Empezó el frió y el clima helado. Los días grises se me están acumulando y el sonido de la lluvia también.
Pero a ti no te importaría, ni siquiera el mal clima te afectaba porque amabas la lluvia. Amabas la idea de agua cayendo del cielo como si fuera algo mágico.
Por esos pequeños detalles me fui dando cuenta de lo especial que eras y me asustaba no ser lo suficiente. Me llenaba de pánico la idea de ti pensando que yo no era lo que buscabas.
Y lo sé, lo siento. Sé que no fui el mejor contigo en un principio.
Como cuando aceptabas salir conmigo y terminaba burlándome de ti sin siquiera darme cuenta.
Ser un hombre y no un niño me quedo muy grabado en lo profundo de mi mente y aprendiste a romper esas barreras. No sé de donde salió tu paciencia, tu perdón a todos mis fracasos, pero me hiciste recuperar esa inocencia frente a la vida. Ver todo con tus ojos, conociendo el mundo día a día.
Me hiciste darme cuenta de lo hermoso que lo es todo. Desde las flores hasta las nubes, desde los altos edificios a la solitaria gente que vive en ellos.
Pero en estos momentos miro todo lo que hicimos y todo lo que era la esencia que te rodeaba y me doy cuenta de que nunca te conocí en verdad.
Tal vez toda esa emoción no eran más que falsedades para escaparte un poco de tu mente.
Porque nunca supe lo que en realidad ocultabas en tus pensamientos ni mucho menos lo que en realidad sentías. No sé si al menos una de tus sonrisas en algún momento fue verdadera, ni si eras feliz conmigo.
Intentaba ser el mejor contigo.
Creía conocer cada parte de ti, desde las más agradables hasta las más tormentosas, pero resulta que solo soy un extraño. Era un extraño.
Pero no quiero que pienses que ahora ya no te amo solo porque no eras sincero conmigo. Amaba tu ser dulce que me preparaba galletas cada vez que me sentía triste y madrugaba para ver los dibujos animados.
Extraño todo lo que eras tú, Jimin. La persona cariñosa que yo conocí, la que llegaba tarde a todos lados porque se quedó jugando con los perros de la calle y que siempre andaba con ganas de comer helado, porque lo amabas y de tanta insistencia tomábamos el auto y manejábamos media hora en la madrugada, porque ninguna otra tienda estaba abierta y solo ibas a aceptar helado de oreos con chocolate.
Pero ya no me haces manejar a las cuatro de la mañana mientras intentas rapear las canciones de la radio, ni llegas al departamento con olor a perro, que tanto fingía odiar, pero solo lo encontraba lo más adorable del mundo.
Eras lo más tierno de este mundo.
Te extraño, Jimin.
Y nunca voy a encontrar a alguien que sea como tú.