Fantasía

16 2 0
                                    

En este instante, en esta esquina llena de las gotas de la sangre de mis deseos cortados, es aquí donde me he condenado a sufrir las consecuencias de mis propios actos; porque he decidido hacer lo que ahora me tiene sentado sobre este asiento de dolor y arrep....

No, es que no lo puedo decir, porque no es cierto, no me puedo permitir decir que es cierto; porque, si hay algo que me he prometido jamas permitirme, es justamente eso. No me puedo arrepentir de nada que haya decidido, porque mi decisión es mía y de nadie más, quizás participaste, pero en mis manos estuvo no tomar esta decisión y decidí hacerlo.

Ahora me revuelco aquí, en la cama que mi indecisión preparó con esquirlas de duda y culpa; mientras te siento llegar una vez más a dar el paseo usual que das por mis pensamientos, ese paseo con el que te has logrado tomar el lugar que antes tenía la nada, pues cuando antes pensaba en nada, ahora pienso en ti...

¿Y te cuento algo difícil?
Sí, lo haré.
Te comento que una de las cosas más difíciles para mí es tomar mis manos y amarrarlas a este gigantezco poste de orgullo, para asegurarme de que no podré correr tras de ti, por más que me ruegue frente al espejo el permitirme hacerlo.

Y llegado este punto, solo puedo decirte que me alegro de que no leerás esta carta, porque te juro que sí te la quiero dar, quiero que la leas, quiero leertela en mi propia voz, quiero que me escuches ahogar las palabras con las que te pido que des la vuelta y vuelvas a mí, a lo que teníamos, a lo que eramos.

Suelo imaginar, durante momentos así, que te tengo junto a mí y alcanzo a sentir tu piel en la punta de mis dedos, que oigo tu voz resbalar en mis oídos; y, sin realmente buscarlo o intentarlo, me imagino saltando sobre ti, como un tigre sobre su presa, como un conquistador sobre su tierra, y reclamar mi propiedad sobre el completo territorio que es tu ser, reclamarte como mí...

Ah.. No, se rompió la realidad que había manejado para gustarme y nuevamente tengo la realidad verdadera ante mis sentidos: ya no estás conmigo y realmente no puedo hacer nada al respecto, y, dolorosamente, ahogaré absolutamente todos estos sentimientos en el jodido río escabroso que es mi corazón; haré que el dolor ahogue estos sentimientos y, luego, quizás consiga sostenerme en pie hasta tu próxima visita. Trataré de no desmoronarme hasta entonces.

Y aunque he decidido que no, en el fondo sé que sí me permitiré saborear una vez más, aunque sea solo un vago recuerdo, el dulce matiz que me presenta el recuerdo de tu piel en mi tacto, tu sabor en mi boca, tus sonidos tan característicos en mis oidos, ese aroma enloquecedor que posees y que enloquese a mi nariz, y esa dulce imagen de la seda de tu piel acercándose a la mía y permitiendome experimentarla.

Y es doloroso escribir sobre aquel tesoro que has perdido, pero más horroso es saber que lo que en algún momento estuvo casi en mis manos, ahora escapa y probablemente encuentre otras manos en las que decida permanecer...

Doleria mucho haber perdido algo, pero duele arde y pica mucho más, haber perdido casi algo...

Desesperado, fantasioso
Un perdedor rendido

Cartas de ira a un incógnito receptorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora