Abrí los ojos y trate de pararme pero no podía. Me resigne a quedarme quieta y solo mirar a mi alrededor. Estaba en mi dormitorio, ¿pero qué había pasado antes? La última vez que estaba despierta estaba afuera pegada a una húmeda puerta. Escuche pasos y la puerta se abrió.
-¡Sarah–grite emocionada. Estaba sin voz, estupendo.- ¿Qué me paso?
-Te desmayaste. Yo estaba durmiendo cuando Sean vino en la madrugada cargándote. Dijo que te encontró afuera pegada a una húmeda puerta. – ¿Me parece o yo acabo de usar el mismo término de ‘’húmeda puerta’’ hace unos segundos? Eso es patético. -Llamamos al doctor. Y él nos dijo que…
-¿Que dijo?
-Que tenías algo parecido a una anemia.
-¿Algo parecido?
-No lo sé, no recuerdo como se llama. Tendrás que tomar unas pastillas por todo un mes.- Luego paso su mano por mi frente.- Estas hirviendo traeré un pañuelo húmedo para que te baje la temperatura.
-¡Pues yo nunca me he metido un dedo a la boca para vomitar! –Dije lo más fuerte que pude mientras ella se iba. No me sorprendería que la comida de Helen este rancia.
Cerró la puerta, quede sola de nuevo. ¿Cuánto tiempo estaría aquí? Echada sin hacer nada. ¡Gastando los días de mi vida! Moví mis pies arriba y abajo. Perfecto, pensé. Me pare sigilosamente en puntillas y al instante me caí hacia el piso. Gruñí por lo bajo. Me volví a parar y camine hacia la puerta. Salí hacia el pasillo y mientras iba a la cocina me encontré con Sean. Se asombró al verme.
-¿Qué haces caminando? Te vas a hacer daño, nadie quiere eso.
-Solo quiero ir por un bocadillo.
-No Anne –Dijo Seriamente.- Regresa en este instante.
-¡Déjame!- Exclame gritando y me puse a forcejar con él pues me había impedido el paso. Me voltee para regresarme cuando sentí un punzón en mis piernas haciendo que caiga de rodillas. Malditas piernas.
-¡Anne! –Dijo Sean arrodillándose a mi lado. Trate de levantarme pero volví a caer. ¿Qué le pasa a mi cuerpo? Parece que estuviera en contra mío.- No hagas eso te vas a hacer daño.
-No, ni loca dejo que me cargues. –Exclamé al ver que me iba a cargar.
-Como quieras. Entonces, te quedaras aquí tirada o mejor aún puedo arrastrarte hasta tu dormitorio.
Solté un bufido mientras dejaba que Sean me cargue y me lleve hasta mi dormitorio. Al mirarlo me di cuenta que sonreía. Esperé impaciente hasta entrar por la puerta donde Sarah esperaba a que llegara.
-Oh, es la segunda vez en todo el día que entras con Anne en brazos. –Admitió Sarah con una pequeña sonrisa.
-Si la verdad no sé qué haría sin mí. –Susurró Sean orgulloso.
-Cállate. –Bufé fastidiada.
-Tienes que darle algo para el mal humor.
-Lo único que necesito es que te vayas.
-Por lo menos un gracias, ¿no?
-…Gracias.
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El beso del adiós
RomanceAnne, una curiosa castaña de ojos marrones que vive en un orfanato, o como ella prefiere decirle "casa". Hay un chico en su vida, pero el no es un príncipe azul. Sera él, quien obtendrá su corazón o sera...otra persona?