"Mi resolución fallo, y todos murieron"
—No era demente, no podía ganarle a Dios del todo. Pero si se había ganado la confianza de los demas angeles, en especial el que tenía apariencia de Yūchiro. Sabía que no era su Yuu pero era inevitable imaginar que no.
La había entregado lo más importante para un Serafín, su trompeta.
Los ojos del rubio estaban confusos por ese acto tan importante, "Cualquier cosa que necesites, en el lugar más oscuro o imposible de llegar, te encontraré" Dijo y se fue.
Dejó las palabras del rubio en su boca, guardó ese tesoro como muestra de silencio. Pacto, protección mutua.
Odiaba las cosas que Dios le hacía cometer, se había dado cuenta que Dios no era como contaba la Biblia y su supuesto 'final feliz'
Caminaba sobre las suaves y esponjosas nubes como un niño pequeño, parecía un parque hecho con algodón de azúcar. Decoraciones extravagantes, comidas que parecían ser pecado por lo deliciosa que estaba, alas por todos los lugares. Seres realmente efímeros.
Morían con cada deseo.
Pero en su caso era por su gran codicia que lo mantenía aún allí, había dejado de estar bajo su propia mente y ahora estaba consciente de sus actos. Y de lo que podría hacer...
Ya no podía ver a su Yūchiro, las nubes taparon la vistas, y en lo más lejano la puerta de oro estaba cerrada cohibiendo la salida a Los Ángeles. Miraba con furor la puerta, quería salir de alli.
Y a la distancia~~ Sobre una roca miraba a lo lejos al rubio que estaba frente a la puerta mirándola, la mayoría estaban lejos y solo estaban en aquel lugar el azabache y el.
El solo fue creado por una extensión de Yūchiro, es decir, que tenía los mismos sentimientos que el pero sabía que no eran correspondidos. Era una sombra, un segundo plato.
Pero, sabiendo esos puntos. Es decir, cumpliría con el deseo de Mikaela en lo que menos se lo esperaba.
"Realmente lo deseas eh" Susurro apareciendo delante de él, sus palabras no fueron escuchadas pero fue vista su grandiosa sonrisa. Apareció su arma blanca y apuntó a la puerta.
Sus alas sintieron el fuego y dolor a carne viva, sintió una gravedad que lo arrasaba con toda su potencia. Las plumas volaban por el aire como una almohada. Sus lágrimas salían de sus ojos como una lluvia, y porque la tormenta azotaba a esas horas la cuidad donde estaba Yūchiro logró que un gran aro de fuego negro se formara en el cielo causando grandes problemas y disturbios para las personas, incluso para Yūchiro, el coronel, Guren, Shinya, etc.
Antes de que pasara por esta experiencia tan pesada había tomado su brazo mientras la puerta se volvía sal y empezaba a temblar el suelo. Las órdenes de Dios fueron quebrantadas, estaba preocupado. Preocupado e imponente por lo que hizo por el y no pudo ayudarlo.
Una bola de fuego caía a toda velocidad la cual portaba una trompeta. Las alas volviéndose cenizas haciendo sufrir su cuerpo con todo derecho.
Un hermoso ángel caído sin alas.
Su espalda en vez de alas, fue remplazadas por unas marcas, heridas abiertas que estaban calientes y sangrantes. Su piel quemada, sus pelos revueltos.
Y cuando sintió que la gravedad que estaba chocándolo se había detenido sintió el peor impacto de todos, la espalda no paraba de dolerle, sentía punzadas de dolor en sus brazos que se movieron para abrazar con las fuerza la trompeta dorada.
Una vez que se había dado cuenta de su posición, vio el cielo desde una perspectiva que pensó que jamás volvería a ver, las nubes negras estaban siendo evaporadas por el círculo de fuego que comenzó a expandirse cuando el cuerpo de Mikaela pasó por el. Así dejando el cielo despejado con el sol resplandeciente.
Las cicatrices diagonales en su espalda no paraban de picar, el aire parecía sucio. Costaba mucho más respirarlo o tal vez el error era sus dañanos pulmones.
Ignorando todos los síntomas y daños por la caída, estaba siendo rodeado por una multitud de gente que no paraba de verlo como algo terrorífico, ¿Como alguien aguantaría una caída así?
El corazón que perdió todo sentimiento menos la calidez de sentirse una madre latió, un llamado en el medio de la cuidad junto al llamativo 'meteoro' no paraba de gritarle que fuera. Y aún que no quisiese era una de las cuidadoras de la cuidad.
Si había paz entre humano y vampiros, o la gran mayoría.
Se había creado un banco de sangre para dar sangre a cambio de dinero, actualmente era considerado un trabajo bien pagado pero aún así no quiere decir que puedan evadir esto. Era un acuerdo.
Con su uniforme negro, del ejército, fue con su rapidez inhumana sintiendo que mientras más avanzase más nerviosa y agitada se ponía. Como si su cuerpo hablase.
"Muévanse" Exigió la vampiresa que tenían un gran poder político, la gente se asusto por su irepentino grito. La gente asustada se movió dando paso a su autoridad, la mandíbula pareció desencajarse por lo que vieron sus ojos.
Esa melena rubia y rizada, y lo más impactante esos ojos zafiros que miraban directamente sus ojos los cuales se llenaban de lágrimas "Mikaela"
—
"Tú siempre cargaste todo tu solo"*Nota las primera frase en Mikaela hablándole a Yūchiro, y la segunda es Yuu contestándole.
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Trompeta [Mikayuu-Yuumika]~ OnS
Short Story"Porque al fin había entendido que a todo no le podía llamar familia".