la leyenda

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Harry Potter había recibido su cicatriz por culpa de Voldemort. Sin embargo, Albus Severus Potter había recibido la suya por culpa de sus padres, o tal vez el destino. 

El pequeño hizo un movimiento con la mano y se descubrió el brazo izquierdo. Una cicatriz le recorría desde el brazo al centro del pecho. Presionó ligeramente el final de la cicatriz y extrajo un hilo de luz brillante.

Una espesa niebla empezó a cubrirles, el aire era húmedo, olía a tierra y el viento les despeinaba. Estaban en Hogwarts, en la época de Merlín. No era real. Era un recuerdo...

Un joven Merlín recorría los jardines del castillo con prisas. Mirando hacia atrás continuamente. De la nada unas sombras se extendieron por el lago negro. Ascendiendo a la superficie como si se tratara de un lodo vivo. Y rápidamente alcanzaron las piernas del chico.

Snape sacó la varita por instinto. Y Albus le dió la mano de forma tranquilizadora. Todo eso ya había pasado.

El joven Merlín consiguió lanzar un hechizo contra los seres que se aferraban a sus piernas y corrió hasta llegar a la Sala de los Menesteres. 

Estaba pintada con los colores de Slytherin y al fondo de la habitación una calida chimenea y unos estantes con libros, daban seguridad al mago.

Merlín se agachó hasta una de las baldas finales de la estantería y sacó un libro. Las páginas estaban pintadas con trazos ininteligibles y dibujos imposibles. Todas, excepto una.

Snape y Potter se acercaron hasta casi rozar al chico. Albus ya sabía lo que decía. Pero Snape se quedó quieto. Aún más pálido de lo que era.

Aquella página hablaba de encerrar tu esencia en otra persona. Como crear un horrocrux pero sin tener que dividir tu alma. Era directamente transmitir tu alma a otra generación. Crear un heredero. Y de alguna forma Albus Severus Potter era el heredero de Merlín.

El heredero de Merlín Donde viven las historias. Descúbrelo ahora