Salí a la calle. No sabía por dónde comenzar a buscar. Empecé llamando a Salmón por su nombre pero no hubo respuesta. Me apoye en una pared para pensar, el parque parecía ser una buena opción. Fui y encontré gatos hermosos, pero ninguno se comparaba con Salmón. Él era especial. Empezaba a oscurecer y corría mucho viento. Tenía puesto una blusa delgada y unos shorts. De pronto sentí unos maullidos a lo lejos. Se escuchaba como Salmón. Corrí hasta donde provenían los maullidos y no dude en cargarlo. Rápidamente la cosa se dio tres giros y salió corriendo calle abajo. Luego me di cuenta que ese gato era negro, no era el gato que buscaba. Sentí un leve ardor en mi muñeca derecha y al voltear vi que tenía un rasguño muy profundo del cual salía sangre. ‘’Oh genial, tengo un brazo sangrante. Que diversión’’ Susurre para mí misma. El dolor hizo que me siente automáticamente. Sacudí la punta de mi polo y empecé a limpiar la herida. Sabía que hacia mal pero de todas maneras se iba a infectar.
-¿Anne?
-¿Qué haces aquí? –Era Sean. Automáticamente escondí mi brazo detrás de mi espalda, para que no se diera cuenta.
-Te estaba buscando. ¿No crees que sea muy tarde? No deberías salir a fiestas. – ¿A fiestas? ¿De qué estaba hablando? Idiota.
-No comiences Sean. Estoy ocupada buscando un gato.
-Pero…
-¿Pero qué? Te digo que estoy ocupada.
-¡¿Oh dios, que le paso a tu muñeca?! –Dijo notando mi herida.- ¿Cómo paso?
-Larga historia…
-¿No crees que se te va a infectar?
-¿No crees que no necesito tu ayuda?
-¿No crees que siempre te encanta verle el lado malo a las cosas?
-Inmaduro.
-Mal agradecida.
-Estúpido.
-Mal humorada.
-Cállate.
-¡Anne!
No conteste di media vuelta y seguí mi camino ignorándolo. Di vuelta a una esquina y agradecí haberlo perdido de vista. Seguí caminando unos 20 minutos más y me iba a dar por vencida hasta que observe un bulto peludo debajo de una silla. Fui abrazarlo lo que causó que el pobre gato se asustara pero al reconocerme me saludo con un dulce ronroneo. Luego de cargarlo y acariciarlo fuimos a casa. Mientras regresamos me di cuenta que no había nadie por ningún lado y las calles estaban muy oscuras, lo cual resultaba muy aterrador. Al llegar a casa di unos suaves golpes a la puerta esperando feliz a que me abran. Empezó a pasar el tiempo y nadie me abría. Me empezaba a preocupar. ¿Qué, si todos estaban durmiendo? ¿Me quedaría sola toda la noche?
Era tarde. Muy tarde. No tenía donde quedarme y me estaba prácticamente congelando allá fuera. Peor, todavía me metería en más problemas. Intente meterme por alguna ventana pero todas estaban cerradas y aseguradas. Si me quedaba aquí no faltaban las probabilidades de que tenga un fuerte resfriado y dolor de cabeza, o secuestrada por algún mafioso. Sentí un fuerte escalofrío al pensar eso. Me acurruque al lado de la puerta, que penoso. ‘’ ¿Ayuda? ‘’ sollocé al otro extremo de la puerta. Pegándome más a ella. Resignada a que alguien viniera cerré mis ojos.
Calcule que había pasado una media hora. No tenía fuerzas, mis brazos me pesaban y la herida cada vez me ardía y dolía más. De pronto sentí que me mareaba. No podía ver bien y estaba todo borroso. ¿Qué me pasaba? Asustada abrace fuertemente a Salmon y caí en un sueño.
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El beso del adiós
RomanceAnne, una curiosa castaña de ojos marrones que vive en un orfanato, o como ella prefiere decirle "casa". Hay un chico en su vida, pero el no es un príncipe azul. Sera él, quien obtendrá su corazón o sera...otra persona?