Capitulo 8

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Me sentí segura al escuchar esas palabras. Yo tampoco dejaría que me golpearán de nuevo, o que intentaran.

-¿Vas a necesitar algo más? –Dijo mientras se ponía de pie, para irse.

-Creo que ya no necesito más cosas- Exclame sonriendo.

Ryan me observo por unos momentos, y luego sonrió. -¿Sabes, Anne?

-¿Qué pasa?

-Tu sonrisa es hermosa- Susurró, acomodando un mechón fugitivo de vuelta a su lugar- ¿Vas a estar bien?

-Sí, no te preocupes.

-Te veo más tarde.

-Igual.

Después de eso me eche a dormir. 

Parecía un paraíso, estaba caminando por un hermoso bosque. Escuchaba el cantar de las cigarras y los sonidos de los pájaros cantantes. Cuando de pronto, todo se tornó gris. Los arboles abundaban, y me sentía perdida. El cantar de las aves ya no se escuchaba, y solo podía oír el ligero movimiento de las hojas de los árboles. Sentí pasos salvajes acercarse y entre las sombras, logré divisar una pantera. Su pelaje, negro como el carbón y sus ojos penetrantes me helaron el cuerpo. Me observo detenidamente y luego la pantera siguió su camino, hasta quedar lejos de mi vista. Estaba asustada. Me quede paralizada cuando esos pasos salvajes se escucharon, de nuevo. No tuve ni tiempo para voltear cuando una sombra negra cayó encima mío desgarrando mi espalda.

Desperté gritando, tenía una respiración agitada. Fue solo una pesadilla. Me levante de mi cama y fui hacia la sala. Había mucha gente mirándome, espero que no me hayan escuchado gritar. De pronto vino Sean y puso su brazo alrededor del mío.

-Oh, Anne. Justo te acabo de ver, un amigo ha hecho una fiesta en su casa y…

-Déjala –Exclamo Sarah que acababa de aparecer.- Necesita descansar.

-Ya descanse suficiente. No quiero que otros me digan lo que tengo que hacer.

¿Esa había sido yo? Observe a Sarah fruncir el ceño, y me observo confusa. Definitivamente, no lo dije de esa manera. Yo no quería que se molestara conmigo.

-¡Nadie te dice lo que tienes que hacer! Solo nos preocupamos por ti.-Luego al ver que nadie respondía, agrego mal humorada - Bien, ve si quieres.

Se alejó rápidamente, iba a acompañarla cuando alguien me sostuvo del brazo. Me giré, era Sean.

-Sabía que te encantaría ir.

-Creo que deberíamos quedarnos, estas en mal estado.

-¿Mal estado? ¿Quedarnos?- Sean soltó una carcajada.- Estamos mejor que nunca.

Lo mire con preocupación y negué con mi cabeza. -¿Qué? ¿Mejor que nunca? Mírate.

-Solo sé que quiero ir a esa fiesta y ahora.

Suspire y lo mire con sigilo.- ¿Que me das a cambio?

-¿Qué quieres?

-Solo nos quedamos un momento.

Me quede pensativa un momento. Sean no me dejaría de molestar hasta que acepte, y a fiestas yo no he ido desde hace años. No haría nada mal una, solo una y si es por no mucho tiempo. Asentí con mi cabeza, no del todo segura.- Bien.

-¿Nos vamos?

Camine hasta afuera y me subí al auto de Sean. Yo subí en el asiento del conductor y él se subió al asiento de copiloto, me observo confundido.

-¿Tú vas a manejar? ¿Tú sabes manejar?

-Claro que se manejar, y además estas extraño.- Dije prendiendo el automóvil- No quiero morir por un accidente.

-Yo podría manejar perfectamente. –Sean bufo.

-¿Y dónde conseguiste este auto? –Pregunté cambiando de tema. No era el mejor auto, pero era uno.

-Contactos.

-¿Eres un ladrón? –Pensé lo peor, y abrí la puerta del auto- ¿O un secuestrador?

-Ninguno –Susurró riendo, lo mire extrañada.- Solo apuestas.

Rodee los ojos, olvidando el tema. -Ni me digas. ¿Por dónde es?

Llegamos a la casa y desde una cuadra se podía escuchar el estruendoso ruido. Tape mis oídos. Mejor. Observe el lugar y vi muchas personas alrededor.

-Perfecto- Dijo perdiéndose entre la gente- Adiós, Anne.

No alcance a decirle una palabra, pues al segundo lo había perdido de vista. Observe a mí alrededor, estaba perdida y me sentía extraña alrededor de toda esta gente bailando. 

Bien, Anne. Tú aceptaste venir y ahora debes acostumbrarte a este ambiente. 

Ni si quiera se porque acepte. Esto era tiempo perdido. Pensé en ir hasta el automóvil y manejar hasta casa, pero eso implica dejar a Sean aquí en la fiesta. No creo que este muy contento.

Sean. ¿Dónde rayos estaba? Me preocupe al instante. ¿Y si no lo encontraba? ¿Le podría pasar algo malo? 

Espera, yo no debería estar preocupándome por él. Yo, Anne Silver no debería ni preocuparme si está vivo. ¿O sí? Rayos, me estaba confundiendo a mí misma. No es que me sienta atraída por él, no nada por el estilo. Es solo una preocupación inocente. 

Sí, eso debe ser. Una ligera preocupación y nada más.

Me sente en una mesa, un chico de cabellos marrones y unos hermosos ojos verdes empezó a charlar conmigo. Me quede entretenida hablando con él, pero de pronto sentí a alguien sujetándome por la muñeca. 

-Anne. Canción tocando. Nosotros. Bailar. –Al frente mío estaba Sean, peor que antes. Haciendo énfasis en “Nosotros”. El moreno observo a Ryan, confundido y luego paso su vista hacia mi.

-¿Lo conoces? –Exclamo, señalando a Sean.

-No voy a bailar contigo así. –Susurre a Sean, el hizo una mueca de cachorro abandonado y se cruzó de brazos. -Si lo conozco.

-¿Quién es él? –Pregunto Sean, mirándolo negativamente. 

-Un amigo. Deberíamos irnos, ya es tarde. –Musite caminando hasta el auto, Sean me seguía y yo subí al auto más preocupada que de costumbre. ¿Dónde se había metido Sean? ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Por qué Sean se desapareció así por así? ¿Por qué se alejó? 

“Ya basta Anne, olvida el tema.” Me recrimine a mí misma.

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⏰ Última actualización: May 29, 2014 ⏰

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El beso del adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora