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Mientras, la partida seguía avanzando conmigo liderando evidentemente pero no con facilidad ya que la castaña era muy hábil en el juego, entre miradas a cuerpos y sonrisas sugerentes, dejando obvias nuestras intenciones y la gran conexión entre nosotras. Notaba como ella fruncía el ceño y se mordía el labio intentando ocultar una sonrisa, mientras sus caderas se movían sutilmente a la lenta música que nos acompañaba, haciendome aguantar la respiración y contar hasta cien para calmar mis nerviosas manos que me pedían sostener su cuerpo y hacerla mía en aquella mesa aterciopelada. Se veía realmente hermosa y ardiente con aquel brillo juguetón en sus ojos y su cuerpo latiendo al ritmo de la canción.

Ella estaba a punto de hacer un movimiento. A la hora de tener que acomodarse sobre la mesa, su camisa, la cual me permitía ver sus costados, bajó algo más de lo común, dándome una clara vista de su tatuaje, que era algo complicado de describir pero hermoso, y una parte de su seno. Sentí un estremecimiento que recorrió todo mi cuerpo, y se asentó en mi vientre. Sabía que la estaba viendo fijamente, pero no podía desviar la vista de la castaña, me había hipnotizado bajo su poder. Ella se mordió el labio al terminar su jugada que no podía interesarme menos y que no sabía como había culminado, para incorporarse y verme con una sonrisa llena de inocencia fingida. Ella sabía bien lo que creaba en mi cuerpo, y aparentemente disfrutaba de ello. Yo seguí viendola directamente, alternando miradas entre su apetecibles labios, sus ojos llenos de inocencia y deseo, y aquel cuerpo de infarto. El ambiente estaba cargado con un aura sexual que cortaba mi respiración.

Decidí aumentar el riesgo, por lo cual me acerqué a ella con pasos calculados, observando su reacción cautelosamente. La mano que sostenía el palo de madera tembló un poco, vi como su pecho subió un poco más de lo normal, anunciando una respiración descompasada, y su rostro estaba tomando un color rojo que en cualquier otro momento me hubiera parecido adorable, pero ahora sólo demostraba excitación y a mi me daban ganas de arrancar nuestra ropa. Cuando estuve a una distancia bastante cerca de su cuerpo, me dediqué a apreciar ese rostro precioso, ojos tan profundamente hermosos que denotaban deseo y pedían que tocase su cuerpo, perfilados por unas gruesas cejas, esa nariz pequeña y adorable, y esos labios perfectos que completaban aquella imagen de ángel en tierra, pero que ahora estaba siguiendo el camino de lujuria.

Subí mi mano y con el dedo índice, acaricié lentamente su rostro sonrojado, observando y sintiendo como soltaba un pequeño jadeo ante mi tacto. Mi dedo delinió con suavidad su caliente mejilla, hasta llegar a su nariz y bajar con amabilidad hasta su labio superior, el cual se abrió mientras ella tomaba una profunda respiración. Yo sonreí ante ese gesto, para luego tocar su mandíbula tensa, y caminar por su cuello, sintiendo su piel erizarse ante mi caricia. Sus ojos avellana estaban fijos en los míos, demostrando lo sedienta que estaba por mi, mientras yo observaba su cuerpo con admiración y calma, sin dejar proyectar en ningún momento lo mucho que quería apreciar ese cuerpo divino, sin embargo, no dejando ver aquella lujuria abrasadora que me dominaba.

Mi dedo paseó vagamente por su hombro, pero dirigiendose a su torso, y tocando debilmente la piel que era expuesta por el estilo de ropa que usaba. Ella contuvo un gemido, mientras yo la miraba a sus ojos directamente, con una mirada llena de deseo, lujuria y adoración, que la hizo estremecer y oscurecer el color de su rostro complacientemente. Si antes quería tenerla para mi, ahora quería hacerla gritar mi nombre hasta que su cuerpo cayera inconsciente sobre el mío. Con suavidad mi dedo estiró un poco la tela de su camisa, dejandome una clara visión de aquel peculiar tatuaje que yacía en su costado. De lejos pudo haber parecido un atrapasueños común, pero ahora que lo veía de cerca, estaba más que claro que no lo era. Su centro era el símbolo budista conocido como mandala, pero este era algo más peculiar, ya que su diseño era parecido al ying y yang, pero insertado al mandala, y debajo del armónico círculo, se hallaban unas plumas negras con detalles, haciendolo parecer un hermoso cielo. Era espectacular.

24 Hours.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora