1.
Iba caminando por la calle Elford para encontrarme con mi nana Grace, la cual vivía en una pequeña casa de madera rodeada de muchos árboles y flores coloridas. La razón por la que me encontraba aquí era que mi nana me había llamado con mucha desesperación, diciéndome que tenía que decirme algo con urgencia (exagerada). Me preguntaba qué querría decirme mi nana ¿Será que lo contaron sobre mi beso con Peter? Pero por favor si solo fue un error. Además de que solo fue un simple rose de labios, ¡Nada más!, pero sabiendo lo dramática que era mi querida nana, de seguro armaría la guerra entre Nijsins y Oxions. Ya habiendo llegado a mi destino, me encontré que la alfombra que estaba en la entrada de la casa de mi nana, estaba doblada a la mitad, lo cual era un signo de que había problemas con la nana. Descarté la opción del beso, definitivamente no era eso lo que la tenía preocupada, sería mejor entrar y salir de dudas. Toqué la puerta en el siguiente orden: un toque, cuatro toques rápidos y otro toque más. Esperé unos segundos y la puerta se abrió lentamente, mostrando a una mujer de baja estatura y pelo completamente blanco. Su piel era arrugada debido a su edad, además que a ella no le gustaba usar la magia con fines de belleza. Llevaba su pelo recogido en un moño elegante y llevaba un vestido sencillo que usualmente usaba para trabajar en sus asuntos. Observando su cara de preocupación y a la vez de miedo, me animé a saludar.
¡Nana! Le dije con falsa alegría, ella simplemente se limitó a mirarme con el ceño fruncido.
Oh Dios, era serio.
-Nana, ¿Pasa algo?
Ella seguía sin responder, hasta que me haló el brazo haciéndome entrar bruscamente a su humilde morada.
-¡Nana!, me quejé ya que al parecer mi querida y amada señora me quería inválida. Pero ella continuó arrastrándome hasta llegar a una pequeña mesa con dos sillas de madera barata. Me obligó a sentarme en una de las sillas, sentándose ella en la restante. Después de unos quince minutos sin articular palabra alguna, empecé a desesperarme. Era todavía más inquietante sentir su mirada fija como si de una víbora se tratase. Ya desesperada le pregunté la razón de su preocupación universal
Grace, ¿Qué está pasando?