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-¡Fíjate en donde en caminas!- Le grité a un hombre con capucha-

El tipo era de anchos hombros y unos bien formados brazos. Caderas estrechas y piernas largas. Aún no conseguía mirar su rostro, ya que la capucha (y su posición) me impedían verlo. Lo que no me esperaba era que el hombre levantara la cabeza, dejándome ver unos impactantes ojos azul zafiro, y una sonrisa horriblemente macabra. Un escalofrío atravesó toda mi espina dorsal. Ese hombre me da mala espina.

-Lo lamento, señorita Rose.

¿Cómo diablos sabía este tipo mi nombre?

-Perdón. ¿Lo conoz…?

Pero el tipo ya no estaba. Había desaparecido. Era un hombre bastante extraño, solo espero no volvérmelo a encontrar. Me considero una mujer fuerte, pero ese tipo, me da miedo.

 ∞

Me encontraba poniendo sellos de ‘‘Felices fiestas’’ a todas las cartas, no sé porque le ponían esos estúpidos sellos. De felices no tienen nada. Todavía no podía pensar en nada coherente. Lo único que tenía en mente ere ese tipo misterioso, bastante raro por cierto. ¿Cómo sabía mi nombre? Supongo que sería un misterio sin resolver. Cuando ya había sellado la última carta, recogí mis cosas y las guardé en un pequeño bolso café, mi favorito. Me levanté de la silla y alisé mi falda.  Empecé a caminar por el angosto pasillo que conducía hacia la salida. Puse mi nombre en una libreta, la cual indicaba que ya había terminado mi trabajo. Me despedí de Alison, la secretaria. Ya en la calle, emprendí mi caminata hacia casa. Mientras iba caminando por el angosto callejón en donde estaba mi pequeña casita, empecé a sentir ese incomodo escalofrío que había sentido todo el día. Ese hombre sí que me había afectado. Ya enfrente de mi puerta, con la llave dentro del cerrojo, empiezo a sentirme extraña, había algo que me decía que tenía que salir de ese lugar, ese lugar al que yo creía seguro. Me llené de valor y giré la llave y luego el cerrojo. Ahí fue cuando todo sucedió. Abrí la puerta, di un paso hacia adelante y escuché un grito horrible, como el de alguien agonizar. Cuando intenté dar un paso hacia atrás y salir corriendo, una sombra espeluznante me agarró fuertemente y me tiró al suelo. Luego empecé a ver horribles imágenes, me dolía la cabeza, de mi frente manaba mucha sangre, era una pesadilla. Sentía desmallar. Veía todo borroso. Cuando ya estaba cerrando mis ojos y preparándome para dormir una buena siesta, vi esos ojos azules, y  de nuevo, esa sonrisa. Esa sonrisa que me había mantenido temblando todo el día. Pero nada peor que esas horribles palabras que el acababa de escupir.

-Bienvenida, señorita Rose.

El mundo oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora