CAPÍTULO 4
Desperté la mañana siguiente, aún cansado, pero era difícil continuar durmiendo en otro lugar que no fuera mi casa. Apenas mi mirada consiguió aclararse, tuve la maravillosa suerte de poder apreciar aquel rostro angelical observándome. Madelyn me miraba desde su cama, y no, aunque había dormido a su lado, no fue exactamente bajo las mismas sabanas, sino en un viejo sillón, que tenía acomodado al lado, debajo de la ventana. Ella me atravesaba con sus preciosos ojos color verde, y aunque parecía sufrir una fuerte resaca mañanera, se veía naturalmente hermosa. Yo no tenía idea como comenzar una conversación, además de que ella no hacía la menor mueca, y eso era extraño.-¿Cómo te sientes? - fue lo primero que vino a mi mente, aunque era obvio, pero algo debía decir antes de que saque aquel arma, que anteriormente había utilizado con Slash.
-Estoy tratando de recordar cómo es que terminaste aquí. - sonó algo seria, pero también graciosa.
-¿Eres de los ebrios que no recuerdan nada la mañana siguiente? - pregunté en forma de chiste, mientras me ponía la camisa. Ella me observó un instante, recostada a un lado con su cabeza encima de su mano izquierda.
-¿Qué ocurrió?
-Tranquila. No tuvimos sexo, si es eso lo que te preocupa.
-Sé que no tuvimos sexo, porque, si asi fuese, hubieras despertado desnudo en mi cama. De todas formas, eso no me preocuparía. - sonrió. - Sólo, me extraña que no hayamos hecho nada. Eso es lo raro. - reí.
-Ahora ya sabes que realmente soy de confianza y que no me aprovecharía de ti, ni en el estado que te encontrabas anoche.
-Si... ¿Ya te vas?
-Tengo que trabajar.- me acerqué a ella y besé tiernamente su mejilla. - Te veré luego, si es que no vuelves a desaparecer.
-Espera... - salió de la cama y caminó hacia mi. - Antes de que te vayas, ¿podrías recomendarme a alguien que pueda arreglar el agua caliente de mi ducha?
-Claro... Amm... De hecho, podría echarle un vistazo yo mismo.
-Te lo agradecería mucho.Luego de aquella noche, parecía que me había ganado la confianza de Madelyn. Nuestra relación era diferente ahora, ya no me sentía como el cómplice se aquellos imbéciles que habían planeado robarle.
Mientras buscaba el problema, que impedía la llegada del agua caliente a su ducha, ella estuvo en la cocina, no le presté demasiada atención a qué hacia, hasta que necesité ir por ella para avisarle que ya había lo había solucionado. Entré a su cocina, algo timido aún. Ella estaba terminando de preparar el desayuno.
-No sé si te gustan los hot cakes. - acercó un plato hacia mi, que me encontraba del otro lado de una pequeña mesa, y luego lo apoyó sobre ésta.-¿Bebes café?
-Sí, gracias. Pero no tenías que hacer esto...
-¿Estás apurado?
-No, pero...
-Entonces desayuna. - interrumpió - Ya está hecho. Rechazarlo sería muy descortés de tu parte. - sonrió picaramente y luego se sentó en el otro lado de la mesa.
-Gracias. - también acudí a tomar mi lugar allí. Ella me observaba mientras comía de su plato.-¿Por qué me miras así?
-Solo quiero ver tu reacción al probar mi comida. - sonrió divertida.
-¿A caso tiene veneno o algo por el estilo? - bromee.
-Claro que no. - rió. -Es que nunca nadie ha comido algo cocinado por mi. A mi me gusta, pero no sé qué pensarán los demás.
-De acuerdo. Veamos... - llevé un poco a mi boca y a continuación el impulso de bromear con ella me sobrevino. Hice un gesto repulsivo, como si sus hot cakes fueran asquerosos, cuando en realidad no. Trás ello la vi abrir sus ojos de par en par, sorprendida y a la vez entristecida por ello.
-¿No te gustó?
-Solo estoy bromeando. - reí. -No saben tan mal.
-¿Tan?
-Están deliciosos, Madelyn.- afirmé probando otro poco para dejarla más tranquila.
-Ahora no te creo. Pero te lo acabas todo, aunque sepa a mierda, te lo comerás o me ofenderé.- reí.
-Está bien. No quiero que eso pase... ¿Hace cuánto tiempo vives sola?
-Mmm... - hizo una mueca de pensamiento mientras le daba un sorbo a su café. -Creo que desde que abandoné la universidad... Un año y medio, tal vez.
-¿En dónde vivías antes?
-Con mis abuelos, en Portland.
-¿Eres de Portland? ¿Y qué haces viviendo aquí? Bueno... Este lugar es muy aburrido.
-Necesitaba un lugar tranquilo como éste para... Necesitaba alejarme de los problemas. Entonces, conseguí que me vendieran esta casa, usando una cuenta bancaria falsa y me fui una mañana sin que mis abuelos supieran. Aunque luego obviamente tuve que contarles.
-¿Cómo que una cuenta falsa? Podrías ir presa.
-Lo sé. Es una larga historia. - sonrió.
-¿No tienes miedo?
-¿Miedo a qué? ¿Ir presa?
-¡Por supuesto!
-La verdad no...
-Eres muy extraña. No le tienes miedo a ese tipo de cosas, pero sí a una tormenta, o a subirte a un automóvi.
-Es un tema psicológico. - no quería haber dicho eso, aunque llegué a pensarlo, no teniamos la confianza como para decirle que parecía no encontrarse en su sano juicio, pero ahora estaba saliendo de su propia boca.- La mente es más aterradora y peligrosa que la vida misma. - dijo y luego se puso de pie.
Sus palabras me dejaron sin respuesta, tal vez porque aquella frase se reflejaba mucho en mí. Cualquier otra persona podría haberla catalogado cómo una maldita loca, pero tenía razón, y me había hecho sentir tan identificado que desde entonces deseé y me llené de entusiasmo por continuar conociendola.
La observé abrir una bolsa de comida para gatos, y vertir un poco dentro de un recipiente. Luego se dirigió hacia la ventana y depositó aquello cerca de allí.
-¿Para qué es eso? ¿Tienes mascotas?- pregunté con curiosidad, aunque era algo un poco obvio.
-Es que, tenía un gato... Pero creo que fue una mala idea dejarlo solo unos días porque se ha ido y no lo he vuelto a ver. - recibir aquella información justo en el instante que estaba tragando mi desayuno, me provocó un breve atoramiento, y a continuación una esperada tos.
-¿Estás bien? - Madelyn regresó a mi.
-Si. - dije como pude y bebi de mi café. -Fue sólo un pedazo de tortilla. - sonreí para dejarla algo más tranquila. -Seguramente ha encontrado otra familia.- concluí.
-Sí. No debí cambiarlo de ambiente... Era un gato muy viejo. Debí haber pensado que no se adaptaría a otro lugar.- sonó apenada. Entonces pensé que era mejor continuar alimentando aquella ilusión de que su mascota se encontraba bien en algun otro lugar, a decirle la verdad.
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DANGEROUS CANDY: Mi Dulce Perdición
RomanceSu amor iluminó mi vida, pero también hizo de ella un infierno tan placentero como destructivo. Ciego, dejé que me seduciera. Con su ternura hizo que me derritiera, con su pasión que ardiera en llamas. Pero finalmente esas llamas me volvieron ceniza...