Capítulo 7

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Pasé para la segunda película nada más terminar la primera, pero Darcy se estaba volviendo estúpido y quien estaba ahí para Bridget era Cleaver. Algo en mi interior se enfureció. ¿No tenía las ideas claras la muchacha?

No era fanática de las películas de comedia y mucho menos, de las románticas. Yo prefería una sanguinaria a una ñoñería de esas.

Me gustaba vivir la acción, el miedo y la sangre como si yo fuese la protagonista, pero en el amor era diferente, porque yo nunca había sentido nada así por nadie.

A la hora y cinco de la película, tuve que pararla, porque alguien llamó a la puerta de mi habitación. Estaba en unos pantalones cortos y una camiseta de sisas apretada.

Fui hacia la puerta y cuando la abrí, la maraña de pelo marrón que ya me había acostumbrado a ver, estaba ante mi.

—¿Hola? —dije, llamando la atención de Azael.

Su cabeza que estaba gacha, se levantó, pero se posó sobre mi camiseta.

—Bonita camiseta —dijo él, sonriendo y señalándola con el mentón.

No entendía por qué se reía, no tenía ningún dibujo —cosa que era rara.

Me miré y hasta no ver mis pechos en pleno auge, como si quisieran salirse de allí, no lo entendí. Rápidamente pasé mis brazos, tapándome como pude, intentando no sonrojarme, cosa que ya era imposible, porque sentía mis mejillas arder.

—Yo... —quería poner alguna excusa, pero no tenía ninguna.

—Lo siento —siguió partiéndose el culo, pero a mi, ¡ni gracia!

—¿A qué venías? —pregunté, molesta.

Miró hacia adentro de mi cuarto y me respondió:

—Quería pasarme. ¿Estás viendo una película? —preguntó él. Aquella cuestión me había parecido un poco rara, porque al mirar hacia mi ordenador, este estaba encima de la cama, en pausa y con la pantalla hacia el otro lado.

Lo miré un poco raro, pero aún así, le respondí.

—Sí, estoy viendo Bridget Jones.

—Ah, genial —se rascó la nuca, como si estuviese nervioso. ¿Lo estaba?

¿Debía invitarlo a pasar? No podía desenredar mis manos para dejar al descubierto mis pechos libres de sujetador.

—¿Quieres pasar? —aquello me pareció raro al escucharlo salir de mi boca.

—Uhm... —miró hacia un lado y hacia el otro del pasillo, y asintió, entrando en mi habitación.

—Ahora vuelvo, voy a ponerme... —dije, mirándome las tetas —. Esto... ya sabes...

Pillé el primer sujetador que tenía a la vista, fui al baño y me lo puse.

Cuando salí, Azael seguía de pie, esperando.

—Puedes sentarte —lo invité.

Se sentó encima de mi cama y su vista se dirigió al ordenador.

—¿Esto es una indirecta? —no sabía a qué se refería, pero al ver la pantalla del portátil, me quedé pálida.

Estaban Daniel y Bridget en la cama, besándose, preparándose para hacer el amor, o lo que mierda fuera aquello.

Rápidamente pasé de la palidez al sonrojo.

—Tranquila —se rió —. Era broma.

Me senté a su lado, me eché hacia atrás hasta que mi espalda tocó la pared, y puse el ordenador sobre mis piernas.

Mi mejor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora