Forgotten

Mañana

¿Por qué BH está encerrado sólo? ¿Quién aflige su corazón? No lo recuerda, desde que sucedió no se había dado el tiempo de recordar, pero esta ocasión lo haría
Sentado, con los ojos cerrados en medio de esa oscura habitación, solo se puso a recordar…

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-Ya cierren la boca! - ¿Por qué cada mañana era lo mismo? Eso es lo que me preguntaba todos los días.
No había momento de paz en esa mansión, el desayuno era una lucha entre demencia y 505, el almuerzo era una lucha entre Demencia y yo, y ni hablar de la cena, todo se salía de control en menos de lo que cualquiera pensara, el único a salvo de todo era él. Flug.

Nunca salía a comer, siempre se ocultaba, comía sólo, dormía solo, nadie lo había visto sin bolsa más que yo en persona. Pero esa mañana nadie estaba en el comedor, la noche anterior había sido pesada, nadie quería levantarse temprano, pero dos de los habitantes de esta casa si lo hicimos.
Estaba muy tranquilo en mi oficina, no había ruido alguno, al menos así era hasta que la puerta se abrió de golpe mostrando a su científico con un invento en manos. Se veía diferente, más emocionado que nunca, se lo veía tan seguro de que eso funcionaría.

¿Qué esperaba de él? ¿Unas palabras no-crueles de él? Vaya tontería, aún si la porquería esa llegaba a funcionar (lo cual no era muy probable para él) no recibiría más que un golpe en la espalda para que se fuera de una maldita vez.
Apenas se percató de mi expresión de malhumor, toda esperanza y alegría en su ser se desvaneció. “Entrar fue su primer error”
- ¿Qué quieres? - Estaba irritado, más de lo usual, no había dormido lo suficiente supongo.
-E-Eh Señor… Y-Yo hice… Hice un nue-nuevo invento para el c-catálogo y…-
- ¡Demonios! ¡Dilo de una vez! - Me levanté molesto y golpeé la mesa, caminando a paso firme hasta el cabeza de bolsa para tomarlo del cuello, levantándolo del suelo sin hacer esfuerzo alguno.
- ¡A-Ah! ¡Es un rayo mo-mortal! Pu-Puede matar en m-menos de uhmm… Dos minutos- ¿Dos minutos? Qué basura aburrida era esa.
- ¿Dos minutos? ¿¡Me dices que tengo que esperar 120 malditos segundos para que mi víctima muera!? ¡Esto es una basura! –

Lo azotó contra el piso y colocó un pie en su estómago, haciendo una fuerte presión sobre éste hasta que escuchó un alarido de dolor provenir de la garganta de su empleado, lo cual sólo le hizo sonreír maliciosamente. Quitó el pie de encima suyo y atrajo el arma hasta sus frías manos enguantadas, observándola atentamente, no era tan mal diseño después de todo.
Con una sonrisa que se tornaba cada vez más cínica en el rostro, apuntó el arma a su empleado aun tirado en el suelo y colocó el dedo en el gatillo.
-Dime Flug, ¿Tienes alguna última voluntad? – gruñó, el nombrado negó rápidamente y cerró los ojos, temblando y comenzando a sollozar lo más bajo posible. El demonio giró los ojos y bajó el arma, haciendo aparecer un pequeño conejo en su mano derecha.

¿Por qué todo lo que creaba se veía inofensivo y hasta algo tierno? Simple, lo tierno por fuera es increíblemente diabólico por dentro, como los gatos en internet, al menos eso creo yo.
Sin duda alguna, disparé a aquella bestia disfrazada y la tiré sobre el humano, ésta por el susto se transformó en el monstruo que en verdad era y comenzó a arañarlo, arrancancando mínimos pedazos de su ropa. En tanto yo tenía la vista fija en el reloj, esperando porque el tiempo pasara y tuviera buenos resultados.

Nunca pasó, pasaron cinco desdichados minutos y la cosa esa seguía lastimando al científico de pacotilla. Una pequeña luz de esperanza apareció en los ojos ajenos cuando la criaturita se detuvo y cayó dura al suelo.
Estaba a punto de decir algo cuando la porquería esa comenzó a roncar. Dormida. ¿¡EN SERIO!? Harto hice explotar la alimaña esa y tomé de la muñeca al chico, apretándola con tanta fuerza que incluso sentí un crujido bajo mi palma.

- ¿Cuánto tiempo dijiste? - Gruñí entre dientes, él se encogió en su lugar y cerró los ojos con fuerza. Volví a tirarlo contra el suelo. – Dime, ¿¡Cuánto tiempo!?-
- ¡Dos minutos! – Finalmente levantó la voz, pisé su cabeza con tanta fuerza que creo le rompí la nariz, él llevó sus manos a mi tobillo, intentando levantar mi pie.
- Y te atreves a levantarme la voz, maldito inútil- Removía mi pie en su cara, viendo la sangre manchar de a poco el papel de la bolsa mientras unos gemidos ahogados llegaban a mis oídos, causándome una risa de satisfacción nada más. –Ni siquiera la mataste, eres una basura--

Quité el pie y lo levanté, arrastrándolo hasta el escritorio. Tiré todo, no me importaba si había algo frágil, ya no soportaría su insolencia, estaba hasta la coronilla de sus errores, esto se acabaría hoy mismo.
Lo amarró a las patas de aquella elegante mesa, asegurándose de que sus extremidades se pusiesen moradas por el amarre y lo tirante de las cuerdas. Se quitó los guantes, acercando sus nada cortas uñas al pecho del empleado y sin hacerse esperar rasgó la piel de Flug lentamente, escribiendo su nombre en la piel del científico.

Éste liberó un fuerte grito desgarrador, retorciéndose sobre la oscura madera, aumentando el dolor en su pecho por sus propias acciones. Se lo veía tan indefenso, tan adolorido, estaba sufriendo y me encantaba.
Le quitó la bolsa, observando que sus sospechas eran ciertas, su nariz estaba técnicamente destruida y sus mejillas ya se habían manchado en la sangre de esa herida. Se inclinó sobre él y tomó su mejilla con una extraña suavidad. ¿Acaso le había dado pena y ya no le haría daño?

El estruendo de la cabeza contra la madera fue su respuesta, una sonrisa macabra en su rostro fue su respuesta, esa forma de aplastar y remover su cabeza contra la mesa Fue Su Respuesta.

Que buena mañana