Capítulo 20.

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Nico estaba malhumorada. Casi se cumplían 24 horas desde su llegada al hospital –aunque la mitad del tiempo la pasó dormida– y ansiaba irse a casa. Sabía que los resultados de todos sus estudios ya habían sido entregados a su madre, y por supuesto, también a Maki. Por eso no comprendía que su estancia se hubiese prolongado tanto. Ella siempre había sido una persona saludable, y la única vez –anterior a esta– que estuvo internada, fue a causa del accidente que desafortunadamente le dejó secuelas en la rodilla.

La pelinegra tocó el vendaje alrededor de su cabeza. Gracias a las pastillas que le administraron, el dolor ya era mucho menor. La puerta se abrió y Maki entró en la habitación.

–¿Cómo te sientes? –preguntó mientras guardaba sus lentes de aumento en uno de los bolsillos de su bata blanca.

–Por quinceava vez... estoy bien, es más, soy el epítome de la salud.

La doctora suspiró y después le sonrió con dulzura a su pareja– Tranquila, nos iremos en unos minutos.

–¿Dónde planeas quedarte? –cuestionó la pelinegra al recordar que el departamento de Maki se encontraba en mal estado luego del arranque de ira de Tenma.

–¿Cómo que dónde? –la pelirroja parecía confundida por la pregunta de Nico, pero igual respondió– En casa. –aquello lo dijo como si fuese lo más obvio del mundo. Y la artista se sintió brevemente azorada por la pregunta que ella misma realizó. Estaba por decir algo, pero fue interrumpida por la llegada de su suegro.

–Nico-chan. –se paró a un lado de su hija– ¿Lista para irte?

–Desde ayer. –respondió Nico.

–Puedo imaginarlo. –el doctor Nishikino sacó una tarjeta y se la entregó a la artista– El detective pidió que te comuniques con él si logras recordar más detalles.

–Ya le dije todo lo que sé. –tomó el pequeño pedazo de cartulina y lo guardó– Y tampoco es que lograse ver mucho, sólo tenía un encendedor.

Luego de que encarcelaran a Tenma, la policía exploró por completo el cuarto piso del hospital. En una de las habitaciones –la única que contaba con una instalación eléctrica decente y funcional– hallaron algunas pertenencias del psicópata, entre ellas, una cámara digital y una laptop; esta última aportó mucha información útil sobre los motivos que llevaron a Tenma, al acoso de los Nishikino. Contenía una especie de diario digital, donde cada página era un escalón más que iba en descenso a la locura. En un inicio, lo único que buscaba era asustarlos lo suficiente para distraerlos, por eso utilizó la pintura en primer lugar; sabía que su jefe reconocería a tiempo los síntomas del envenenamiento por arsénico, todo lo que debía hacer era fingir que alguien más se la había dado, desde luego, sin saber el peligro que esta representaba. Pero aquello no resultó como esperaba, y el doctor Nishikino continuó con su plan para limpiar el cuarto piso. Poco a poco la desesperación fue apoderándose de su mente, volviéndolo más agresivo y paranoico. De ninguna manera dejaría que descubrieran los cadáveres, sabía que si conseguían vincularlo con ese, y demás crímenes cometidos, le otorgarían la pena de muerte, algo que no pensaba permitir. Pero cuando finalmente lograron tenderle una trampa –mientras Nico y Maki se hallaban fuera del país–, se sintió tan acorralado, que vengarse era en lo único que podía pensar. Eso lo llevó al asesinato de los guardaespaldas de la familia y el secuestro de Nico, de quien planeaba deshacerse en cuanto se encargara de los Nishikino. Por fortuna, en ese punto su mente se encontraba tan nublada por la rabia y la desesperación, que cometió errores que ayudaron finalmente a su captura. Además de ello, también encontraron una lista con nombres de personas involucradas en una extensa red de trata de seres humanos y tráfico de órganos en todo el país.

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