su inteligencia está siendo mal encausada ¿me entiende? como un río que un granjero deriva a un solo árbol, cuando ese río podría llegar a bosques completos e, incluso, al mar, Dr. Flug-

Yo no sabía qué responder, más que una oportunidad de trabajo, era como una súplica llena de adulación y halagos.

- Le ofrecemos un buen puesto, como ingeniero en jefe, tendrá una veintena de científicos a su disposición y cuatro laboratorios específicos para ciencias físicas y naturales, todo esto acompañanado de un sueldo tres veces superior al suyo, si es que tiene uno, claro. Además, querido doctor - suspiró - será muy bien tratado aquí, sus peticiones serán órdenes y sus necesidades, leyes -

Desperté en mi cama agripado, no noté cuando me dormí, esos recuerdos atacaron mi sueño tan claramente que estaba seguro de que yo, conscientemente, estaba recordando. "Sus peticiones serán órdenes" repetí en un susurro.

Rechacé ese ofrecimiento porque tenía miedo, sinceramente no fue por respeto, lealtad o aprecio, tenía miedo de salir de mi zona de seguridad, de estar en un mundo diferente y comenzar todo otra vez, tenía miedo de Black Hat y sus represalias, tenía miedo de que Quirim estuviera mintiendo. Por eso, simplemente dije que no.

Y ahora, en mi cama, congestionado y solo, volvía a preguntarme porqué. ¿Qué sería de mí sin Black Hat? ¿Qué sería de él sin mí?

Un hombre poderoso necesita gente para ejercer su poder, él no solo necesitaba mi inteligencia e ingenio, también mi admiración, obediencia y miedo. De alguna forma yo lo engrandecía, junto con Demencia. Yo creaba para él y por él, mi existencia era y es en su beneficio, él estaría tan perdido sin mí ¿no? Cómo me hubiese encantado creer en ese argumento.

Pero la verdad es que no, simplemente no.

Él no me necesita, ni me aprecia, ni respeta. Soy un facilitador de su objetivo, eso es todo. Si muriera, no de gripe, sino de otra cosa, él solo encontraría a alguien más.

La puerta se abrió de golpe, me sobresalté, pero no dejé mi posición; boca arriba con las manos tomadas sobre mi pecho, con las mantas hasta el cuello, como un muerto. Era el jefe, que volvía para levantarme seguramente. Las siestas no pueden durar para siempre.

-Ese estúpido de 505 no puede preparar un cochino consomé de pollo sin que le explote en la cara - gruñó.

Me incorporé un poco, apoyando los codos, Black Hat estaba de pie con una bandeja, un plato de sopa expeliendo un aromático vapor que llenaba la habitación, además, colgando de su muñeca traía una bolsa plástica de color verdoso. Se acercó a la cama y me miró, como si estuviera mirando una cucaracha, me terminé de incorporar rápidamente, sentándome en la cama, él puso la bandeja sobre mí y se sentó en el borde. Yo estaba más que impactado.

Él, sin prestar mucha atención, urgó en la bolsa y sacó pastillas, una botella con agua, una toalla de mano y un pequeño sobre azul con una taza dibujada en él.

- Toma estas ahora - dijo, ofreciéndome dos pastillas blancas.

- ah, jefecito... - susurré.

- Ya sé - buscó en su bolsillo y sacó una pajilla - Ahora sí -

Yo estaba hipnotizado; tomé lo que me ofrecía como un niño bueno, metiendo la pajilla en la botella con agua y luego en el consomé, que estaba regular... más bien desabrido.

- No puedo tomarte la temperatura - dijo - tampoco es que quiera, pero esto te ayudará a aliviar un poco los síntomas - continuó, extendiendo el sobre azul.

- Jefe, esto tiene que disolverse en agua caliente - respondí muy tímido.

Él comenzó a leer con rapidez el sobre, lo volteó y volvió a leer. Cuando estuvo conforme me miró con una expresión que no puedo describir, se levantó y fue hacia la puerta.

- Supongo que... tendré que traer una taza de té -

No sé qué ocurrió conmigo en ese momento, aún me pregunto cómo tuve tanto valor y confianza, que dije, con toda mi voz recuperada por el consomé caliente:

- Quizás, podría traer dos... una para mí y otra para usted -

El se volteó rápidamente, impresionado, y ahora que lo pienso, podría asegurar que se ruborizó por un segundo.




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