Supe que algo andaba mal cuando vi a Madelyn acorralada por aquellas personas, se veía tan frágil como una pequeña niña sin escapatoria. Yo no entendía de qué se trataba, no tenía idea quienes eran y qué querían, de todas maneras no permitiría que le hagan daño. Verla llorar de aquella manera tan afligida hizo que me preocupara, pero también me llenó de valor para interponerme entre ellos.
-¿Qué está ocurriendo? ¿Quienes son ustedes? - cuestiné duramente situandome delante de Madelyn.
-Me pregunto lo mismo. - respondió el hombre que la estaba interceptando de alguna manera. El tipo tenía unos sesenta años y vestía elegantemente. -¡¿Quién demonios eres tú? ¿Eh? - decidí no dar respuesta a aquella pregunta porque en realidad no estaba seguro de qué debía decir.
-¿Qué quieren con ella?
-¿Quién rayos es este sujeto, Madelyn? - él se dirigió a ella con una penetrante mirada, el hombre parecía tener un fuerte carácter, que obviamente aprovechaba para intentar intimidarme, cosa que no funcionó en aquel entonces.
-Su nombre es Myles... - respondió ella conteniendo la respiración para evitar sollozar. -Es... Un amigo.
-¿Amigo? - rió sarcásticamente. -¿Y tu amigo durmió aquí?
-Eso no le importa, anciano. ¿Qué quiere aquí?
-Que mal educado es este joven. Deberías aprender a comportarte frente al abuelo de la joven con la que duermes.
-¡Abuelo, por favor! ¡No metas a Myles en esto! - pidió ella casi suplicando, como si ocultara algo.
-Él mismo decidió irrumpir en nuestra conversación, Madelyn.
-¿Conversación? Vamos, usted la estaba intimidando de alguna manera y...
-¿Intimidando? ¡Ella es mi nieta! Y su llanto no es precisamente por temor a que la dañe. Su llanto es por culpa. Ella sabe perfectamente que hizo algo malo y que, éste hecho, sirvió para acabar con mi paciencia. - miré a Madelyn esperando una explicación tal vez. Pero ella solo bajó la mirada y se cruzó de brazos. - Mira esto, chiquilla problemática. - burló él sacando unos papeles de su maletín. -Tenías siete infracciones de tránsito con el automóvil que te prohibí usar, de las cuales cinco son por conducir ebria.
-Dijiste que te atemoriza subir a un auto. - dije dirigiendome a ella.
-Le atemoriza estando sobria y si alguien más conduce. - afirmó su abuelo. - Pero una vez que tiene un par de copas encima parece que recupera su valentía. - él parecía hablar con ironía para avergonzar a Madelyn.
-¡Ya basta con esto! - exclamó ella.
-¡No! Apenas he comenzado y Myles se quedará a oir todo. Bien... - volvió su vista al papel. - Te quité el auto luego de todo aquello, pero la señorita, no conforme a las reglas, decidió pedirle prestado el auto a su mejor amiga Amanda. - rió. - Genial, estaba seguro de que esa joven no tenía cerebro, y con esto lo confirmo, porque si yo te conociera como ella, jamás te permitiría acercarte a mi automóvil. - se burló.
-Tú porque eres un maldito viejo, agrio y aburrido. No conoces el significado de la palabra amistad.
-Doscientos cincuenta mil dólares para pagar el costoso auto de Amanda, que estrellaste contra una licorería, luego de que no te quisieran vender alcohol por el estado en el que ya te encontrabas...
-¡No es cierto! ¡El maldito me pidió sexo a cambio de un par de botellas de whisky! - la miré asombrado al oír aquello.
-¿Fuiste tú quien destruyó la licorería de Stewart? - pregunté recordando el incidente.
-¿Cómo crees que se hizo aquel golpe en la frente? ¿Te dijo que se resbaló en la bañera? - rió. No respondí porque era justamente la excusa que Madelyn usó. - Cincuenta mil para pagar los daños en aquel negocio, más otros cincuenta mil para que el dueño no presente cargos contra ti y no acabes presa. ¿Vas haciendo cuentas, Madelyn? - preguntó con sarcasmo y luego continuó. - He pagado las malditas vacaciones de nuestro abogado, tal vez con todo el dinero que le dimos gracias a ti pueda hasta dejar de trabajar y vivir de fiesta durante años.
-¿Ya acabaste? Me estoy hartando de esto.
-¿Que tú estás harta? ¡¿Y entonces yo cómo debería sentirme?! ¡Intentamos hablar contigo para que reflexionaras, pero jamás haces caso! ¡Decidiste irte de mi casa porque no querías respetar mis reglas, y eso está perfecto, pero aún así me llamas cuando te encuentras en problemas! ¿Qué voy a hacer contigo Madelyn? ¡Me juraste que cambiarías tu actitud, incluso aceptaste ingresar a la clínica de rehabilitación y luego de una semana huiste!
-¿Rehabilitación? - cuestioné.
-¡Así es! - respondió el anciano. -¿No te ha contado?
-Es todo. Myles, vete de aquí.
-No me iré, Madelyn.
-¡Ya vete de aquí! ¡Ya vayanse todos de aqui, malditos! ¡Quiero estar sola! - ella se alteró y empezó a actuar agresivamente.
-¡Tú no puedes estar sola! ¡Tú necesitas que alguien cuide de ti! ¡Estás enferma, Madelyn!
-¡¿Y crees que internarme en una clínica para adictos es la solución?!
-Madelyn, por favor. En ese lugar te ayudarán a superarlo. Soy tu abuelo, quiero lo mejor para ti.
-¡No! ¡Tú sólo quieres deshacerte de mi! ¡Toda esa maldita familia me quiere ver encerrada en un puto manicomio para facilitar sus vidas! ¡Pero no lo haré! ¡No les daré el gusto!- ella corrió alterada hacia el baño, y, antes de que alguien pueda detenerla, trabó la puerta.
-¡Demonios! - reclamó su abuelo corriendo detrás de ella sin tener éxito. -¡Esto no debía ocurrir! ¡Madelyn! - golpeó con ambas manos la puerta. -¡Por favor, Made, abre la puerta!
-¡Vete de aquí! ¡Quiero que te vayas!
-¡Por favor, hablemos, hablemos cordialmente!
-¡Contigo no se puede hablar! ¡Tu solución siempre es la misma! ¡Encerrarme en un maldito manicomio y pagar para que otros se hagan cargo de mi!
-¡No, no, Made! ¡Yo solo quiero ayudarte a sanar, quiero que vuelvas a ser aquella niña alegre, mi niña!
-No le hará caso si la presiona. - interrumpí. - él giró hacia mi y me miró molesto.
-¿Creés que no conozco a mi nieta? ¡Sé que si la obligo a algo no querrá hacerlo! ¿Por qué crees que intentaba hablar con ella antes de que tú te aparecieras?
-¿Cree que viniendo a su casa, junto con dos enfermeros y una ambulancia, conseguirá que Madelyn acepte internarse?
-No te metas en esto, tú no conoces a...
-Usted me metió en la situación al sacar esos papeles y contar todo frente a mi. Y creo conocerla lo suficiente como para saber que no la convencera. Puede pasar días aquí sentado frente a la puerta y ella es capaz de dejarlo con las ganas. - él hizo un breve silencio, dándome la razón y finalmente se resignó.
-Muchachos, dejenme a solas con este joven. - ordenó a los enfermeros.- Siento que hayamos comenzado con el pie izquierdo. Mi nombre es Michael Howard Johnson. - él extendió su mano con amabilidad.
-Myles Kennedy. - respondí a su gesto.
-Dime, Myles, ¿hace cuánto tiempo conoces a mi nieta?
-Amm... Desde que se mudó aquí. Trabajo aqui en frente y... vivo en la esquina.
-Bien. Por lo que veo, ella no se ha abierto en absoluto contigo. Creo que a todos los pasa, cuando nos interesa mucho alguien, demostramos nuestro lado mas brillante para atraer a aquella persona... Uno termina enamorandose y al final ese brillo es tan solo una luz alumbrando la entrada de un túnel en absoluta oscuridad...
-¿A qué quiere llegar con todo esto?
-¿Por qué estás con ella?
-Bueno... Porque la quiero... - respondí sinceramente.
-Crees que la quieres, porque aún no llegaste a conocerla.
-Bueno... Sé que apenas nos estamos empezando a conocer, pero en verdad quiero estar con ella y estoy dispuesto a ayudarla a superar todos sus problemas. - él sonrió ligeramente.
-Es justo lo que quería oír. ¿Sabes, Myles? Madelyn ha pasado una semana sobria.
-Y eso... ¿qué significa?
-Es bueno.
-¿Entonces por qué está aquí, intentando que ella vuelva a rehabilitación?
-Porque ella aún no está curada. Myles, Made es alcohólica. Ha tenido problemas con drogas y alcohol desde los catorce años, ¿tienes una idea de lo mucho que me preocupa su estado?
-Ella... ¿es adicta? - pregunté atónito.
-Así es. Junto con mi esposa, hemos luchado años para intentar ayudarla, conseguimos que deje las drogas hace un año, pero entonces su adicción al alcohol empeoró. Madelyn es una persona muy dañada, ella... Supongo que sabes lo de sus padres.
-Sí... Lo sé.
-Desde entonces siempre tuvo problemas, depresión, ataques de pánico, adicciones. La gente dice que su mente está destruida y jamás podrá volver a ser la misma, pero soy su abuelo... - su voz se quebró. - Hice una promesa el día del funeral de mi hijo y nuera, prometí cuidar de ella. A veces siento que les fallé, ¿sabes? Siento que rompí aquella promesa al percatarme como se encuentra ella ahora...
-Pero aún no es tarde. Aún tiene tiempo de lograr aquel objetivo.
-El tiempo corre, Myles. Y a mi edad corre a pasos agigantados.
-No diga eso, estoy seguro de que lo conseguirá. Solo dele un poco de tiempo, deje que ella enfríe su cabeza y recapacite. Tal vez esa semana que lleva sobria se extienda hasta alcanzar la meta de...
-Veintiocho días. Sólo necesitamos veintiocho días para que su cuerpo y mente comiencen la desintoxicación.
-Prometo que la ayudaré. Ayudaré a Madelyn a salir de ese pozo. Le doy mi palabra. - sonreí extendiendo mi mano nuevamente para sellar aquella promesa. Él pareció tranquilo y confiado, también me expresó su gratitud sin la necesidad de palabras.
-Es un muy buen gesto de tu parte. En verdad. Ahora, mejor me iré de aquí o ella jamás saldrá del baño. - rió. -Cualquier cosa que necesites, puedes comunicarte conmigo a este número. - él sacó una pequeña tarjeta del bolsillo inferior de su saco.
-De acuerdo. Lo mantendré al tanto.
-Adiós, Myles. Fue un placer conocerte. Por favor, cuídala.
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DANGEROUS CANDY: Mi Dulce Perdición
RomanceSu amor iluminó mi vida, pero también hizo de ella un infierno tan placentero como destructivo. Ciego, dejé que me seduciera. Con su ternura hizo que me derritiera, con su pasión que ardiera en llamas. Pero finalmente esas llamas me volvieron ceniza...