Forgotten

Madrugada

No siento tus pulmones ¿Respiras tan lentamente?
No escucho tu corazón ¿Ya no late por mí?
Tu carne se ve extraña ¿Te has bronceado mal o algo por el estilo?
El olor es cada vez más fuerte, deberías cambiar el perfume que usas, es bastante feo.
¿Cómo pasó? Ahora lo sabía.
¿De quién fue la culpa? Ya era obvio
¿A quién le pertenecían las manos que lentamente acabaron con su frágil y preciada vida? Las suyas

Y ahora está ahí, como cada día desde el incidente, como cada noche desde que lo perdió, como cada mañana sin poder desayunar a su lado.
Llorando en silencio, lágrimas negras que de tanto estar encerradas se tiñeron en odio y maldad, murmurando maldiciones mientras se aferra a la ropa de Flug cual niño pequeño a su madre, rogando porque no lo dejara solo… Porque ese amor no se perdiera…
Pero ya nada de eso servía, sus lágrimas, sus insultos, sus golpes, ya nada servía, se había vuelto un inútil…

-Esa palabra…- La voz quebrada y sumamente cansada salió apenas de los labios del ser, el dolor en su pecho aumentó. Se mordió el labio inferior y con lentitud se deslizó hasta el rostro cubierto del difunto, acariciándole una mejilla.
-Suena horrible… Verdad? A ti te dolía cuando yo te llamaba así, cuando te golpeaba y te gritaba que no servías…- Se recostó en su pecho, el aroma no le molestaba. –Y, aun así, siempre te mantuviste fiel a mí, aguantaste mis maltratos, mis palabras, mis propias idioteces-

Se alejó de su pecho, acariciando la bolsa como si fuese lo más preciado de su vida, lo que había perdido por su temperamento.
-Me odias? – Preguntó apretando el borde de la bolsa –Te hice cosas horribles… Deberías odiarme…- Arrancó un pedazo de la bolsa y lo apretó en su mano. –Insúltame, dime el monstruo que soy-

Sus manos comenzaron a temblar, sus labios también y sus ojos volvieron a cubrirse en lágrimas. Desesperación, eso era él, un manojo de desesperación y dolor desbordante, la soledad lo estaba matando.
Tomó las manos del científico, levantándolas mientras lloraba sin temor alguno, sin importarle que alguien entrara y lo viera.
-Ódiame! - gritó tirando de sus muñecas, levantando el cuerpo de a camilla. –Grítame! ¡Dime cuanto me odias y deseas mi muerte! Pero…-
Los gritos cedieron, siendo reemplazados por un llanto silencioso.
-Por favor… Solo… Solo háblame… Déjame escucharte una vez más, no quiero… No quiero recordar esas como tus últimas palabras… No quiero que ese sea tu último rostro…- Lentamente soltó las manos enguantadas, como si esperara que éstas se sujetaran a él, pero no sucedió.

Admiró en silencio el cuerpo, la ropa manchada en sus fluidos corporales, el aroma a carne podrida, la sangre seca en su piel. Aún con todo eso se inclinó y levantó levemente la bolsa de papel, plantando su primer y último beso en los labios del chico.

-Oye Flug… Puedes sentirlo?... -

Te estoy besando…

Despierta…

Grítame si quieres…

Pero…

Hazlo