CUARTO ENCUENTRO.
Esta vez voy por mi cuenta, ya que decidí darme la vuelta por el consultorio días antes de la cita establecida para obtener respuestas.
Lo más desconcertante es que, más allá de pretender alejarme de lo que sea que ambos se traigan entre manos, siento que debo saber más, acercarme más. Siento que en realidad tienen las respuestas que busco.
Llego al mostrador, donde se encuentra la misma mujer de la ocasión pasada, al parecer mostrando la misma actitud. Me recibe con un desatento "buenas tardes" mientras teclea mil palabras por segundo en su computadora, a lo que respondo también sin muchos ánimos.
- "¿Está atendiendo el doctor Payne?" – pregunto, a lo que casi pone los ojos en blanco.
- "No sin una cita, niña. La tuya está programada para dentro de unos días, ¿no?" – su tono de voz es increíblemente insoportable, sin embargo, intento mantener la compostura en cada palabra que digo.
- "Sí, pero necesito hablar con él lo antes posible."
- "¿Es urgente?"
- "Pues, sí... o no..." – inmediatamente me percato del error que cometí al dudar con la respuesta.
- "Entonces puedes esperar." – arquea las cejas en un gesto condescendiente y se dibuja una mueca burlona sobre su rostro.
Aquí es donde pierdo la paciencia y me dirijo al cubículo ocho lo más aprisa que puedo, antes de que ella pueda reaccionar e ir tras de mi.
Cuando se da cuenta de lo que está pasando, yo ya estoy abriendo la puerta y tomando al doctor por sorpresa. Él rápidamente levanta la mirada de la pantalla de su computadora y la clava sobre nosotras dos, quizá preguntándose qué acaba de suceder.
A pesar de su desconcierto, me invita a tomar asiento, cosa que notablemente irrita a la mujer del mostrador. Al salir, cierra la puerta con un poco más de fuerza de la necesaria, y nos deja al doctor y a mi solos.
- "¿Qué pasó allá afuera?" – pregunta, la sombra de una sonrisa asomándose en su rostro.
- "No quería dejarme pasar, pero necesito hablar con usted." – intento recuperar aire luego de la escena que provoqué, y sigo. – "Conocí al hombre de sus fotografías."
Echa un vistazo rápido a un par de ellas, y esta vez sí sonríe, aunque de una forma casi nostálgica.
- "Así que ya conociste a Desmond."
- "No me dijo su nombre, pero sé que es él."
- "Ya veo." – la sonrisa sigue. – "¿Hablaste con él?"
- "Sí..." – intento hacer memoria. – "¿Usted le comentó algo de mis sueños?"
- "No fue necesario." – otra vez esa respuesta, la cual deja al aire. – "¿Te dijo algo acerca de ellos?"
- "No concretamente, él... mencionó que se trata de una habilidad mía."
- "¿Lo de los sueños?"
- "Y algo más... algo que quizás usted debería saber."
Es entonces que le hablo del día en que me topé con el tal Desmond, y lo ocurrido luego de eso. Le cuento más a profundidad lo referente a los "trances" que he tenido desde pequeña, pero más específicamente sobre ese último que tuve.
Su reacción no es muy expresiva, sin embargo consigo distinguir cierto tono de expectativa y orgullo en su voz.
- "¿Lo hiciste conscientemente?"
- "No que yo sepa." – declaro.
- "Así se empieza..." – musita, más para sí mismo que para mí.
- "¿Se empieza a qué?"
- " A desarrollar esas habilidades, las que tú siempre has estado presentando, pero has decidido suprimir. Y no entiendo por qué."
- "Quizá esa no ha sido decisión mía, doctor. He vivido a cargo de mis padres y de médicos corruptos toda mi vida." – protesto, a lo que aparentemente no consigue una respuesta, así que continúo. – "Y a todo esto, ¿para qué me servirían esos dones o habilidades, o lo que sean?"
- "Esos dones, como acabas de llamarlos por observación propia, te permitirán ver más allá de lo que tienes enfrente, y sobre todo comprenderlo e incluso modificarlo."
- "Me está perdiendo, doctor." – intento seguir sus palabras, aunque me resulta muy fácil perderme.
- "¿No te habló Desmond de las energías?"
- "Algo me comentó, pero se fue antes de llegar a algún lado con eso."
Es entonces que Payne se pone cómodo en su asiento, y permite que sus palabras fluyan sin mucho pensamiento.
Menciona que tales energías se dividen en "buenas" y "malas", y que éstas pueden ser disparadas por los sentimientos, emociones y pensamientos de una persona, afectando directamente la salud física, y lógicamente la mental. Cada persona en el mundo es capaz de crear energías, y con ellas lograr cualquier cosa, desde hacer que algo ocurra, hasta crear algún sentimiento que se busque sentir. Sin embargo, la gran mayoría de la gente tienen suprimidas tales habilidades, y todo a causa del control, el consumismo, la violencia, las guerras... es decir, las energías malas que ya existen en el mundo y que no hacen más mas que crear un círculo vicioso casi imposible de romper.
A pesar de esto, aún existen personas que han logrado manifestarlas, y siguen evolucionándolas poco a poco. Según Payne, este es mi caso.
Para mi sorpresa, me confiesa que él mismo experimenta lo que yo, aunque a lo largo de los años ha aprendido a mantenerlo bajo control y utilizarlo a favor del bien común.
Lo mismo sucede con Desmond.
- "Es por eso que insistimos en que eres necesaria, Ava. Te necesitamos para lograr cambios a mayor escala. Nuestra meta es conseguir que la mayor cantidad de gente posible despierte estas habilidades y aprenda a utilizarlas." – indica, denotando cada vez más emoción.
También habla de que estas habilidades abarcan mucho más de lo imaginado.
- "Sé lo ridículo que suena, porque una vez estuve en tu lugar, hace ya muchos años. Pero, si lo analizas, todo tiene sentido." – insiste.
Menciona la telequinesis, la telepatía, incluso la tele transportación, levitación, sanación, viaje en el tiempo... Y, lo más ridículo aún, es que en verdad le encuentro sentido.
- "Necesitamos de gente como tú, gente como nosotros. Sí, existen peligros que involucran esto mismo, pero es necesario para que podamos lograr algo más. Somos luz, y podemos contrarrestar la oscuridad, Ava."
Esta vez no necesito meditarlo demasiado, me encuentro extrañamente convencida de que esto es lo correcto.
- "Cuenten conmigo."
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CONTACTO.
Science FictionAva descubre lo que hay detrás de sus sueños, guiándola a un sinfín de preguntas aún por responder. Cada respuesta lleva a varias posibilidades, varios destinos, pero es ella quien debe decidir el suyo.