Capítulo 2

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Tres meses antes.

Me subí al auto dejando el ruido afuera, prendi el stereo y Arctic monkeys empezó a sonar. Maneje el conocido recorrido a casa y me relajé. Había sido un dia productivo y sobretodo, pude salir antes. Bien, bien, repetí en mi mente. Estacione frente a mi edificio de arquitectura antigua, era de esos edificios de apartamentos que mantenían una estética antigua, como suburbios estadounidenses, con cinco escalones antes de la gran puerta. Carecía de ascensores, solo eran tres pisos de cuatro departamentos casa uno. La Sra Guess, del 3ero B, se encargaba de la mantención del lugar, por lo tanto siempre olía a flores y plantas decoraban estancia. Ese dia no había plantas, no había flores, en su lugar cajas con fajas de abordaje, un gran espejo y muchas bolsas negras, como de basura. Mi primer pensamiento es que la Sra Guess estaba sacando a la calle todo eso para que los recogedores se lo llevaran, ya que nunca encontraba esta escena por estar en la oficina. Un estruendo sonó en el segundo piso y un grito de dolor, no le presté atención y seguí revisando la correspondencia que se encontraba en la pequeña mesa de roble junto a las escaleras.

- Que pelotuda que soy!- Se escuchó en el primer piso. Era en español, pero la tonada era extraña.

Levante las cejas sorprendido por el vocabulario usado por la dueña de la expresión, no sabia hablar español pero estoy seguro que no era nada bonito lo que había pronunciado. Entonces apareció, bajando las escaleras casi trotando, usaba un sweter enorme, un jean ajustado y zapatillas. Tenía unos lentes de sol en forma de corazones sobre la cabeza, usándolos de vincha de una larga cabellera ondeada castaña clara. Tenia el ceño fruncido y no hace falta saber español para saber que estaba enojada. Se freno en seco frente a mi, me examino de pies a cabeza y la mira molesto.

- En Irlanda no conocen algo, no se, te eleva desde la plata baja y te deja en el piso que vos querés, es hiper novedoso, en el tercer mundo abundan- dijo rápido, sin respirar, enojada, agitada y en español de nuevo.

Mire a ambos lados, pero si, me hablaba a mi. Me miro exasperada esperando respuesta, para ser una mujer de unos metro sesenta intimidaba.

- No se que dijiste, perdón, pero acá hablamos ingles- no se porque me había fastidiado tanto esa pequeña mujer, era irritante.

- Lo siento- dijo con énfasis en la o- ustedes, ascensores, no hay- empezó a balbucear en burla. Bufo, miro las cajas y se volvió a dirigir hacia mi.

- Lo siento- dijo esta vez sin énfasis en ninguna letra- acabo de mudarme, vengo de argentina, y esperaba que haya un ascensor, estoy cargando estas cosas desde otro continente.

Hablaba moviendo mucho las manos y de manera enfática, como si hubiera tomado muchos Red Bull. Me encogí de hombros, tome mi correspondencia y cuando estaba a punto de subir me tomo del brazo y me miro fijo. Sus ojos eran verde musgo, como si encajaran en nuestras praderas.

- En que piso vivis?- espetó

- 3ero?- pregunté rendido.

Sonrió e hizo un pequeño bailecito mientras yo tomaba una caja que probablemente pesaba más que ella, hizo lo mismo y subió detrás de mi.

- Soy Emma- en español nuevamente.

Era tan difícil entender que si te mudas a otro país, mínimo háblame a tus vecinos en un idioma que entiendan?

-Liam- dije secamente, depositando la caja en la puerta con una A dorada en el frente. Acomode mi pelo con ambas manos y acto seguido las deposite en mi cintura. La miré y no podía creer lo que veía, era extraña, y esta extraña iba a vivir en mi techo, ruidosa seguro.

- Liam? Solo te pido que subas el espejo por favor, soy extremadamente torpe y pesa demasiado, el resto es ropa y cosas livianas, por favor?- me miro desde abajo haciendo pucheros- porfi- dijo en español.

- No habrá un diccionario ingles-español en alguna de estas cajas?- le pregunté señalando y observando los libros que se asomaban de algunas.

Se rio, fuerte y dulce, me hizo un gesto con el dedo índice de que esperara, busco en una, nada, busco en otra y me entregó un libro ingles-español, obviamente, mientras sonreía. Sacudi mi cabeza y fui por el espejo. Termine subiendo eso y otras cajas, después de tener que sostenerla cuando se piso loa cordones, tirando los adornos navideños que tenia en la caja que cargaba.

Mire la hora y eran casi las siete, todavía debía ir a comprar, cocinar, y limpiar mi apartamento, genial.

-Emm, Emma...

-Si?- se volteo para verme, dejando inclusa su tarea de ordenar libros.

- Tengo cosas que hacer, me tengo que ir.

Se bajo del banquito al que estaba subida, se acercó y beso mi mejilla. No era un beso de mejilla de alguien que quiere en realidad besar tu boca, fue algo casual.

-Gracias, no olvides tu libro- sonrió y camino hacia el banquito, aunque parecía que bailara, extraño.

Me fui confundido y deseando que fuera silenciosa.

Chupetines de cerezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora