MEMORIAS

0 0 0
                                    

-¿Quien eres?

-Me llamo Alakin. Por favor tienes que ayudarme.- Intento levantarse, pero cayó al suelo; aun tenía los músculos tiesos por la magia de parálisis. Nami le apunto con el filo de la espada.

- ¿Ayudarte?- Dijo en un tono burlón.- ¿Por qué debería? Me estabas espiando.— Alakin intento levantarse de nuevo, esta vez quedo de rodillas.

-Fue un accidente. Pensé que estabas herida o algo así.- Lo intento de nuevo, pero volvió a quedar de rodillas, soltando un quejido desesperado.

-Podrías dejar de intentar levantarte.

-¿Qué me hiciste?- Dijo volviendo a intentar.

- Use un Hechizo de parálisis. Pensé en uno para acabar contigo.- Le ofreció su mano para ayudarlo a incorporarse.- Pero soy piadosa.

-¿Hechizo? no me digas que... - Alakin estaba perplejo ante tal descubrimiento. No podía creer que se había adentrado tanto en el Bosque, al tal punto que...- Imposible.¿Segura que no usaste un dardo tranquilizante?- Le tomo la mano.

-¿Eh?

Alakin tenía que tener cuidado si decía que era humano, si llegaban a descubrirlo seguramente lo mataría en ese mismo lugar, tenía que pensar en algo para sobrevivir y salir de esa región.

-¿De dónde vienes?- Le pregunto Nami guardando su espada.

-"¿¡Rayos que le digo!?"- Se dijo para sí mismo.-No recuerdo.-Soltó sin pensarlo.

-Mmm. ¿Perdiste la memoria o algo asi?

-Posiblemente.- Alakin sabia que estaba mal mentir, pero bajo estas circunstancias era lo mejor y que pensaran eso le venia como anillo al dedo.- A decir verdad, no se ni cuanto tiempo llevo en este bosque comiendo moras y animales pequeños.

- Cerca de aquí una amiga tiene una guarida... Creó tiene comida... No lo se.- Solto una pequeña risa.- comen mucho.

Alakin se sintió raro, hace un momento quería matarlo y ahora le ofrecía comida. Algo andaba mal. Tenía que ser cuidadoso.

Caminaron varios minutos y llegaron a una gran cueva rodeada de muchas Flores cubiertas de nieve. La entrada era una pequeña puerta de madera donde decía "Guarida de Vadiky"

-¿Tu te llamas Vadiky?- La pregunto Alakin.

-No. Yo me llamo Nami. ¡Es verdad! No me presente.- le estiró la mano para saludar.

-¿Nami?- Le estrecho la mano.- Es un gusto. Soy Alakin Soleri.

-Mmm. Entremos.

Dentro era igual que siempre, la base de un árbol como mesa, tres sillas de madera al igual que un armario donde guardaba cosas que usaban, una cama y aun lado de esta una columna enorme de libros de diferentes temas y aun lado de la entrada un poste donde colgaban sus abrigos.

-Toma asiento. Te prepárate un té caliente.- Le dijo Nami acercándose al armario para sacar una tetera y un par de tazas junto a un frasco grande lleno de una combinación de diferentes ramitas.- Y entonces, ¿Qué recuerdas?- Le pregunto mientras lanza un puño de la mezcla dentro de la tetera.

-No sabría decirte con claridad.- Alakin empezaba a sentirse mal al estar fingiendo, pero su vida correría peligro si decía la verdad.- Solo veo fragmentos borrosos en mi cabeza.

- Debería llevarte con los viejos del templo, quizá ellos puedan ayudarte.- Se sentó en el borde de la pequeña cama.

-¿Los viejos del templo? -Pregunto curioso. Seria aprovecharse de la situación, más de lo que ya lo estaba haciéndolo, pero era perfecto para sacar información.

Las aventuras de Vadiky: El Mago Oscuro. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora