Musarañas.

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- Mar, ¡espera! Vas muy rápido.
- Lo siento, son los nervios.
- ¿Nervios de qué? ¡Ni siquiera te ha dicho hola!
- Lo se, pero hemos cruzado miradas.
- Habrá sido de casualidad.
- Puede, pero aún así es suficiente para ponerme un poquito histérica.
- Qué mona -me dijo con una sonrisa adorable-.
- ¿Gracias? Bueno, vamos a clase.
- Vamos, vamos.
   Y ahí estaba otra vez... Tan hermoso como siempre, con esa sonrisa tan linda y esa mirada tímida y dudosa... ¡Lo quiero para mí! No puedo querer tanto a alguien, es imposible, nunca había querido tanto a alguien así. No sé si es amor, es un sentimiento más fuerte que yo, le veo y siento que mi corazón va a estallar en más de mil pedazos. ¿Qué me pasa? ¿Cómo debo actuar si alguna vez me habla? No tengo ni idea.

- Mar... ¡Mar! Cielo, te volviste a quedar en la parra mirando las musarañas... Estabas en las nubes, como siempre -musitó-. ¿Es bonita la vista desde allí? Eo... ¡Marta!
- ¡Sí, Carmen, sí que atiendo en clase, sólo pensaba! -espeté refiriéndome a la profesora de valenciano, cuya presencia no estaba ahí-.
- ¿Carmen? No, me llamo Verónica y lo sabes bien -dijo intentando aguantar la risa. Cosa que no pudo hacer y estalló en carcajadas, mofándose de mí-.
- Ha sido un error.
- Sí, porque estabas pensando en Lucas -me ruboricé-.
- ¡Déjame ya en paz! -seguidamente entré en clase de valenciano y pasé de Vero y sus inútiles intentos de llamar mi atención.

¿Crees en el destino? (#24)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora