Carlomagno - III

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El lobo

Carlomagno aguanta la respiración sin proponérselo. Acababa de exponer frente a su profesor y sus compañeros el trabajo reclamado por su profesor hace una semana, y estaba nervioso, ya que a pesar de creer que había argumentado bien, los murmullos de la clase observándolo y la mirada silenciosa y pensativa de su profesor le ponían la piel de gallina.

—Bueno, Carlo... Tengo que decir que tu hipótesis de una alteración en la gravedad para generar un cambio en la fuerza de Coulomb, provocando un retraso en el paso del tiempo en una zona concreta es cuanto menos plausible... Ahora, debatamos sobre ello —Inspira antes de anunciar al aula—. Tienen cinco minutos para preparar argumentos a favor o en contra de la teoría de su compañero.
Tras esto, la clase se pone a trabajar, en sendas, hojas y haciendo grupos rápidamente para compartir opiniones.
Carlo se sienta a esperar en una silla a que empiece el debate.

Horas más tarde, Carlomagno sale de la universidad con una sonrisa en los labios y su maleta al hombro, se dirige al jaguar blanco y se recuesta en la parte trasera, cansado.
—Vamos a casa, Jack.

Anocheciendo, ese mismo día, Carlomagno estaba viendo las estrellas y, al ir a guardar el telescopio, observó que en el campo que rodeaba su casa había un animal de pelaje negro, tal vez un lobo.
—Debería comentarle al mayordomo que revise la verja, se están colando animales.- Se dijo a si mismo.

Tras esto, Carlo se fue a acostar mientras el animal se quedó viendo la ventana donde había estado el muchacho durante varias horas, para marcharse poco antes del amanecer.

Historia de LeirielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora