LUNA, LA HERRERA.

2 0 0
                                    

Nami estaba en los jardines del templo entrenando con la espada. Desde que le gano la gran hada de la ciudad de las hadas se propuso a mejorar, su determinación era muy grande. Algunas veces entrenaba con algún caballero celestial que se habían quedado en el templo, pero hoy se sentía frustrada y algo molesta, así que le pidió a Shixi que creará muñecos para poder entrenar.

-Hola.- Le saludo Alakin, el cual la llevaba observando un buen rato desde lejos, no sabia como acercarse, pues no recordaba nada de ella, solo que fue lo primero que vio al despertar después de perder la memoria.

Nami lo volteo a ver de reojo y lo ignoro por completo siguiendo con su movimiento de golpe y retroceso.- Quería disculparme. Se que te mentí al decir que perdí la memoria, y se que lo sabes por que escuche cuando hablaste con él cuando salió.-Nami se detuvo y lo volteo a ver.

- Bueno, estamos igual, yo también escuché y me alegro que la hayas perdido.- Levanto su espada y siguió entrenando.

-Que cruel. Ammh ¿Entonces?

-¿Entonces que?- Dijo aumentando el ritmo.

- ¿Estamos bien?

-Mira.- Volvió a mirarlo.- no te culpo por hacer lo que hiciste, pero las mentiras me molestan muchísimo, sean de quien sean. No puedo perdonarte por que siento que no es sincero lo que me estas diciendo. Cuando recuperes tu memoria vuelve y veremos. Ahora, déjame tranquila.

-Seria más fácil para mi que me dijeras todo lo que paso.- Le dijo sintiéndose mal por lo que había echo, pero como había dicho Nami, no era del todo arrepentimiento, ya que no recordaba.

-No hay nada que decir.- agitó su espada y lanzó un relámpago al muñeco, el cual quedo echando humo.- Rayos, me pase.- dijo en voz baja.- Ya se. Ahora mismo me falta alguien para entrenar, si me ayudas te contaré todo.- Nami era inteligente y seguramente planeaba algo, pues la sonrisa que tenía dibujada en su rostro no era para nada en señal de diversión.

-No estoy seguro.- Vaciló un poco ya que no recordaba ser un guerrero o algo parecido.

-Entonces olvídalo. Vete...

-¡Espera!- La Atajo.- De acuerdo. ¿Que tengo que hacer?- En el fondo sabia que era una mala idea.

Nami fue al dormitorio de uno de sus compañeros y tomo una de sus espadas, "solo será un momento" se dijo.

Al llegar con Alakin se la dio y este casi la tira al sentir un gran peso.

-Ahora. En guarida.- Le dijo Nami alzando su espada.

- Creó es una mala idea.- Le contesto mirando el arma con pequeñas marcas en el mango.

-Entonces no te diré nada...

- Vale, vale.- Se coloco en guardia, copiando la posición de Nami.

Esta se lanzó con el golpe ascendente, Alakin lo detuvo por pura inercia, Salto hacia atrás y volvió a atacar. Alakin detenía cada uno de ellos, su reacción era rápida y su rostro fue cambiando de un Alakin preocupado a un Alakin cerio, como si la presión que le generaba los ataques de Nami no le hicieran efecto.

- Lo sabia.- Dijo alejándose un poco.

-¿A que te refieres?- Le pregunto confundido.

- Cuando te encontré en el Bosque y te ofrecí la mano para levantarte, sentí tu palma dura, típica de alguien que usa una espada, pero en ese momento no llevabas una. Parece que lo que mucho se aprende, nunca se olvida.

Al escuchar eso Alakin sintió como si algo le golpeara la cabeza por dentro y una imagen de una persona muy delgada con una armadura plateada paso ente sus ojos, esto llevo a un repentino mareo. Nami se dio cuenta y lo ayudo a sentarse en una de las bancas de piedra.

Las aventuras de Vadiky: El Mago Oscuro. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora