—Porque la amo.
Estas fueron mis últimas palabras antes de cerrar los ojos para siempre.
¿Quién puede imaginar que tu vida cambiaría de un momento a otro sólo por enamorarte? Crees que hay algo mal, ¿sabes? Un eco en el fondo de tu mente te despierta por las noches a través de un grito ahogado. Sientes que algo dentro de ti quiere salir, quema y se siente tan frío al mismo tiempo.
Yo era una adolescente como cualquier otra, con mis escasos dieciséis años había logrado obtener medallas y reconocimientos en todo tipo de actividades académicas. Historia, biología, matemáticas, física, política, filosofía; no existía materia en la cual no me destacase y por tal motivo era el orgullo de mis padres.
No existía momento ni lugar en el que no sobresaliera gracias a los constantes halagos de mis progenitores; pero claro está, nada era tan bonito como parecía. Siempre fui provista de presiones, de duras reglas y muchos sacrificios para ser la mejor. Claro que todo valía la pena, pues papá y mamá me miraban como si fuese el más grande tesoro del mundo y no existía mayor orgullo para mí que ser la representante de la familia.
Sin embargo, siempre sentí que algo en mí no encajaba del todo. No podría explicar con exactitud qué era, pero entendía que sea lo que fuere no agradaría a mis padres. Por lo tanto, decidí esconder esto que a veces me quitaba el sueño o me dejaba pensativa durante horas entre las cuatro paredes de mi habitación; deseos, miedos, experiencias que jamás tendría, llantos, risas, anhelos y a Julieta...
¿Quién era Julieta? Pues, era la muchacha que se robaba toda mi atención cada vez que la veía entrar al salón. Poseedora de ojos verdes y cabello negro como la noche, largo hasta sus caderas, modelando así sus suaves y dulces curvas. Poseía una piel tersa y mejillas rosas que le daban un aspecto angelical, casi parecía una pintura en acuarela; de esas a las que no puedes dejar de mirar por más que quieras. Sus labios, finos y aterciopelados me habían quitado el sueño más de una vez.
Mucho tiempo me pregunté, ¿qué sucedía conmigo? ¿Por qué no podía quitar su imagen de mi cabeza?
Desde que tenía memoria me habían dicho que cuando creciera y tuviera la edad necesaria conocería al hombre ideal, aquel que me haría su esposa y con el cual tendría una gran y hermosa familia. Pero existía un único y pequeño problema; jamás había sentido atracción por un hombre y no fue hasta ver a Julieta que entendí que algo no estaba bien.
Los días y las noches se pasaban lentas y dolorosas, las dudas se marginaban cada vez más dentro de mi ser. Había tardes donde lo único que podía hacer era escribir poemas a mi hermosa doncella; porque era así como siempre la imaginaba, como una preciosa y dulce doncella en un castillo muy lejos de aquí. Otras veces, no podía hacer más que llorar y tratar de entender qué era lo que estaba mal en todo esto, ¿por qué a mí? Me repetía miles de veces, sabía a la perfección que mis padres jamás me lo perdonarían; ¿una hija lesbiana? Eso era inaudito, humillante, repulsivo ante sus ojos.
Recuerdo como algo lejano, esa tarde de domingo en el comedor. Me encontraba a unos metros, escondida detrás de la pared color vainilla mientras oía sus comentarios despectivos.
—Exequiel, ¿acaso has visto en la televisión que acaban de legalizar el casamiento para homosexuales? ¡Es que no tienen vergüenza! ¡Ojalá se pudran en el infierno esos malditos herejes! —La voz de mamá parecía destilar odio puro, lo cual estrujó mi corazón por un instante.
—No te preocupes cariño, por mi pueden hacer lo que quieran, de igual manera tendrán su merecido muy pronto. Porque son la escoria del mundo, y como toda escoria terminarán en lo más profundo del abismo. —Papá sin embargo, parecía totalmente seguro de aquellas palabras.
En ese momento supe que jamás podría ser completamente libre. ¿Qué era más importante que la opinión de mi familia? Ellos me habían dado todo y más, no podía traicionarlos. Debía ser fuerte, debía resistir y ser lo que estaba destinada a ser.
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Susan
General Fiction¿Sabes qué se siente estar encerrado entre cuatro paredes sin saber cómo salir de allí? ¿Acaso tienes idea de lo asfixiante, doloroso, aterrador y cruel que puede ser el odio? ¿Qué dirías si te contara la historia de Susan? Una chica de tan solo d...