Mejoría

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-...Sí...-

-¡Despertó, despertó!- chilló Demencia.

Me giré rápidamente y me incliné sobre la cama en la que yacía Black Hat desde hace dos días. Estaba temiendo que le hubiese chamuscado el cerebro y que ya no volvería a ser el mismo demonio malévolo. 

Entre quejidos, Blakc Hat intentó abrir los ojos, pero al parecer sus párpados pesaban demasiado y después de un par de segundos volvió a dormirse.

-Va a matarlos a ambos- confirmó Demencia -Lo saben ¿verdad? ¡Y yo viviré sola con él! Ah, jajajaja- rió con su tono enfermizo de siempre.

5.0.5. me miró preocupado desde el otro lado de la cama y lamenté haberlo metido en este terrible embrollo. 

-El jefecito despertará...- susurré - y yo aceptaré toda la responsabilidad ¿ok?-

-Ya... estoy...despier...- murmuró Black Hat otra vez, era claro que podía oírnos, pero su cuerpo no terminaba de responder tal y como él quería.

-¡Ah, de verdad lo siento!- me disculpé -Quería borrarme la memoria con el aparato experimental y todo salió terrible, jefecito... de verdad yo...-

-¿Por... qué?- Sus párpados se abrían y cerraban lentamente, sin decidir si obedecerían a su dueño.

-No quería... recordar... cuando estuvimos enfermos- respondí con lentitud, cuidando de que ni Demencia ni 5.0.5 entendieran.

-Res... respuesta- murmuró.

-¡No, no!Descanse, volveremos después- dije rápidamente y arrastré a los demás afuera de la habitación. Quise convencerme de que estaba comportándome de manera considerada con él, pero la verdad es que no quería escuchar nada que me hiciera más daño.

Por la noche Black Hat ya estaba mejor, su robot y 5.0.5 le sirvieron todo lo que necesitaba y a todas luces, a la mañana siguiente ya estaría en pie como siempre. Y yo haría todo el esfuerzo posible para fingir que nada había ocurrido, que todo estaba bien y que hacer el mal nunca fue mejor.

Me agradaba ser malvado y cruel, experimentar hasta más allá de los límites de la moralidad y lo permitido socialmente, pero últimamente  estaba alejando del rumbo, me estaba distrayendo de lo importante, me estaba perdiendo en todos esos... pensamientos. 

-El--A--mo--Black--HAT--qui--ere--VER--lo- dijo una voz robótica atrás de mí. Era uno de los pequeños robot mayordomos creados por mí para servir. 

-Después- respondí de inmediato.

-A-H-O-R-A- respondió el robot con aire autoritario. Por un momento me sorprendí de su actitud que yo definitivamente no había programado. 

Caminé por el largo pasillo que esta vez se me hizo muy corto, no podía evitar estrujarme las manos incansablemente por los nervios. Al entrar, Black Hat me sostuvo la miraba con aire serio, pero no intimidante.

-Siéntate- ordenó. Obedecí.

Guardó silencio unos segundos, estábamos cerca, pero no demasiado como para que él pudiera escuchar mi corazón batiéndose como un loco dentro de mi pecho.

-Antes del accidente, me comporté de una forma endemoniada. Siempre mantengo el control, pero en muy raras ocasiones, pierdo los estribos y termino...  actuando así- dijo con aire pensativo, estirando el dobladillo de las sábanas grises que lo cubrían hasta la cintura.

-Me asustó mucho, peor intenté no hacer ni decir nada que pudiera empeorarlo todo- respondí.

-No sé si hiciste bien o mal... nadie había sobrevivido a uno de mis ataques de ira-

La gripeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora