1. La lluvia

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El día no estaba a mi favor, la lluvia no tenía intención de parar y yo debía ir a mi clase de Literatura, hace meses que la estoy posponiendo, ya sea por trabajo o por problemas familiares, de esos sí que no me faltan, en fin no podía volver a faltar o reprobaría.

Con el paraguas aferrado a mi mano derecha y la otra sosteniendo mi bolso, me llene de valor y salí a las ahora inundadas calles de Nueva York. La lluvia azotaba mi cara, la gotas caían tan fuerte que puedo jurar que dolían al golpear contra mi. Eran las 9:30 a.m y mi clase empezaba en 20 minutos, iba por la mitad del camino, si lograba acelerar mis pasos lograría llegar a tiempo o por los menos unos minutos más tarde.

Estaba llegando, podía ver el edificio desde la distancia, hice una pequeña sonrisa de satisfacción al ver que solo eran las 9:45, iba a llegar 5 minutos antes, pero esa sonrisa se borro cuando de pronto mis pies se cruzaron, me estaba cayendo, y lo peor de todo es que parecía como si lo estuviese viviendo en cámara lenta, mi cuerpo estaba por tocar el piso, cuando de repente sentí una mano sostener mi antebrazo.
De un tirón me levantaron, todavía un poco mareada por la sensación de caída, me dispuse a agradecerle a mi "ayudante".

— De nada - Dijo una voz ronca.

Ahí fue cuando levante mi cabeza para poder ver su cara. Unos ojos verdes despampanantes miraban mi cara sonriendo levemente.

— ¿Estás bien? - preguntó

—Si - Dije todavía perdida en sus ojos, el si que era bonito —Gracias por ayudarme.

—Oh, no fue nada.

No sabía que responder, estaba perpleja, no por el muchacho que se encontraba en frente mío , sino porque ya eran las 10:00, había perdido la mitad de la clase, debía apurarme o me la perdería entera.

— Harry, mi nombre es Harry.

Escapándome de los fuertes brazos del muchacho, corrí hacia mi clase sin dejar de pensar en lo que sucedió, acaso ¿Volvería a verlo? ¿O solo será otro recuerdo que quedará en el pasado?. En fin, llegué a mi clase de literatura, obviamente tarde, solo por 10 minutos.

Después de caminar apurada por el pasillo llegué a la puerta del salón, tomé aire y me animé a entrar por más que estuviese atrasada por un par de minutos. Entré al aula moviendo el picaporte de madera hacia abajo, con mi mano sudada, muy tensionada no solo por el examen sino también por lo que había sucedió hace unos instantes con ese muchacho de cabello rizado.

La clase terminó y la verdad es que no me perdí de mucho. La tormenta ya había pasado y lo único que tenía en la cabeza era llegar a casa y beber un café.

Después de caminar las cuadras que separan la universidad de mi apartamento, por fin llegué, saqué las llaves de mi bolso y de una vuelta abrí la puerta, al entrar me encontré con mi amiga Meibel sentada en el sofá, como siempre me preguntó cómo me había ido a lo que yo respondí que bien, luego preguntó algo que no la escuchaba decir hace tiempo.

— Hoy hay una fiesta en Brooklyn, y tú vienés conmigo - Dijo sin inmutarse.

— ¡Qué! - exclamé - No, Meibel tengo ya tengo planes para esta noche - dije, mintiendo obviamente.

— ¿Qué planes? ¿Mirar Netflix? - contestó riéndose - Emilia tienes que salir más, ¿Cuándo fue la última qué fuiste a una fiesta? ¿Cuándo fue la última vez que estuviste con un chico? - preguntó, ahora un poco más seria.

— Eso no es de tu incumbencia - dije con un tono de molestia, marchándome a mi habitación.

Luego de pensarlo por un rato en la tranquilidad de mi cuarto, me di cuenta de que Meibel tenía razón, hacía tiempo que no salía, siempre estaba exigiéndome demás y al final del día nunca tenía tiempo para mí. Abrí la puerta de un empujón y asomé la cabeza

— Voy a ir - dije

Pude ver a Meibel darse vuelta con una sonrisa triunfadora y venir corriendo hacia mi para darme un abrazo

— Vamos a ver qué podemos ponerte - dijo emocionada.

— Espero que sea divertido - contesté.

Yo de verdad pensaba que podía tener un poco de diversión, eso fue hasta que recordé el tipo de entorno en el que estaba metida Meibel, tenía el presentimiento de que no iba a ser una buena idea, pero ya era tarde.
Meibel ya estaba en mi cuarto, revolviendo todo mi armario, tirando toda mi ropa en la cama tratando de buscar algo adecuado para ponerme.

— Deja de tirar todas las cosas, estás haciendo un desastre - dije

— Es que no encuentro nada que sea "sexy", Emilia me preocupas, ¿ Acaso eres monja? - dijo con un todo burlesco.

— JAJA muy graciosa - dije un poco enojada.

Después de lo que pareció una eternidad Meibel encontró algo que le pareció adecuado, un vestido negro al cuerpo que dejaba bastante que desear, ni siquiera sé cómo llegó a mi armario. Cuando me lo alcanzó a través de la puerta del baño di un pequeño grito, yo o me podía poner eso, ¡Se me iba a ver todo el culo!
Al salir lo único que escuche fue la risa de Meibel al ver lo incomoda que estaba en ese vestido.

Ya estábamos las dos listas para irnos, agarré mi cartera, cerrando la puerta detrás mío y seguí a Meibel por las escaleras, al bajar, abrimos la puerta y salímos a las frías calles de Nueva York, después de la lluvia la temperatura había bajado y agradezco haber traído un abrigo.

Al subir al taxi, Meibel dijo la dirección Edificio 22, calle brodwrock, Brooklyn, puede ver por el espejo la cara de sorpresa del taxista, cada vez nos íbamos alejando más y más de Manhattan. Ya habíamos cruzado el puente y estábamos llegando a nuestro destino, ésta era un parte de la ciudad bastante fea y turbia, las que uno veía en las noticias trágicas, como las de robos o muertes, podía ver al taxista cada vez apretar más el volante.

Al llegar al supuesto lugar de la fiesta lo único que vi fue un viejo edificio con vidrios rotos, al darle el dinero del viaje al conductor, el se dio vuelta y nos dijo que tuviéramos cuidado, esto no es un lugar en donde dos chicas estén solas y menos a la noche. Pude sentir el miedo recorrer mi cuerpo, pero se ve que era la única ya que Meibel le sonrió, con un simple gracias abrió la puerta y se bajó del taxi.

Y yo como estúpida la seguí.

La Oscuridad del Subsuelo. /H.S/ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora