Fue una situación bastante dramática ver a Madelyn sentada en el suelo del baño, intentando recuperarse de aquella descompostura tan fuera de lo normal. Pero aún así, por lo único que se preocupó ella cuando nos vió encontrarla en aquel estado, fue que la dejaramos sola mientras trataba de fingir que todo estaba bien. Pensé que tal vez le avergonzaba, aunque no le veía ningún sentido a eso. Comenzó a ponerse agresiva y no dejaba de insultar a Amanda por habernos alertado, luego se encerró en el baño a solas y entonces mi preocupación aumentó. Necesitaba saber qué le ocurría, que la viera un médico profesional. Estaba seguro que no era algo normal devolver sangre, y su obstinación por no recibir ayuda terminó alterandome a tal punto, que terminé abriendo la puerta a las patadas.-¡Sal de aquí! - gritó exaltada. Ella se encontraba frente al lava manos, traía su rostro empapado y se veía exageradamente pálida, en un tono amarillento más bien.
-¡¿Qué rayos te ocurre?!- cuestioné en el mismo tono.
-Nada. Estoy bien. - tomó una pequeña toalla y cruzó empujandome a la salida.
-¡Madelyn! ¡Por favor! ¡Debes atenderte en un hospital! - suplicó Amanda mientras la seguía. En ese instante supe que ella sabía algo más. También fuí detras suyo.
-¡Hey, detente! - pedí, tomándola del brazo. -¿Por qué demonios actúas así? ¡Sólo estamos tratando de ayudarte, Madelyn!
-¡No les pedí ayuda! ¡Ya déjenme en paz! ¡Les he dicho que estoy bien!Sus palabras sonaban aún más rotas de lo que podían llegar a significar. Ella estaba angustiada, en su interior sabía que nada estaba bien y, tal vez, la negación era su manera de consolarse. Pero yo no iba a quedarme de brazos cruzados, esperando que ella cambie de parecer y decida aceptar que algo no estaba funcionando adecuadamente.
Dejé que se cruzara hasta su casa. Madelyn era una especie de bomba de tiempo, y si había algo que no soportaba era la presión. En el poco tiempo que la conocía, me había hecho saber que darle su tiempo y espacio eran dos cosas cruciales para una buena respuesta de su parte.Giré hacia un lado y vi a Amanda derramando un par de lágrimas que intentaba disimular.
-¿Por qué lloras? ¿Qué le ocurre? - cuestioné.
-No lo sé...
-¡Tienes que saber algo, Amanda! Si no, no estarías angustiada. ¿Qué tiene ella? ¿Por qué se descompuso de esta manera? - ella no respondió. -Me ha dicho que le recetaron medicación, ¿por qué? Sé que tiene algo y no entiendo por qué su silencio.
-Por favor, Myles. No la presiones, ni me presiones a mi para que hable. Espera a que Madelyn se tranquilice y, entonces, podrás hablar con ella.
-Entonces... ¿estás asegurándome que ella tiene algo?
-Sólo quiero que salga de su boca y no de la mía... Iré a ver qué tal está...Amanda regresó a casa de su amiga para hacerle compañía, dejándome allí mucho peor que antes.
-¿Qué crees que le esté pasando?- preguntó Slash una vez que Amanda se fue.
-No sé qué pensar, Slash. Tal vez es solo una exageración, pero jamás he visto vomitar sangre a alguien.
Aún así sé que se trata de algo inusual o... complejo.Poco después, vimos a Amanda volver a salir de la casa. Se detuvo en la puerta y desde allí llamó nuestra atención gritando mi nombre, luego de aquello hizo una seña para que me acercara. Me dirigí allí solo, Slash debía quedarse a cargo de la fiesta o todo terminaría en desastre.
-Mady quiere hablar contigo... - dijo deteniéndose en la sala.Entré a su habitación, ella estaba sentada en aquel sofá dónde yo había dormido anteriormente, bebiendo un té o algo así dentro de una taza. Me acerqué vacilando, no estaba seguro de cuanto debía hasta que ella habló.
-Sientate... No te correré esta vez- musitó en un tono algo divertido, haciendome saber que las aguas estaban un poco más calmas. Me senté a su lado en el sillón, intentando parecer relajado.
-¿Ya te sientes mejor?
-Un poco... Quiero disculparme... Me altere demasiado y tú ni siquiera merecias aquel trato...
-Está bien... Solo quiero comprender qué fue lo que pasó. Digo, no es normal.
-Lo sé. Pero ya no te preocupes.
-Puedes confiar en mi. Y... Sería mucho mejor que supiera si algo te ocurre.
-Es un pequeño mal estar. Nada grave.
-Mirate, Madelyn. Estás pálida... O más bien amarilla.
-Sí, es que últimamente he tenido problemas con mi... Hígado. Es por eso que no tomo la medicación que los medicos me recetaron.
-¿Y para que son esos remedios?
-Amm... - ella bajó la mirada.
-Made, mirame. - levanté su mentón delicadamente con mi mano. - Sé que no nos conocemos hace mucho tiempo, pero sabes que puedes confiar en mi y que jamás te juzgaría o algo por el estilo.
-Es medicación para mis ataques de pánico...
-¿Ataques de pánico? - ella asintió. -¿Sólo eso?
-Bueno... Para la depresión también. - agregó aún más apenada.-No me gusta hablar sobre eso. La gente te ve de otra manera cuando saben que necesitas una droga para mantenerte cuerdo... Tampoco quería que eso ocurra contigo.
-¿Juzgarte? - reí. -Claro que no, nena. Sería el menos indicado para eso. - ella hizo un gesto de confusión.
-¿Por qué dices eso? No creo que...
-Claro que entiendo. - interrumpí. Respiré profundo, haciendo una breve pausa antes de confesarme frente a sus mirada. - Hace no más de un año, me encontraba en el mismo estado que tú... Tal vez de diferente manera, pero me sentía igual. Yo... Caí en el mundo de las drogas, me lo habían vendido como un cielo hasta que un día me di cuenta de que no era más que el mismísimo infierno, pero entonces ya era tarde, no podía salir. Entonces comencé a hundirme cada vez más, estaba absolutamente enredado, perdido y la única solución que encontré fue adentrarme más en aquel vicio hasta terminar en coma dentro de un hospital.
-Tú... ¿sufriste una sobredosis?
-Así es. Quedé algo más idiota desde aquel entonces. - bromeé y ella rió. - Entiendo lo que te ocurre, yo me sentía... Paranoico por ser un drogadicto. Y aunque sean dos casos muy diferentes, aquel problema nos hace sentir el mismo temor. - Madelyn se acercó a mi, y sorpresivamente acudió a abrazarme.
-Gracias por contármelo. - susurró muy cerca de mi oído. Supe en ese entonces que la había hecho sentir un poco más segura, y yo, por mi lado, sentí que había hecho un gran descargo frente a alguien que realmente me comprendía.
ESTÁS LEYENDO
DANGEROUS CANDY: Mi Dulce Perdición
RomanceSu amor iluminó mi vida, pero también hizo de ella un infierno tan placentero como destructivo. Ciego, dejé que me seduciera. Con su ternura hizo que me derritiera, con su pasión que ardiera en llamas. Pero finalmente esas llamas me volvieron ceniza...