Capítulo 28

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La Haruno intentó no perder los estribos al ver a su querida hija en aquella camilla.
Por suerte, y tras rogarlo, dejaron que ella se encargara de todo. Así que sabía y no debía de suplicar por aquella información; ella se pondría bien.
Al fin las cosas podrían salir bien.
Incluso si ella se apresuraba podría ir al festival de fuegos artificiales de Konoha.

—Sakura-sama—llamó la ayudante de la pelirrosa—. Su hija ha... despertado.

Aquella noticia alegró bastante su día, e incluso toda su vida. En cuanto pudo procesar la información, comenzó a correr por todo el hospital olvidando los documentos de los demás pacientes. Su respiración se agitó bastante en cuanto debía de abrir la puerta.
Ella estaba bien, bueno, casi bien. Lista para recibir a su madre.

Abrió el único objeto que la separaba de ella y la observó.

Estaba mirando el cielo azul en la ventana. Su cabello ónix había crecido bastante, al fin podía notar esos detalles. Sus ojos se asemejan a los de su amado esposo, pero no son iguales. Porque el sentimiento es diferente, y siempre lo sería.

—S-Sarada...

La Uchiha miró a su madre al escuchar su voz. Sonrió mientras unas pequeñas lágrimas se deslizaban de sus ojos.

—M-Mamá...—siseó mirando a su querida madre. Estaba viva, y si ella lo quería, podía levantarse y abrazarla. Qué diablos, eso mismo hizo. Corrió hacia ella sin importar lo que la ayudante de su madre le había dicho antes e ignoró el dolor de aquel kunai. Se abalanzó sobre su madre respirando su aroma a cerezo. Un aroma familiar—. Mamá... Ya estoy de... vuelta.

—Bienvenida a casa, Sarada—se alegró tanto que apretó aquel abrazo.

¿Cómo era posible? Su hija ya había crecido tanto... Incluso tenía la misma altura que ella. ¡Si tan solo Sasuke-kun pudiese verla! No. Sakura sacudió aquel melancólico pensamiento de su mente. Sasuke-kun la estaba viendo. A ambas. Así que, como mínimo, debían de ser felices por él.
Él así lo hubiese querido.

—Mamá yo...

Sakura apretó a su hija contra su pecho.

—No digas nada. Más importante aún, ¡tu cita!

—¿Qué cita, mamá?

Sakura separó el abrazo. Miró a su hija a los ojos, cosa que ella percibió algo; ya no tenía el sharingan.

—Tu cita con Boruto. Estoy segura de que te pedirá una. Así que... Iré a preparar tu yuka-

—Mamá—interrumpió la menor—. No me apetece...

—Cállate hija tonta. Irás a la cita—dijo Sakura con entusiasmo.

A la pequeña—no tan pequeña—Uchiha le encantaba eso. A pesar de todo lo que había ocurrido, Sakura aún tenía amor para ella. Y también entusiasmo por las cosas, ¡cosa que era necesario! En aquel instante la sonrisa de Sakura era muy importante. Sin padre, sin Itachi... Ellas dos. Solas. De nuevo. ¡Pero con la misión de ser felices! Ese pensamiento era importante, el tenerlo presente.

Cuando la pelirrosa se marchó, en su lugar apareció Hinata. Justo a tiempo.

Se abrazaron, igual que lo hizo con Sakura.

—Sarada-chan, ¿cómo te encuentras?—le sonrió la Uzumaki en cuanto Sarada se volvió a sentar, observando el cielo.

—¿Cómo está Ren?

—Él...—susurró en un pequeño tono—. Está... bueno, sigue en tratamiento. Shikamaru se encarga de él. Cuando caíste inconsciente... automáticamente la pelea paró. Sólo quedaba él. Itachi... Bueno, ya sabrás.

Bad feelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora