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2da parte.

El sonido de aquel disparo seguía haciendo eco en mis oídos. Mis instintos se habían puesto alerta, y sin pensarlo salí de casa corriendo.

La chica que anteriormente estaba recostada en mi pecho gritaba cosas que a decir verdad no le preste atención. No iba a detenerme para darle una explicación, habían cosas más importantes ahora.

Mis latidos eran cada vez más rápidos y fuertes. Cada segundo era uno menos para que ella siguiera con vida.

Todo lo que estaba ocurriendo era mi culpa, sabía que la princesa, como solía llamarle, era de mente débil. Aún así pensé solo en mi bien estar.

Subí a mi auto, y conduje a una alta velocidad. No me sorprendería luego que una patrulla me siguiera solo para multarme.

El sonido de mi celular era cada vez más desesperante, y tan solo recordar esa llamada me ponía los pelos de punta.

¿Realmente ella hizo eso o fue solo una broma?

No, tiempo atrás ella había tenido problemas con sus pensamientos suicidas.

Mi vista se había empezado a cristalizar, y el camino parecía cada vez alargarse más.

Rogué al cielo llegar a tiempo.

Baje del auto dejando todo tal cual estaba, con las llaves y la puerta abierta.

Tome el ascensor del lugar y marque el piso número tres. Todo parecía pasar en cámara lenta desde que llegué allí.

Con una fuerza inhumana tumbe la puerta, no esperaría ni un segundo más.

— ____, si esto es una de tus bromas créeme que no me gusta — grite, mientras que la buscaba por todos lados.

Al entrar a su habitación, sentí como el mundo se había detenido.

Las sabanas color púrpura estaban manchadas de sangre, y en su mano descansaba una pistola.

Las lágrimas no tardaron en hacer su aparición. Con temor me acerqué a su cuerpo, el cual ya estaba inerte y la abrace.

Lo siento... — susurre, apretándola mas a mi anatomía.

— Pero que holgazán me has salido J — dijo cruzándose de brazos.

Escuche su tímida risa, y no tardó mucho para que su cuerpo hiciera hundir el otro lado de la cama.

Sonreí, y sin ella esperarlo la acerqué a mi.

Pasaron así unos segundos hasta que presione mis labios sobre los suyos.

— Buenos días princesa — susurre en sus labios.

— Ahora si los son — respondió soltando un suspiro.

— ¿Tienes algo planeado para hoy? — pregunté, tenía muchas ideas rondando por mi cabeza.

— Pasar todo el día acurrucados sería una buena idea —

— Y resulta que él holgazán soy yo — 

Sus carcajadas fueron música para mis oídos. Amaba a esa chica con locura.

— Espero que en donde quiera que estés puedas perdonarme, ¿por qué lo hiciste? ¡PODÍAMOS SOLUCIONARLO DE OTRA FORMA! No podré con este cargo de conciencia ____, si tú plan era verme destrozado, lo has conseguido —

Dos días después...

Era duro presenciar todo esto. Desde familiares hasta amigos se despedían de ella arrojando una flor blanca, su madre estaba fuera de sí y ¿como no?.

Era hipócrita de mi parte estar allí, sabiendo la razón de que ella cometiera esa locura.

La hice sentir como una basura desde que conocí a Claudia.

Desvíe mi vista hacia el ataúd que estaban a punto de bajar, y me sentí como una mierda. Ahora ya no vería su sonrisa, no escucharía sus carcajadas y lo peor de todo... Esa llamada seguía tan presente en mi mente.

" Te deseo toda la felicidad del mundo y que nuestros recuerdos juntos te atormenten. "

Ya lo estaban haciendo.
Ya me estaban atormentando.

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