Capítulo 5

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Jamie

Después de pasar dos años y medio soportando el odio de Madre, las salidas nocturnas para llevar dinero a Padre, ya que Madre sospechaba, y dos hermanos metiéndose conmigo, utilizándome de juguete de pruebas para sus gamberradas llegué a la Universidad.

Fue el día más feliz de mi vida, por fin una a hacer algo sin que nadie se opusiese, conseguí una fraternidad en la que me quieren por mis capacidades estudiantiles y no por cuántas tías me tiro en una semana. En la casa había mucha competencia, no había ninguna distinción, da lo mismo que estudiases todos competirán contigo. Era el primer sitio en el que era aceptado al cien por ciento.

La casa era grande, no tanto como la de Madre pero que se le iba a hacer. Tenía un estilo victoriano en el exterior y por dentro era moderna y diáfana. Mi parte favorita era el pasillo de Las puertas, el pasillo que daba a las habitaciones. Cada puerta estaba decorada con algo que identificase al  dueño de la habitación. Sólo eran once puertas, pero eran únicas a su manera; la primera era la de Jake, un chico que estudia botánica, con enredaderas y  flores de muchos colores dibujadas en la puerta, la siguiente de Carlitos, un gracioso latino con mucho acento, la había decorado con manchas de pintura de todos los colores, la de Pj,  canadiense de pura cepa, la había pintado un árbol de arce y un oso apoyado en él, la mía, decorada con una pegatina de una pistola y una balanza, Abel era el que tenía en frente, irlandés pecoso y muy pelirrojo, había pintado pesas y cosas relacionadas con el deporte, Barry, neoyorquino harto de su ciudad, pintó su ciudad al amanecer manchada de verde y Olaf, un nórdico siempre con frío, se había dedicado a pegar sellos en su puerta.

Sólo éramos siete en la casa, pero esperábamos que llegasen más compañeros acabado este mes ya que empezaría el curso pero ya nos esperábamos esas habitaciones cerradas.

Un mes después

Empecé mi carrera de deportes bien, en un mes a mis compañeros y a mi se nos unieron dos chicas y dos chicos más, sigo sin entender el porqué de que sea una fraternidad mixta, ¿Y si me quiero pasear desnudo por la casa qué?. Bueno, a lo mejor por fin puedo conseguir novia. Sus puertas eran un amasijo de fotos de ellos de pequeños, ya que eran trillizos, bueno en realidad eran dos mellizos y una hermana pequeña, pero como se parecían mucho les apostamos así, y dibujos infantiles.

La Universidad estaba bastante bien, Abel y yo íbamos juntos a clases y acabamos siendo muy bueno amigos. Carlitos estudiaba bellas artes y se definía a sí mismo como artista incomprendido, Jake buscaba la manera de erradicar los olores corporales con alguna planta y Barry estudiaba turismo e historia, los trillizos como siempre lo hacían todo juntos iban a filología inglesa y la pobre hermana pequeña se dedicaba a asistir al Instituto sin  sus hermanos.

Un día andando por la calle volviendo de la universidad choqué con una chica pelirroja teñida junto con una chica mucho más joven con el mismo color de pelo. Las ayudé a levantarse y las recogí los papeles que se habían esparcido por el suelo, no pude evitar fijarme en unos papeles de traslado y otros que legalizaban los nombres de Hayden Mclean y Abby Mclean.
- Lo siento- las dije mientras me fijaba en sus caras, una copia la una de la otra.
- No pasa nada, íbamos sin cuidado, culpa nuestra y además estamos perdidas- soltó la mayor.
- Si queréis os ayudo, soy de aquí desde que nací... ¿Qué necesitaís?
- ¿Sabes donde está la fraternidad Big Green?- dijo la pequeña que me miraba con extrañeza.
- Ya que voy para allá os puedo acompañar.
-Gracias señorito...- dijo la mayor.
-Jamie Ross a vuestro servicio.
-Me gusta tu nombre señor- dijo la pequeña.
-Gracias pequeñaja- dije despeinado a la niñita.
-Estúpido tengo quince años- bufó.

La hermana mayor comenzó a reír de tal manera que pensé que iba a morirse, pero paró y seguimos hablando hasta llegar a la fraternidad donde me dijo que iban a ser mis nuevas compañeras.

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