Secretos

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*Martha Aráoz

Habían pasado dos meses desde la muerte de mi único hijo y hoy iba camino a Million Hearts together (MHT) a visitar a Hannah, tal y como lo venía haciendo cada domingo de estos últimos meses.

Hannah siempre había sido una persona muy fuerte, pero lo ocurrido con Christopher había logrado derrumbarla a tal punto de tener que internarla en un centro psicológico para tratar de estabilizar su salud mental. El problema es que ya habían pasado casi dos meses desde que fue internada y Hannah no mostraba ningún avance. Al contrario, las dos últimas semanas había estado sedada las 24 horas a causa de una fuerte recaída que llegó justo cuando todos pensábamos que ya estaba mejorando.

El día anterior había recibido una llamada del psicólogo diciéndome que Hannah había pedido no estar más sedada  y que quería hablar conmigo. Así que ese día iba más que esperanzada, esto sin duda era un gran avance.

Cuando Hannah y Christopher decidieron empezar una relación nunca pensé que iba a llegar a querer tanto a esa hermosa muchachita de cabellos rubios, Pero desde el primer instante Hannah había hecho méritos para ganarse mi cariño. Ella pasó a ser casi una hija para mí, salíamos de compras y amábamos cocinar juntas. Pero lo que más me gustaba de ella era la sonrisa, inmensa e inexplicable, que surgía en el rostro de mi hijo con tan solo escuchar su nombre. Con ella él era feliz, y no hay nada que ame más una madre que sentir la felicidad del ser que más ama sobre la faz de la tierra. Así que, desde lo ocurrido con Christopher, me había propuesto no abandonarla en esta situación, quería que sintiera que una parte de Chris estaba ahí, acompañándola... Además, ir a visitarla me ayudaba a despejar mi mente e ignorar un poco este vacío inmenso que sentía en mi corazón.

Al llegar a MHT la ví sentada en una de esas hermosas bancas antiguas de madera que se encontraban en el jardín de aquel hermoso pero perturbador lugar.

-Hannah, aquí estoy... - dije observando la camisa de fuerza que cubría su torso y amarraba sus brazos.

-Hola, Mamá Tica. Siéntese, esta cosa no solo me proteje a mi de ¡mi! También los proteje a ustedes... De mí - dijo refiriéndose a su camisa de fuerza.

Me senté a su lado ignorando el punzón que sentí en el pecho al escuchar que me llamaba de la misma forma en que siempre lo hacía mi Chris.

-¿Como crees que me daría miedo alguien tan flacucha como tú? - dije a modo de chiste, buscando calmar la tensión del momento.

Rió.

-Usted y sus extrañas palabras de aliento.

Me miró y fue solo ahí cuando noté algo que no había notado en todo este tiempo...

Hannah lucía totalmente destruida, las ojeras lograban opacar sus hermosos ojos verdes, sus labios lucían secos y sin brillo, su cuello tenía marcas de las que aún no logro descifrar su procedencia. Pero lo que más me impactó era lo que se veía más allá de sus ojeras, en sus ojos ya no había brillo y es extraño lo que voy a decir, pero tampoco se veía tristeza, aquellos ojos grandes parecían... atemorizados.

-¿Hannah, que te está pasando? A todos nos ha dolido lo de Chris y entiendo tu reacción, yo por dentro estoy igual, creo que peor, pero tienes que recuperarte, a Chris le rompería el corazón verte en este estado - una lágrima rodó por mi mejilla al finalizar.

-¡Yo no merecía su amor, Tica. Y él murió por mí! -casi gritó.

Ahí fue cuando todo se hizo claro. No era temor lo que veía en sus ojos, era culpa. A Hannah la estaba matando el remordimiento por  sentir que era la responsable de todo lo ocurrido.

-No digas eso Hannah, tú no tienes la culpa, tu no fuiste quien le dijiste a Christopher que saliera a esa hora y mucho menos fuiste quien disparó ese arma. ¡por Dios! Soy su madre y nisiquiera sabía que él regresaba ese día, si tan solo fuera sabido, Hannah... Yo fallé como mamá, yo no le advertí del peligro, lo dejé a la deriva, sólo en un mundo oscuro como este...

No aguanté más... Me ahogué en el llanto que había estado reprimiendo buscando aparentar fortaleza.

-¿Como crees que me sentí yo cuando llegué a ese lugar y ví aquella escena? ¿sabes cuantas veces marqué a su teléfono? ¡muchas! Marqué y marqué... Pero no contestó, Hannah. Por un momento dije "debe estar ocupado, ya me llamará". ¿Sabes como me siento al saber que esa llamada nunca llegará?...

Ahí fue cuando te llamé a ti y me dijiste lo que había pasado... ¿sabes? Tengo el recuerdo de mis manos bañadas en sangre, sangre proveniente del cuerpo de mi único hijo... ¡De mi bebé, Hannah! Me lo mataron y yo... Yo... Yo no pude hacer nada...

Me quedé perpleja al notar la reacción de Hannah ante mi relato. Ella lloraba más que yo, parecía como si el dolor se la estuviera comiendo viva, noté su sufrimiento. Y de repente estalló.

-Le fui infiel ¿ok?... -

No podía creer lo que estaba escuchando.

-Esa noche lo llamé -siguió - lo llamé dispuesta a contarle lo que había pasado ¡pero soy una cobarde!... Sentí miedo a que me odiara, a que no me perdonara... A perderlo. Así que simplemente le dije que lo extrañaba y callé mi traición. Si le fuese dicho quizás ahora me odiara, pero no fuera ido a esa hora a mi casa y... estaría vivo en estos momentos.

Hannah estaba hecha un mar de llanto y mi estado de asombro nisiquiera me permitía consolarla. Una parte de mí sabía que, pese a su traición, ella no era la culpable, ella no lo había matado. Pero otra parte mucho más fuerte no podía aceptar la idea de que esa mujer hubiese engañado a mi hijo, a quien daba... a quien dió la vida por ella.

No supe que hacer ni que decir, simplemente me levanté y me dispuse a marcharme.

Cuando iba a cruzar la puerta que me sacaba del jardín me detuve.

-¿Sabias que murió por proteger el anillo con el que te propondría matrimonio?

Dije y me retiré del lugar antes de que ella contestará.

Estoy afuera, tontita (incompleta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora