Noche

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Amar… Aquella palabra hizo que temblara más que antes, sus piernas se estiraron y llevaron su cuerpo hasta el de su empleado. Se inclinó sobre él, tomándolo con suavidad del rostro.
-Me amas? –
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El sol se ocultaba lentamente, admirando aquella escena de dolor y soledad.

El olor a muerte comenzaba a inundar el aire…

Nadie se atrevió a lastimar aquel silencio, el demonio no quitó los ojos de la persona que yacía temblorosa a sus pies, sollozando en silencio, maldiciendo para sus adentros la blandura de su corazón. La chica y el oso no hicieron nada más que mirar con ojos de lástima al científico, había caído en un calabozo, en el peor de todos, esos sentimientos no eran malos, lo malo era a quién iban dirigidos.
El mayor soltó el látigo y retrocedió un par de pasos mientras que sus manos se deslizaban sobre su vientre. Sus hombros subían y bajaban, su respiración comenzó a agitarse mientras en su espalda se formaba una joroba. ¿Podría ser…? ¿Acaso había sido tocado por los sentimientos de su subordinado?

La carcajada que salió de su garganta respondió las preguntas del encadenado, destruyendo su corazón en más pedazos, esa simple pero estruendosa risa había aplastado y quemado los restos de lo que latía en su pecho. Llanto, un llanto lastimoso y desgarrador era todo lo que Flug podía emitir, dolía, dolía tanto que su cuerpo comenzaba a abandonarlo.

-JAJAJAJA! “TE AMO”? ¿¡Te amo fue tu respuesta!? Jajajaja… No puedo creerlo Jajaja- Se sostuvo el sombrero mientras se arqueaba de la risa, no podía sentirse más extasiado, el dolor ajeno lo llenaba de adrenalina. –Vaya~ ¿Tu, tu pequeño pedazo de mierda, y yo? ¿Juntos? -
Volvió a reír como si de la broma más graciosa se tratase, el menor ya no lloraba, su cuerpo se había ido relajando de a poco sobre el frío suelo. Aquello captó la atención de quién reía, haciéndole fruncir el ceño.

Se hincó a su lado y lo tomó del cabello, levantando su cabeza sin remordimiento alguno al notar las lágrimas que aún mojaban sus mejillas. Sonrió malicioso, su rostro seguía estando demasiado sano para su gusto. En un movimiento rápido lo golpeó contra el suelo, lo levantó y volvió a golpearlo, una y otra vez hasta ver cómo la madera del suelo se iba manchando de sangre.
Entrelazando los dedos en su cabello, le levantó la cabeza y observó con orgullo el dolor que se reflejaba claramente en las heridas que cubrían el delicado rostro del joven.

No dejaba de temblar, la sangre de a poco se deslizaba por su frente hasta su mentón, dando a entender el porqué de sus temblores.

Tenía frío, mucho frío.
El cuerpo se cansa, ya no quiere luchar.
Los ojos pesan, el sueño carcome.
Dormir, eso quería hacer el científico, dormir y despertar en un nuevo día.
Al demonio no le parecía lo mismo, que el chico descansara de la agonía no estaba entre sus planes, no permitiría tal insolencia de su esclavo. Eso era, un mero esclavo para su diversión.

Tomó del cuello a Flug, sus dedos se incrustaron en la pálida piel ajena y con los pulgares fijos en su tráquea, apretó. Apretó tan fuerte que el menor comenzó a retorcerse con las pocas fuerzas que a su débil cuerpo le quedaban.
Las manos aun dentro de los finos guantes se aferraron a las muñecas de su superior, sus ojos lloraban en dolor y desesperación, pero nada de eso inmutó al demonio, su única respuesta fue una sonrisa de burla.

Pasaron segundos, minutos, el tiempo se hizo eterno y corto a la vez, la chica y el oso no paraban de gritar “suéltalo, Suéltalo” aquellos ruegos resonaban en los oídos del superior que solo se deleitaba del olor a lágrimas que ahora se adueñaba del aire. Estaba cegado, completamente poseído por los gritos y el aroma a sangre, deseaba más, quería sentir cada parte sangrante del científico entre sus dedos.

-B-Black…. Hat…- Abrió los ojos, aquella voz tan quebrada y destruida, cansada de luchar por seguir viva. Centró la mirada en los ojos de su subordinado, enrojecidos, derramando pequeñas y lentas lágrimas de dolor. Tenía la mandíbula apretada y la garganta enrojecida al tono de sus labios debido a la presión. –P-Piedad…-

No cedió, sus manos no dejaron de apretar, sus labios no desvanecieron su sonrisa, su ceño sádico no se alivió. Mas sus ojos, había una chispa, algo que estaba desconcertado, algo… Que deseaba otro final… Pero no sucedió

La mano que débilmente se había extendido hacia él se dejó caer, esos verdes ojos perdieron su luz y aquellos cansados párpados por fin se dejaron caer. Su cuerpo se relajó, no sin antes dar una última, pequeña y débil sonrisa con sus heridos labios.
El siencio reinó en la sala, la fuerza que mantenía cautivos a los otros dos trabajadores desapareció, dejándolos huir de ahí. Sabían lo que había sucedido, el llanto y el dolor era lo único que se llevarían de ahí.

El cuerpo cayó al suelo en un ruido sordo, siendo seguido por el sonido de las rodillas ajenas golpear contra la madera. La cabeza le daba vueltas, sus manos hormigueaban y sus pies temblaban. Estaba desconcertado, ¿Qué había sucedido?

Giró la vista al frente, dando con el cuerpo sin vida de su doctor. Asustado, lo tomó en brazos y llevó hasta un cuarto privado, listo para curarlo y esperar su despertar.
-Maldito idiota… Siempre te quedas dormido en los peores lugares…-

La noche nunca volvió a ser mencionada

ForgottenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora