La imagen

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La descubrí  dos semanas antes de mí vuelo y desde entonces solo había pensado en el día en que regresaría de Canadá y podría hacer mi propia versión De aquella imagen

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La descubrí  dos semanas antes de mí vuelo y desde entonces solo había pensado en el día en que regresaría de Canadá y podría hacer mi propia versión
De aquella imagen. No podía quitar de mis pensamientos la cara que colocaría ella, mí Annah,  cuando apareciera de sorpresa en su casa.

Tengo el recuerdo del aquel día guardado en un lugar muy especial de mi corazón.

Mi vuelo partía a las 6 de la mañana, razón por la cuál me tocaba estar en el aeropuerto desde las 4 a.m. Lo más chistoso es que eran las 3 de la madrugada y yo aún estaba despierto pegado al teléfono y observando lo increíblemente hermosa que lucía mi novia mientras dormía, por un momento me perdí en aquel rostro con piel de porcelana y pestañas largas, el cuál estaba parcialmente cubierto por aquellos mechones rubios que se habían escapado de la coleta que solía hacerse Hannah antes de dormir... En mis pensamientos era el único lugar en el que le decía su nombre correctamente, ya que la mayoría de las veces omitía la función de "j" que cumplía la H al inicio de su nombre, y simplemente la llamaba Annah.

Me encontraba ahí, perdido en la tranquilidad de su cuerpo en reposo cuando el sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos.

-Aveces no se si es que te quiero mucho o es que realmente soy un estúpido, Christopher.

Una espontánea sonrisa brotó en mi rostro al escuchar aquel comentario proveniente de mi sarcástico mejor amigo.

-¡venga Emmanuel! Que yo se que me adoras- exclamé entre risas al tiempo que salía suavemente de la cama y me adentraba en el baño, lo menos que quería era que Hannah se despertara en esos momentos- ¿me has conseguido lo que te pedí si o no?

Lo oí reír sarcásticamente al otro lado de la línea

-La pregunta ofende- contestó, haciéndome saber que en efecto había conseguido lo que quería- ¿crees que de otra forma estaría despierto un lunes a las 3 de la madrugada?

Fue imposible evitar que se me escapara un grito de emoción ¡joder!

Abrí levemente la puerta del baño para cerciorarme que aquel grito no había logrado perturbar el sueño de mi novia. Y así fue, Ann seguía dormida ¡bien!

-¡Perfecto Emmanuel! Si que te debo una bien grande amigo

Rió

-¿Grande? Me has puesto a conseguirte una suite en un hotel, para dentro de dos meses, ¡a las 3 de la madrugada!
Agradece que el tío Jeremías te quiere hasta más que a mí y que apenas  supo que la suite era para celebrar tu compromiso no dudo en guardarte campo en su hotel.

-ya deja de quejarte, hombre- dije casi susurrando al escuchar a mi novia moviéndose desde la habitación.- solo quiero irme sabiendo que todo estará listo para, el día que regrese de Canadá, darle la mejor sorpresa a An...

Antes de terminar de hablar senti que tocaban la puerta del baño, y al segundo noté que ésta empezaba a abrirse.

-Si que madrugaste hoy, Chris - dijo con voz suave Annah al tiempo que se inclinaba para darme un pequeño beso sobre los labios.

Colgué el teléfono rápidamente dejando sólo a mi amigo al otro lado de la línea.

-¿que haces despierta tan pronto?- pregunté estrechandola entre mis brazos.

-son pasadas las 3 de la madrugada, hay que empezar a alistarnos si queremos que estés a tiempo en el aeropuerto.

¡Vaya! Era hora de irme y yo, literalmente, no había dormido nada. Pero no me importaba, estaba seguro de que todo quedaba listo para mi regreso.

Camino al aeropuerto Anna no dejaba de cantar aquella pegadiza canción de Bruno Mars, infaltable en mi auto cada vez que ella tomaba el volante.

***

Al llegar al aeropuerto su rostro se tornó menos radiante y la tristeza, acompañada de unas cuantas lágrimas, se apoderaron de nuestros ojos.

-Te voy a echar de menos, Dios griego- dijo Ann al tiempo que me daba un apasionado beso.

-No más que yo, Ann- respondí. - pero, ¡hey! Sólo será dos meses y prometo que te hablaré todos los días durante ese tiempo.

Antes de entrar al pasadizo de abordaje le di otro beso y me fui... De haber sabido que aquellos serían nuestros últimos besos le habría dado millones más, pero así de cruel es el destino.

Estoy afuera, tontita (incompleta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora