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Cuando tenía setenta y cuatro años, una monja se nos acercó a Lauren y a mi durante nuestro paseo diario al parque.

—No, por favor, si nos va a venir con la charla de "a la homosexualidad dile no", mejor ni lo intente.

La recién llegada comenzó a reír a carcajadas, cosa que nos confundió aún más.

—No, nada de eso. ¡Dios es amor! Y bien claro nos dijo: "ámense los unos a los otros, como yo los he amado". Nunca fue "ámense los unos a los otros, menos a los gays". Amor es amor —comentó con una sonrisa.

Nos dejó sin palabras. Traté de comentar algo, pero comenzó a hablar nuevamente.

—Venía porque las escuché cantar hace un momento. Miren, en la parroquia tenemos un coro de mujeres, pero en este momento sólo somos tres. ¿No se quieren sumar?

Miré a Lauren, expectante. No hacíamos nada en nuestro tiempo libre, el cual ocupaba más de la mitad de nuestro día.

—¿Por qué no?

next door 2; camren Donde viven las historias. Descúbrelo ahora